HAZ LO QUE QUIERAS

No han sido quince días tranquilos desde nuestro último encuentro en el blog, pero como en la vida las cosas no son como son sino como uno las ve, he preferido tirar por la calle de en medio y buscar lo positivo de situaciones que, ciertamente, hubiera preferido no pasar, pero ya que sucedieron, conviene ver como aprendizajes.
Tampoco es que haya descubierto la panacea del conocimiento universal, no quiero defraudaros, de hecho algunas de las ideas que voy a plasmar hoy ya se pueden leer o inferir de otros artículos, pero me gustaría darle relevancia al mensaje con el que he querido titular el artículo de hoy: “HAZ LO QUE QUIERAS”
Claro, esto puede llevar a algunas conclusiones erróneas y decididamente fatales. En primer lugar, ese haz lo que quieras no se refiere a hacer cualquier cosa que genere odio o violencia para terceros. No nos podemos basar en excusas egotistas para justificar actos deleznables.
En segundo lugar, me gustaría enfatizar más el “LO QUE QUIERAS”, porque los quereres, cuando son auténticos, siempre nacen en el mismo lugar y ese lugar no es otro que el corazón, así que básicamente, se pueden traducir todas mis palabras de hoy en el mensaje siguiente:” HAZ LO QUE EL CORAZÓN TE PIDA”.
Hasta ahora parece bastante sencillo, pero como tenemos la mala costumbre de complicarnos lo que de por naturaleza es sencillo, vamos a tener que profundizar un poquito más en la historia.
Parece claro que si tenemos que hacer lo que el corazón pide, la primera e inexcusable condición es escuchar lo que tan injustamente maltratado órgano quiere decir. Y seamos sinceros, en nuestra vida posmoderna hay muy pocos espacios para dejar que el corazón nos hable, al menos, para que lo haga con sinceridad absoluta. Estamos más que acostumbrados a que sea la cabeza la que mande los mensajes pertinentes y así nos movemos en un ambiente general de ruido que sólo genera más confusión a la propia que vivimos.
No sólo de contaminación atmosférica está hecha nuestra basura. También cargamos mochilas enteras de basura mental de la que incluso ni siquiera somos conscientes. Condicionantes sociales, familiares y personales boicotean nuestros actos, que dejan de ser espontáneos y naturales para convertirse en una especie de guerra civil contra nosotros mismos y esa es la peor de las batallas, pues siempre seremos perdedores.

(Imagen de: laveritedelavie.blogspot.com)


Un mundo pacífico se basa en seres pacíficos, así que más nos valdría dejar de luchar contra nosotros mismos. Mi familia pide de mí una serie de demandas, la sociedad me ofrece cánones de comportamiento determinados y determinantes, la propia experiencia de vida me arrastra hacia patrones de comportamiento adquiridos en la noche de mis tiempos infantiles y que no me atrevo a juzgar sobre si siguen siendo útiles….¿Y decimos que somos libres?
La libertad es una conquista individual, una descarga de los condicionamientos. Una naturalidad sencilla que no nos viene impuesta desde fuera. Quizá alguien me acuse de ingenuo, considere que el ser humano está dominado por instintos malvados. Puede. Pero lo que es completamente incuestionable es que si tenemos el valor de querer crecer e implicarnos en nuestro propio desarrollo, al final vamos a tener que decirle “no” a alguien.
Hacer lo que el corazón pide exige por otro lado bastante valentía, entre otras cosas porque hay demasiados intereses pendientes de que sigamos haciendo lo que veníamos haciendo hasta el momento.
Valentía supone también dejar atrás relaciones o circunstancias que hasta ahora mantenía por mero hábito o por miedo a perder. Dar un salto exige dejar atrás algo. Eso es indudable. El refranero popular está lleno de mensajes del tipo “más vale pájaro en mano…”, indicativo de que estamos educados para agachar la cabeza y mantenernos en la misma posición.
Volar duele, a veces mucho, a veces caes, a veces, incluso, puede que te rompas algún hueso. Pero la vista de la libertad es una página en blanco donde tu futuro no se escribe con la letra de otro.
Hace tiempo dije algo que de nuevo hoy tiene su máximo valor y que me gustaría compartir con tod@s vosotr@s: “No hay nada peor que arrepentirse por haber sido otro”. Si por ser yo mismo tengo que decir adiós, será la más dulce de las despedidas.
Me gustaría cerrar mi reflexión de hoy con un aserto que quizá debiera grabarme en el espejo ante el que me peino todas las mañanas: “Eres el mejor ser que puedes ser” Si realmente nos miráramos al espejo sin el prejuicio de los falsos modelos, si no basáramos nuestra existencia en copiar a otros y fuéramos conscientes de que somos únicos, irrepetibles e irremplazables, el mundo sería un lugar un poquito más hermoso para vivir, para mí y para tod@s.
Un abrazo enorme y feliz semana
EDU
PD.- Dedicado a tod@s mis amig@s que en algún momento han dicho “adiós” para ser realmente ell@s mism@s. Con todo cariño.


CON TODA MI ALMA

El alma, etimológicamente del latín Anima, por tratarse de la parte espiritual que dota de movimiento a los seres animados. Desde las culturas de la antigüedad y hasta cualquier sociedad de nuestro tiempo, nadie duda de su existencia. Aquellos que por motivos religiosos no sucumban a su creencia o entendimiento, sin querer y sin saberlo la nombrarán constantemente. Para algunos, el alma es el sostén del cuerpo. Es el ente, la esencia, el ser. Al fallecimiento, el alma abandonará el cuerpo y ascenderá como una luz. El alma es la vida. El alma es todo lo que no sea materia. Para otros, el alma es indisoluble al cuerpo y no existe por sí sola, pero en boca de todos aparecerá la expresión la cara es el espejo del alma.

¿Pero qué es en realidad? ¿Cómo definirla? ¿Cómo explicarla?

Tantas personas como preguntes, definiciones diferentes podrán darte. Y, en el fondo, más por sentimentalismo hacia la propia existencia humana, más por ciencia o por creencia, todos podrán alegar lo que unas razones filosóficas u otras han querido manifestar.

Si se trata de una ventana a la vida, la primera investigación que deberíamos realizar es dónde se halla su ubicación. ¿Está en los ojos? Quizá, los ojos brillan gracias al alma y cuando miramos a los de otro y podemos leer su pensamiento, no es otra cosa que el resplandor del espectro, mirándonos desde el interior de la otra persona, hablándonos. ¿Está en el cerebro? ¿Se ubica en el corazón? ¿Se encuentra en el estómago? Puede que el cerebro emita sus órdenes a través del alma. A lo mejor, el corazón, músculo que funciona a nivel orgánico y anímico pueda declarar sus motivos por estar lleno de alma. O, quién sabe, los dolores en la boca del estómago ante un estrés se deban al alma arrullándose y agolpándose en la entrada del principal órgano digestivo.

Ningún cirujano la ha visto en ningún rincón del organismo humano. Nadie ha comentado jamás que, al operar, haya tenido que apartar el alma para continuar su cirugía. Sin embargo, sí se habla de los cirujanos de alma, por no sólo ser capaces de sanar cuerpos.

También, solemos decir que se nos cae el alma a los pies. ¿Realmente llega al nivel del suelo?


(Imagen de: elvalordeloesencial.blogspot.com)


Con toda mi alma, con todo mi corazón, con el lugar más hondo en el que se hallan mis sentimientos, podemos cifrar el término como algo abstracto. Sin embargo, el alma por sí misma, sí parece ocupar un lugar. Un paraje que nadie ha hallado. ¿Está en la sangre? ¿Está en los huesos? ¿Se esconde extendiéndose por todo nuestro cuerpo?

Como la mayoría de los mortales, yo no sé nada sobre el alma. Nada en referencia a su definición real. Nada sobre dónde buscarla o encontrarla. Nada relacionado con qué seres tienen alma y cuáles no. Nada acerca de si las hay buenas o malas. Nada sobre su forma, su tamaño o su color.

Como la mayoría de los mortales, sólo puedo imaginar. Y mi imaginación versa sobre lo que me gustaría que fuera. Mi alma viaja. Mi alma es viajera. Es capaz de subir a los cielos y bajar al subsuelo. Es capaz de ir y venir a su antojo y sin control. Tiene por costumbre revolverse dentro de mi cuerpo. Me lleva a los mayores beneplácitos y a los estados más tétricos.

Mi alma entiende de valor, de soledad, de euforia y de admiración. Mi alma es única y aún desconozco qué quiere de mí.

Hace años, cuando era estudiante universitaria, cursaba la asignatura Sociología y el profesor propuso un ejercicio que ha venido a mi recuerdo en innumerables ocasiones. Consistía en definirnos a nosotros mismos. ¿Quién soy yo? La sencillez del ejercicio radicaba en contestar cosas como “soy hija de mis padres” “hermana de mis hermanos” “vecina de mis vecinos” “estudiante de universidad” “conductora de mi coche” “inquilina de mi casera”, etc. Es fácil suponer cómo cualquiera de nosotros llenaría folios con este sistema de definición que, simplemente, nos coloca a cada uno en un sitio en referencia a otra persona o cosa. Pero, este entrenamiento era tan simple como erróneo. ¿Qué sería de la autodefinición si tuviésemos que contestar a la pregunta quién soy yo anteponiendo a la respuesta la relación con la propia alma? Es decir, se trata de preguntarme quién soy teniendo que responder en concordancia con mi interior y no con otras personas externas. La cosa así vista se complica enormemente. La razón de la complicación es una cuestión de límites. Es el dónde está, el cómo es, el cuánto ocupa, el cuál es su finalidad, … el QUÉ es.

Tratando de responder seriamente a la pregunta Qué es el alma, pasé mis días analizando y pensando sobre ello. Apliqué el prisma de la profundidad, el de los sentimientos. Quise ahondar desde la perspectiva de lo que nos llena o vacía por dentro y llegué a una conclusión:

El alma es el cofre para la lealtad…

CADA.


COLEGIOS DE MADRID Y ALBACETE QUE CONTINUAN INNOVANDO

Los colegios María Auxiliadora de Majadahonda (Madrid) y Amor de Dios de Caudete (Albacete), estrenan curso escolar aumentando sus recursos TICs. Ambos colegios han incorporado más pizarras digitales. En este caso, se han instalado KITs interactivos compuesto de Pizarra Digital Hitachi FXTrío y Proyector de Ultracorta distancia de Hitachi.


(Imagen de Kit digital instalado en el colegio María Auxiliadora por AGC Formación)


El colegio María Auxiliadora continua implemantando interactivos y apostando por la tecnología, con cada vez más aulas renovadas. El Amor de Dios, por su parte, ya ha dotado de innovación todas sus aulas.

Nuestras felicitaciones a ambos colegios y a todos los niños y niñas Edu-Cados en ambos centros.

Gente Edu - Cada.

CUESTIÓN DE PRIORIDADES

El tema de hoy me lo ha servido en bandeja una persona que conozco desde hace bastante poco. Una de esas personas que tocan la vida de uno tangencialmente pero que sin embargo dejan, de alguna manera, una huella en el camino.
El caso es que hablaba yo con Nuri (vamos a llamarla así) sobre el tema de los hijos, de tenerlos, de no tenerlos, de si es el momento más adecuado o no. Y me preguntaba yo después de esta conversación frente a la máquina del café. ¿Cuál debería ser el criterio a la hora de decidir una posible paternidad? No se me escapa que no puede ir uno por la vida como si fuera un soñador empedernido, perdido entre quimeras y alejado de la realidad, pero, también es cierto que hay límites y esos límites, desde mi punto de vista, tienen que ver con nuestras prioridades en la vida.
Si nos ponemos a pensar seriamente en esto de las prioridades resulta no ser una cuestión menor, porque casi todas las decisiones que tomamos en la vida están en menor o mayor medida por eso que se ha dado llamar escala de valores y que parece que no cambia demasiado fácilmente. Sinceramente, a mí me parece que es un poco excusa para preocuparnos por asuntos que en realidad no tienen una importancia tan cabal, aunque claro, alguien podría argumentar que eso depende de la escala de valores…
La vida está hecha para vivirla, a ser posible de a poquitos, como decía una hermosa canción de Rosana. Muchas veces tratamos de boicotearla con pensamientos del tipo “Cuando tenga esto, podré ser feliz” “Cuando tenga este horario, podré hacer tal cosa” “Cuando tenga esto otro, podré disfrutar de aquello” Y entre tanto tener o desearlo, se nos olvida que la vida es una cuestión de ser, pero sobre eso ya he escrito en otras ocasiones.
Si realmente deseo algo, es decir, si está dentro de mis máximas prioridades, realmente pondré los medios para alcanzarlo. Y si no, pues resulta que no es tan importante. Y me van a perdonar ustedes, pero cuanto antes reconozcamos esta ley tan sencilla de la vida nos irá mejor a tod@s.
Si nunca encuentro un hueco para llamarte, si nunca se dan las circunstancias idóneas para ver esa película, si nunca se alinean los planetas convenientemente con las lunas sagradas de Orión en la casa del Zodiaco pertinente…Pues tendré que aceptar que llamarme no es una prioridad en tu vida, esa película no me llama la atención y los astros van un poco a su bola sin pensar demasiado en cómo afecta en nuestra vida el vuelo de sus órbitas.


Y vuelvo a decir, no pasa nada, es así. Lo entiendo, lo acepto y no por eso voy a odiarte a ti o al Universo, pero reconozcamos las cosas como son. Es la mejor forma de dejar de ponerse absurdas excusas. Además este puede ser un baremo importante para aumentar nuestro propio autoconocimiento y de paso responsabilizarnos un poco más de nuestras decisiones, para bien de todas las personas que me rodean.
Podríamos decir que es una cuestión de energía, o mejor dicho de dónde pongo esa energía. En qué pienso, en tener más dinero o en ser feliz, en dejar pasar las horas en el trabajo o en ser más productivo, en la próxima excursión por el campo o en el programa de la tele que ponen el domingo. Porque dependiendo de lo que esté entre mis pensamientos estableceré un plan para alcanzarlos y por propia ley de gravedad, al final tendré más dinero mientras dejo pasar las horas en el trabajo deseando que llegue el fin de semana para tirarme en el sofá a ver la película de la sobremesa. Y está bien. Pero entonces no puedo quejarme de que mi vida social es un asco, mientras rumio con tristeza que en el trabajo me están poniendo contra las cuerdas y hace siglos que no voy al campo.
Si resulta que mis pensamientos no están alineados con mis supuestas prioridades, sólo tenemos dos soluciones, o cambiamos de prioridades o cambiamos de pensamientos. Es decir, empezamos a plantearnos la posibilidad de ser un poco más coherentes con lo que supuestamente decimos que somos.
Vale, ahora resulta que me doy cuenta de que alguien importante para mí no me llama, ni me escribe ni responde a mis llamadas (dicho sea sólo a modo de ejemplo). Conclusión evidente. Para mí ese alguien es más prioritario que yo para él. ¿No es más fácil admitirlo? Puede que a mí me apetezca hablar contigo pero no sea el momento adecuado para ti. Perfecto. Quizá encontremos un lugar para compartir o quizá no. Pero no merece la pena forzarlo, ni merece la pena enfadarse porque para mí seas el Sol y yo para ti la estrella más lejana de la galaxia más lejana del universo.
Y aquí enlazamos con otro tema, porque cuando las prioridades para mí y para ti están claras, no queda más remedio que aceptar que mis prioridades son las que son y actuar en consecuencia. Y esto realmente exige una cantidad importante de valentía, porque no vivimos en un mundo que se identifique precisamente con la autenticidad. No hace falta que te venda la moto de que eres importante, o hace falta que me la vendas a mí. Los dos sabemos dónde estamos, pues perfecto. Tampoco es cuestión de generar rencor eterno o de poner condiciones. Puede que tus prioridades en un momento determinado vuelvan a coincidir y entonces podremos disfrutar plenamente del encuentro de nuestros objetivos, sin disimulos de por medio.
Alguna vez escuché a alguien quejarse amargamente de esto. Yo respondería. ¿Por qué haces lo que haces? Porque entra dentro de tus prioridades o porque quieres que entre dentro de las prioridades de otra persona. Y esta pregunta tan sencilla nos complica la vida más de la cuenta. Porque en la mayoría de los casos no aceptamos que lo que es importante para mí puede no ser importante para otro y en ese caso o nos tiramos una y otra vez de cabeza contra la pared del desaliento o esperamos pacientemente a que nos toque el turno, si estamos dispuestos a soportarlo.
Sólo un parrafito más, para terminar, decidas lo que decidas no te escudes en los otros. Al fin y al cabo, si quieres hablar con alguien lo más fácil es llamar, siempre y cuando aceptes que quizá hoy no sea el mejor día para que te cojan el teléfono.
Que tengáis una semana llena de armonía
EDU

LA CRISIS DE LOS VALORES EN LA ENSEÑANZA

Arranca el curso escolar. Tenemos por delante 9 meses cargados de retos y de nuevas oportunidades. Mi mente, como la de muchos, está como loca estos días tratando de ubicar todo lo que está por venir. Los objetivos para el nuevo curso, los aprendizajes venideros, las enseñanzas que podré transmitir… Ordenar, organizar, emprender. Hay mucho que hacer para un inicio exitoso.

Ahora estamos llenos de energía y clamamos al cielo rogando que se nos conserve hasta la primavera próxima. Hay un brillo de ilusión en la mayoría o, al menos, debería haberlo.

Miro a los niños y niñas de 3 años. Son lo que emprenden el cole de mayores por primera vez. Inquietud en ellos y en sus padres y madres ante lo desconocido, ante el reto de dejar de ser bebés y hacerse mayores. El resto del alumnado de Infantil, de 4 y 5 años, ya tiene experiencia. Ansían el colegio, lugar de compartir y donde encontrar a sus amistades.

Pero a medida que avanzamos en la escala evolutiva, los temores y preocupaciones aumentan. Ya no se trata del nerviosismo de empezar o volver. Hay una especie de pesadez en el ambiente.

Tengo que reconocerlo, estoy triste y frustrada. Los profes tampoco conservan su ilusión. Estos días puede leerse en las redes sociales el lado más oscuro de la vuelta al cole, lo que los profesores transmiten, una especie de síndrome post-vacacional cargado de desazón, pesimismo y, en parte cólera.


(Imagen de: smdani.marianistas.org)


Me he preocupado enormemente y mis preguntas se han enfocado a investigar sobre si esta maldita crisis no es además, la crisis de nuestros valores.

De la pérdida de valores en la sociedad actual podríamos llenar páginas enteras y cientos de sabios y expertos nos habrán hablado, pero centrando el foco de interés, pensemos en la escuela. En lo que transmitimos, en lo que albergamos, lo que deseamos, lo que somos y lo que damos.

El camino está tan errado como lleno de zombies. Los maestros están perdidos y con ellos, la enseñanza ha entrado en el más puro fracaso.

¿Queda, siquiera, un halo de ilusión en algún rincón de Primaria?

Harta de defender que los niños y niñas deben ir a la escuela a ser felices me rasgaré las vestiduras para conseguirlo. Quiero un barco nuevo en el que sólo se suban aquellos a los que de verdad pueda llamárseles MAESTROS.

Todo se ha economizado en ambos bandos. La política hizo sus números y recortó partidas presupuestarias. Los docentes calcularon sus posibilidades y sopesaron cuánto más seguir dando. Y en el medio, toda una generación se ahoga mientras la mirada impasible del dinero cree no tener remedio.

Hoy sólo hablamos de la nueva ley educativa, que sigue siendo la misma bazofia; de permitir que los alumnos coman de Tupper, como si eso fuera importante dentro del proceso; de los problemas en la falta de suministros, como si ya no supiésemos compartir; de cómo las listas de interinos no avanzan y los colegios comienzan sin personal, como si no fuésemos capaces de afrontar…

Hemos convertido el proceso de enseñanza – aprendizaje en una lucha de poderes donde NADIE aún está peleando por lo que de verdad es importante. El sistema se pudre y todos con él. Sí, hemos entrado en la crisis de valores más profunda a la que jamás ha asistido la educación.

Por suerte, hay gente que no se ha olvidado de lo que le hizo dedicarse a la enseñanza. Hay unos pocos valientes que lucharán contra viento y marea porque no podrán detenerles. Efectivamente, hay MAESTROS con todas las letras.

Hoy, mi apuesta y mis felicitaciones están con ellos. Y, para todos los demás, espero que sigan su ejemplo.

Nada cambiará si los agentes de cambio permanecen inmóviles. Si tienes unos ideales y crees en ellos, ha llegado el momento de luchar…

CADA.