Como
quien no quiere la cosa ya estamos muy avanzados en Julio, atrás han quedado
los fríos glaciares e incluso la hermosura de la vida renaciendo en primavera,
el que más o el que menos está disfrutando de unas merecidísimas vacaciones o
pensando en terminar los últimos trabajos antes del descanso estival. El tiempo es inexorable, siempre pasa y eso
me trae a la cabeza un tema del que no hablamos demasiado en este blog: los
finales. La vida está llena de finales.
Curiosamente,
este que es un blog de psicología positiva, le dedica poco espacio a la muerte
y quizá, ahora que los días son largos y
es tiempo de luz, sea un buen momento para hablar de la experiencia más oscura
de la existencia humana.
Me
gustaría empezar por ahí: ¿Es la muerte oscura? En estas semanas estoy leyendo
mucho acerca de la muerte, de sus consecuencias, de cómo nos enfrentamos a
ella. Y lo primero que tengo que decir es que la muerte no es oscura. Al menos no lo es en sí misma. Como
cualquier experiencia humana, todo depende de cómo la representamos en la
cabeza. Y hay que reconocer que poner un poco de positividad en una experiencia
que está tan ensombrecida puede ser una buena idea.
La vida es luz, pero toda luz
tiene su aspecto sombrío. La muerte parece estar dotada de sombras, pero esas
sombras tienen que ser proyectadas por alguna luz. Así que vamos a mirar el lado luminoso de
la muerte. Pues al fin y al cabo, si alguna realidad está fuera de toda duda,
es que tenemos que morir, de hecho, todos ya, hemos muerto alguna vez, en algún
sentido.
Me llama poderosamente la
atención el miedo, el miedo profundo a terminar. Se trate de lo que se trate. Es posible
incluso que percibas el miedo en este mismo momento, ahora que muchas empresas
hacen un alto en el camino, que el año escolar dio término, que los proyectos
se posponen hasta los frescos días de Septiembre, ahora, da la sensación de que
el mundo se acaba, andamos estresados terminando, finalizando, ultimando…Llenos
de miedo. ¿Por qué?
Reflexionando
con algunos amigos acerca de este tema, llegamos a la conclusión de que el ser humano es ciego para algunas
circunstancias de su vida. Porque si vivimos en un mundo de opuestos, tendremos
que reconocer que cada final lleva aparejado un nuevo comienzo. Sin
embargo, estamos tan atentos al final que no dejamos ni siquiera una rendija a
la esperanza de lo nuevo. Este es el gran error de la humanidad, este es la
gran victoria del miedo. De alguna manera, estas líneas no son un alegato a la
caducidad de la vida, estas líneas son una llamada a la esperanza del
renacimiento.
(imagen de tokronia.zonalibre.org)
Es
posible que en tu cabeza, al pensar en un final, sólo aparezca el fundido en
negro propio de las películas, como telón de fondo a ese consabido “The end” en
el que las lágrimas afloran por el sentimentalismo de una historia que acaba,
casi siempre bien. Pero el cambio es
experiencia, es la realidad misma que nos rodea, es la marca indeleble de
nuestro paso por esta realidad. Es motivo de alegría.
Morir
no significa acabar, morir significa renacer, morir nos convierte en un ave
fénix, al menos en la medida en que vivamos de una manera consciente de que todo lo que tenemos, lo tenemos en préstamo
y en algún momento, alguien nos va a pedir que le devolvamos lo que nos prestó.
Siempre
recordaremos ese momento en la infancia de casi todos. Una mañana cualquiera,
por sorpresa. Un toque en la puerta de casa y nuestro padre o nuestra madre,
con cara de alegría incontenible, con el orgullo rebosando por la mirada,
diciendo que es un día especial, porque en la familia hay un coche nuevo…¿Lo
recuerdas? Y para que hubiera un coche nuevo, el otro debía estar en la
compra-venta, o aún peor, camino del desguace, montón de hierros y chapa. Pero
¿quién se acuerda del viejo coche que da lugar a éste que, oh maravilla de la
técnica, tiene aire acondicionado o elevalunas eléctrico? Aún recuerdo el
orgullo infantil de llegar al colegio al día siguiente, para decir: Mi padre se
ha comprado un coche nuevo…
Pues
la vida no es más ni menos que un
intercambio continuo de coches. Donde cada comienzo supone un extra más en
nuestras capacidades. No llores por aquel que te dejó, porque ahora puede
disfrutar de nuevas oportunidades. No llores por aquel que te dejó atrás,
porque en la vereda del camino te espera el nuevo compañero. No llores por esa
herramienta gastada que has llevado todo este tiempo. Después de algunos devaneos, si alguna cosa me queda clara, es que las
cosas no son ni buenas ni malas, simplemente son útiles, hasta que dejan de
serlo: los objetos, las relaciones, los esquemas mentales. Cada paso
adelante es una muerte, pero también es el renacer a un nuevo mundo de
sensaciones inimaginable. Porque, ahora viene lo importante de las dos páginas
de hoy, resulta que en realidad la
muerte no existe.
NO
EXISTE, NO PODEMOS MORIR, NO VAMOS A MORIR. Podrán morir algunas de nuestras circunstancias, incluso esa
circunstancia que nos ha acompañado tantos días y tantas noches y que llamamos
cuerpo. Pero nosotros, la verdadera esencia de quienes somos, es eterna.
Por eso un blog sobre psicología positiva no puede más que, en un magnífico día
brillante, colarse por un minuto en el rincón de tu casa, para decirte que no
llores más, realmente no existen motivos.
Feliz
y luminosa semana para tod@s
EDU
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