Si
hay algo con lo que estoy de acuerdo con la entrada de CADA respecto
de la envidia es que el envidioso está muy mal visto. Así
que nos hemos buscado nuestras pequeñas o grandes excusas para no
aceptar la evidencia de que el que más o el que menos todos somos un
poquito envidiosos. No es que sea el pecado (o si preferís, la
pasión) más extendido de nuestros días, ese honor recae en la
vanidad, pero todos hemos envidiado alguna vez, seguro.
La
esencia de la envidia, desde el punto de vista psicológico, es sobre
todo, que el envidioso sufre. Y sufre mucho. Igual que el
avaricioso, nuestro amigo envidioso también vive en un mundo de
carencia, pero el problema ahora es que la abundancia sólo está
fuera. Es decir, a la sensación ya consabida de vacío interior se
une la profunda convicción de que no hay nada que pueda hacer para
saciarme.
Es
curioso que la envidia despierte tantos enemigos, cuando lo que
debería despertar sería un sincero y profundo sentimiento de
compasión. Amigo envidioso, yo estoy contigo. Sin duda. No me
gusta ser envidioso, aunque como nos recordaba CADA, está
relacionado con los objetivos. El problema aquí es que el envidioso
de verdad no es capaz de despertar la bondad interior que le lleve a
alcanzar sus metas. Quiero lo que tienes tú y lo quiero
ya....pero claro, los objetivos requieren de destreza, imaginación,
esfuerzo y compromiso. Algo que a ti, querido envidioso
(reconozcámoslo si queremos empezar a cambiar algo), te falta.
Dice
Claudio Naranjo, que es el que más sabe de esto, que la
consecuencia de la envidia no es otra que la frustración, una
frustración tan grande que se expresa con una terrible aflicción.
¿es o no es como para compadecer a los envidiosos?
Para
entender a la persona envidiosa hay que entender la terrible
frustración de andar siempre detrás de lo mejor, de forma que
no le basta lo bueno y mucho menos lo que tiene. Por decirlo de
alguna manera, es un “superdeseo” que no le deja disfrutar de lo
que tiene en el mundo porque al fin y al cabo, lo del otro siempre
será mejor.
Evidentemente,
la mayor ansia del envidioso, como no podía ser de otra manera es
el ansia de amor y estará dispuesto a todo con tal de que
permanezcas a su lado, incluso, asociado a una pobre autoimagen,
dispuesto a sufrir. Todo aquello que pueda resultar mezquino,
vergonzoso, repulsivo o podrido, el envidioso se lo adjudica. En este
contexto, nadie, absolutamente nadie, va a quererme a no ser que me
arrastre de todas las formas posibles para conseguir al menos la
migaja de que permanezcas a mi lado.
Si
alguna persona lee el párrafo anterior y se le viene alguna imagen a
la cabeza relacionada con el sadomasoquismo, enhorabuena. Has
acertado. Ese sombrío best-seller que se ha puesto tan de moda
escarba, más que en el deseo de toda mujer, en el deseo de la
envidia. El deseo más extravagante puede ser satisfecho, pero si
no me considero merecedor del regalo, en seguida la frustración
tomará el relevo, en una espiral de, en ocasiones, terribles
consecuencias.
Imagen de revistairapay.com
Por
más que la vida colme de regalos al envidioso, él o ella nunca
estará satisfecho. Si hay algún rasgo a quien le va como anillo al
dedo aquello de cualquier tiempo pasado fue mejor, es al
envidioso. La vida es trágica, como si viviera en medio de un teatro
heleno. Por tanto se magnifican los recuerdos y llevados por el
trágico destino de quien no tiene nada, languidece de dolor
repasando una y mil veces aquella situación soñada y maravillosa
que en realidad, estaba marcada igualmente por el sufrimiento.
El
envidioso es nostálgico y melancólico y quejoso y triste y
pesimista...amargo y cínico...El envidioso intenta dar lástima, así
que lo mejor que podemos hacer ante un envidioso es empezar a
mostrarle todo lo bueno que tiene. En particular, yo soy un
defensor a ultranza del ser humano. Estoy absolutamente convencido de
que estamos diseñados para la felicidad, aunque nos equivoquemos en
las formas por el camino. El envidioso no es una excepción a esta
regla.
El
único problema es que trata de encontrar la felicidad en el dolor
porque ha aprendido, y digo aprendido, con todas las de la ley, que
el mundo es sólo sufrimiento. Ante esta configuración, cualquiera
que nos relacionemos con un envidioso, tenemos una gran
responsabilidad. Podemos reirle la gracia, podemos aplaudir su
cinismo ante la vida, de hecho hay más de un envidioso que se ha
hecho famoso a base de explotar esta característica de su
personalidad, podemos hacer muchas cosas, pero si hay algo que
podemos hacer para ayudarle es empezar a señalarle las bondades de
la vida.
El
lema de hoy podría ser “pon un envidioso en tu vida”. Pon un
envidioso para que te recuerde que la vida está organizada para la
bondad y la expresión de la mayor bondad posible entre todos los
seres humanos. Esto es una responsabilidad pero también un
recuerdo diario de que estamos hechos para el agradecimiento. Nuestra
naturaleza es compasiva, cooperativa y agradecida. Todo lo que no sea
eso, es una patología, aunque no queramos reconocerlo.
Luego
será muy fácil ver la paja en el ojo ajeno y decir: “hay que ver
fulanito, cómo es” Pero fulanito es tan malo o tan bueno como tú.
Cualquier expresión de nosotros mismos que no tenga como
motivación fundamental recrear un mundo mejor, es una expresión de
alguna pasión inconsciente que no tenemos ni idea de lo que está
generando en nuestras vidas.
La
vida no es una pérdida continua de instantes que ya no volverán,
repetidos hasta la pérdida final de la muerte. No. La vida es una
sucesión de manifestaciones de creación que tú originas en tus
pensamientos y luego ves reflejada en el mundo físico. Puedes elegir
y esa elección es únicamente responsabilidad tuya.
¿Qué
quieres elegir hoy?¿dolor, sufrimiento, negligencia, nostalgia,
envidia en definitiva? ¿o prefieres reconocer que tenemos suerte de
estar vivos, de caminar, respirar, movernos, sentir? Nos quieren
hacer creer que la felicidad está fuera, en una casa más grande, en
un coche más potente, en una piscina con jardín y en una cartera
llena de papelitos morados. Ya es hora de que nos miremos dentro y
disfrutemos de todo. Será el atajo más directo hacia la casa
más grande, el coche más potente, la piscina y los papelitos
morados y si no, al menos habremos disfrutado del viaje.
Os
quiero
Feliz
quincena para tod@s
EDU