¿Cuántas
veces nos preguntamos en la vida, por qué me tiene que pasar esto a
mí? Aunque parezca mentira este es el comienzo de nuestras
desgracias. Los seres humanos estamos creados para pensar en
positivo. Esto no tiene nada que ver con el optimismo, simplemente
que no somos capaces de procesar el “no”.
Cuando
me pregunto ¿por qué me pasa esto a mí?, estoy reforzando todos
los circuitos neurales que me llevan a la situación y por lo tanto,
manteniendo, sin pretender, todas las circunstancias y decisiones que
me han conducido hasta el momento presente, que es precisamente el
que me obliga a realizar un cambio.
Pero
no sólo eso, también estamos mandando una especie de orden que
viene a decir: “no soy capaz de cambiar la situación”. Cuando
esta orden aparece en nuestro sistema de creencias, no queda otra que
confiar en que alguien o algo de fuera venga a satisfacer nuestras
necesidades, pero como tal cosa es imposible, estamos generando las
circunstancias más favorables posibles para que todo se quede tal y
como está, que es precisamente lo que no queremos.
¿Cómo
revertimos esta situación? En primer lugar, pensando realmente qué
queremos. Estamos acostumbrados a pensar en lo que necesitamos, pero
no en pensar qué queremos realmente. Estamos acostumbrados a tratar
de cumplir con las expectativas de los demás, pero no a cumplir con
nuestras propias exigencias y acercarnos más a lo que queremos ser.
Esta
habilidad, que aúna nuestras mejores capacidades con las condiciones
ideales para que se manifiesten, se llama “autenticidad”. Ser
auténtico no es otra cosa que dejar que mis capacidades naturales se
manifiesten en las condiciones más favorables para obtener el
resultado óptimo.
Parece
muy sencillo y realmente lo es. Sin embargo, todos tenemos la
experiencia de que las cosas no siempre son como nos gustaría y eso
parece contradecir esta idea de “autenticidad” como la mejor
respuesta a los reveses que sin duda todos tenemos. Pero hemos dado
demasiado valor a las circunstancias. Cuando pensamos en una persona
de “éxito” a todos se nos viene a la cabeza alguien que obtiene
fama, dinero o poder, o alguna combinación de ellas. Pero para mí
el éxito es poder hacer lo que mejor sé hacer en las circunstancias
que más necesitan de mis cualidades. Hay millones de personas
anónimas que están “en el lugar adecuado en el momento adecuado”
y no tiene nada que ver con la magia.
Hemos
de reconocer que muchas veces estamos en cualquier sitio menos donde
nos gustaría. Estamos donde me piden que esté sin tener en cuenta
muchas veces si es allí donde más me necesitan. Pero si ni siquiera
yo mismo sé qué es lo mejor que puedo ofrecer, ¿por qué cualquier
otro se iba a preocupar por ello?.
Reflexionando
sobre las causas que nos impiden desarrollarnos completamente me
parece que una de las más importantes es que no le damos valor a
nuestras propias capacidades. Muchas veces, cuando hablo con alguien
en terapia respecto a la autoestima, me encuentro con que
efectivamente, tienen claras sus capacidades y sus defectos, pero
esta conciencia no supone una buena autoestima, sino un autoconcepto
bien construído y me parece que ambos conceptos generan una gran
confusión.
foto de www.sebascelis.com
Para
realmente desarrollar una buena autoestima necesito que esas
capacidades que sé que tengo, se desarrollen de la mejor manera
posible y por lo tanto que me parezcan valiosas. No es una cuestión
de tener o no tener, es una cuestión de considerar que lo tengo
sirve para algo.
Quizá
estamos engañados respecto a la idea de adaptación y parece que
somos nosotros los que tenemos que cambiar para amoldarnos a un medio
ambiente que tiene unas demandas específicas, al fin y al cabo eso
es lo que nos han explicado en el colegio a propósito del origen de
las especies y un señor llamado Darwin. Pero esta es una visión
interesada y muy reduccionista de la idea de evolución natural.
Estamos
en el mundo para manifestar la mejor idea de lo que soy, no para
dejar de ser yo con tal de adaptarme a un medio determinado. Así que
si no me siento yo, no puedo poner la excusa de ¿por qué me está
pasando ésto a mí? Sino que tendré que empezar a pensar por qué
estoy en el sitio equivocado. Así, no tendré que mirar con envidia
a todas esas personas que pasan por mi lado con aire de suficiencia.
Todos
tenemos un lugar en el mundo, un lugar que sólo yo puedo ocupar, un
lugar donde puedo desarrollar todas las habilidades que he venido a
manifestar y sin las cuales el mundo no sería el mismo. El único
problema es que muchas veces no estamos donde debemos, sino que
queremos estar en el lugar de otro, habitualmente encumbrado como
modelo válido para todos los seres.
Esta es la gran mentira, hablando de seres humanos, los modelos no existen, o no existen al menos como modelos válidos para todo el mundo, porque somos distintos y aunque tenemos el mismo derecho de desarrollarnos plenamente, no me gusta que me digan dónde tengo que hacer efectivo ese pleno desarrollo.
Hay
un ejemplo clásico y muy primaveral que ilustra esta misma idea: “un
peral da peras y no puede dar manzanas, pero afortunadamente tenemos
peras y tenemos manzanas”. Si todos fuéramos iguales, sólo
podríamos dar un tipo de frutos y esto es una abominación en la
naturaleza biológica y en la naturaleza psíquica. Abominación
porque sencillamente no es posible, por más que lo intentemos.
Y
cuando uno descubre que está en el sitio correcto, en el momento
adecuado, con las estrategias necesarias para manifestarse tal cual
es, entonces surge, espontáneamente y sin reservas, la felicidad.
Basta
ya de excusas, vivamos nuestra vida, la de verdad, la que hemos
venido a vivir y dejemos de lastimarnos con envidias baratas y faltas
de conciencia.
Feliz
y auténtica semana para tod@s
EDU
No hay comentarios:
Publicar un comentario