PROPUESTA DE JORNADAS DE EDUCACIÓN
E.I. LOS NANOS
HABLANDO SE
ENTIENDE LA GENTE
Para
transmitir bien un mensaje, quien se expresa tiene que tener en cuenta algunas
cosas de quien escucha, como son: la percepción, las expectativas y la
implicación.
En el
proceso de la regulación de conflictos es importante escuchar activamente a las personas que nos expresan su conflicto
para intentar entender el conflicto de la mejor manera posible.
Quien
escucha activamente, habla lo menos posible, y pone atención no sólo a las
palabras que oye, sino también a los gestos y a los sentimientos. No
necesitamos estar de acuerdo con lo que oímos sino que tenemos que intentar
entender cómo lo ve la otra persona, por qué lo siente así. Se trata de
escuchar los sentimientos que están detrás de las expresiones que una persona
nos dirige y repetirlos oralmente con otras palabras. De esta manera
contribuimos a que la misma persona vaya siendo más consciente de sus
conflictos y busque ella misma sus propias soluciones a la vez que transmitimos
nuestro interés por ella.
Hay que
tener en cuenta que:
- “Escuchar” es tan importante como “transmitir”.
- El 70 % del día
lo pasamos comunicándonos. De este 70%, 45% escuchamos.
- Hay una diferencia entre Oír y Escuchar. Escuchar
es hacer un esfuerzo mental activo. Oír es casual, algo más pasivo.
Cuando escuchamos, a veces encontramos alunas
de estas dificultades:
- Tendencia a interrumpir.
- Tendencia a evaluar o juzgar.
- Tendencia de quien escucha a manifestar sus
emociones (preocupación, miedo, ira, pena).
- A veces damos diferente sentido a las palabras o
las interpretamos con matices diferentes, afectando esto a la comprensión del
conflicto.
-A veces se manifiestan internamente algunos
aspectos competitivos cuando escuchamos.
- A veces nos aburrimos, pensamos en otras cosas, nos
da pereza.
Necesitamos
dedicar nuestra energía para poder superar todas estas barreras.
También
utilizamos el lenguaje corporal y el contacto visual cuando escuchamos para animar
a la persona a hablar más. Para escuchar activamente, debemos asegurarnos de
que tenemos el tiempo y el espacio adecuados y mostraremos el deseo de escuchar
también con el cuerpo.
Las
intervenciones orales de quienes escuchan fomentarán el seguir hablando. Lo
podemos hacer formulando sólo las preguntas imprescindibles (ESCUCHA CON
ABRIDOR), que sean abiertas, o también reflejando de vez en cuando con nuestras
propias palabras los sentimientos que entendemos que nos está comunicando.
Escucharemos hasta que la persona que habla sienta
que ha sido escuchada y entendida.
La escucha activa ha de ser escucha empática. Significa escuchar
los sentimientos de las demás personas hasta el punto de intentar sentir lo que
siente la otra persona. Esta forma de escucha es muy útil para poder avanzar
constructivamente en situaciones de conflicto. Quien escucha empáticamente
intentará ponerse en el lugar de la otra persona. Por ello tendrán cuidado para
escuchar la comunicación no verbal (gestos, voz, miradas, expresiones
faciales); estar atentas al “para-lenguaje”; escuchar entre líneas. . .
Escuchar bien lleva
tiempo y esfuerzo. Necesita control personal y emocional. Se necesita también
fuerza para escuchar comprensivamente cosas que a nosotras nos podrían
sorprender o contrariar.
Cómo ayudar al niño/a a
comprender su temperamento
Cuando los niños y
las niñas están en edad escolar pasan muchas horas en un ambiente alejado de su
casa y de sus padres. En la escuela se deben adaptar a nuevas demandas, nuevos
adultos y a muchos niños diferentes. Deben aprender a seguir reglas complejas
en la clase y fuera de ella y, deben aprender que sus deseos y necesidades
personales no siempre son una prioridad. Para algunos niños el cambio de la
casa a la escuela es fácil pero para otros, la transición no es simple y les
resulta difícil adaptarse.
Los niños o niñas con
dificultades de aprendizaje tienen un temperamento que puede ser fácil, difícil
o lento para animarse. Lo importante es separar qué conductas se relacionan con
el temperamento y qué conductas indican una discapacidad de aprendizaje o un
problema de atención. Debido a que las razones de la conducta de cada niño
pueden ser diferentes la respuesta a la conducta de cada niño debe ser
diferente.
Cuando el problema de aprendizaje
es causado por una discapacidad requiere que se empleen estrategias
especializadas. Sin embargo, muchos problemas de adaptación y falta de logros
en la escuela, son el resultado de una mala combinación entre el temperamento
del niño y su situación escolar y muchos de esos problemas a menudo se
resuelven con cambios simples en los programas de enseñanza o en el aula. Por
ejemplo, un niño lento para animarse quizás necesite tiempo y ayuda extra para
comenzar un proyecto nuevo.
Problemas de conducta
En general, el desarrollo
infantil normal es bastante armónico, existiendo un paralelismo en las diversas
áreas del desarrollo, que permite que el niño/a se adapte fácilmente a las
exigencias de su medio ambiente.
Pero, existe un grupo relativamente importante de la
población infantil en que este desarrollo armónico no se da, lo que determina
estilos cognitivos y conductuales diferentes. Este grupo está constituido por
los niños portadores de los denominados Trastornos del Desarrollo.
Los Trastornos del Desarrollo pueden definirse como
aquellas desviaciones en el patrón de desarrollo infantil que exceden el rango
normal de variación porque ocurren ya sea en un tiempo, una secuencia o un
grado no esperado para la edad del niño o etapa del desarrollo. Suponen, por
definición, una inteligencia normal, ausencia de déficits sensoriales
significativos y ausencia de lesión cerebral.
La incidencia de estos trastornos es muy variable y depende
de las categorías diagnósticas. Se piensa que afectan a alrededor del 15 % de
la población infantil en edad escolar. Su intensidad también es muy variable,
existiendo un continuo de dificultad, que a veces sólo se manifiesta ante
exigencias ambientales demasiado altas para el niño.
ORIENTACIONES PARA LA INTERVENCIÓN DE
CONDUCTAS DISRUPTIVAS
1.
Buscar ayuda profesional
2.
Aumentar la empatía
3.
Establecer rutinas
4.
Buscar acciones u objetos que
medien
5.
Los vínculos deben estar
impregnados de tranquilidad, bienestar y acciones que generen ilusión porque
son compartidas, creando un espacio potencial de aprendizaje
6.
Crear un clima educativo y
familiar que:
6.1.
No sea excesivamente rígido,
controlador y limitante, impidiendo la expresividad del niño, con personas que
cambian continuamente
6.2.
No sea excesivamente lábil, porque
irrumpe su rabia y su malestar y no hay aprendizaje
7.
Conocer los intereses que el niño
tiene
8.
Trabajar aspectos curriculares
tipo talleres:
8.1.
Psicomotrices o corporales para
que se descargue la excitación y sirvan de experiencia placentera
8.2.
Canciones y musicoterapia o baile
para su descarga y matización emocional
8.3.
Talleres de sensorialidad y
psicomotricidad para que se relaje
EN GENERAL…
- Brindarle amor y
comprensión.
- Abrazarlo con
frecuencia y mirarlo a los ojos para que sienta seguridad de nuestro
apoyo.
- Cambiarle
los hábitos en el hogar y la escuela de estudio, juegos y
entretenimiento.
- No ser
excesivamente severo, controlador y limitante impidiendo la expresividad.
- No ser
excesivamente frágil en sus determinaciones con respecto al niño/a.
- Organizar
hábitos y rutinas de aprendizajes que sean de su interés.
- Los niños/as con
conductas disruptivas deben estar “ocupados” con actividades de su
interés.
- Los cuenta
cuentos y dramatizaciones, son una actividad que los hacen
expresar con intensidad emocional y acción gestual.
- Los juegos
didácticos, motrices y sociales les calman y les relajan.
- Aprender a
manejar con tolerancia las situaciones que se presenten.
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL
CONTEXTO FAMILIAR
La personalidad
se desarrolla a raíz del proceso
de socialización, en la que el niño asimila las actitudes,
valores y costumbres de la
sociedad. Los padres son los encargados de contribuir en esta
labor, a través de su amor
y cuidados; y, sabiendo que son la figura de identificación para sus hijos.
La vida familiar es
la primera escuela de aprendizaje emocional.
Partiendo del hecho
de que los padres son el principal modelo de imitación de los hijos, lo ideal
es que, como padres, empecemos a entrenar y ejercitar nuestra propia IE para
que a la vez, nuestros hijos adquieran dichos hábitos en su relación
intrafamiliar. Aquí cabe la máxima de nuestros mayores: "Se enseña con
el ejemplo?".
La regla imperante
en este sentido, es la siguiente: "Trate a sus hijos como le gustaría que
les tratasen los demás".
Si analizamos esta
regla podemos obtener cinco principios en la relación emocional Padres e Hijos:
1. Sea consciente de
sus propios sentimientos y el de sus hijos.
2. Muestre empatía y
comprenda los puntos de vista de sus hijos
3. Haga frente de
forma positiva a los impulsos emocionales y de conducta de sus hijos y
regúlelos permanentemente.
4. Plantéese
conjuntamente con sus hijos objetivos positivos y trace proyectos de
vida con alternativas reales para alcanzarlos
5. Utilice las dotes
familiares y sociales positivas a la hora de manejar sus relaciones con sus
hijos.
Estos cinco
principios son básicamente los cinco componentes de la Inteligencia Emocional.
Amen de lo
anterior, debemos enfatizar en los inadecuados posicionamientos de los padres
frente a sus hijos, los cuales NO se deben dar el la relación padres -
hijos:
6. Ignorar
completamente los sentimientos de nuestros hijos, pensando que sus problemas
son triviales y absurdos.
7. Los padres se dan
cuenta de los sentimientos de sus hijos, pero muchas veces no le dan soluciones
emocionales alternativas, pensando que cualquier forma de manejar esas
"emociones inadecuadas", es correcto en su formación.
8. Menospreciar o no
respetar los sentimientos del niño.
BEATRIZ DE LA RIVA
PEDAGOGA
Muy buenos tips
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