Queridos
amigos, en esta serie dedicada a los pecados y las pasiones llegamos
al tema del orgullo. Cada nos dejaba la semana pasada sus impresiones
sobre el tema y ya mostraba que este tema del orgullo puede
entenderse de muchas maneras. En nuestra cultura, judeocristiana
para más señas, la soberbia es la mismísima responsable de que
Lucifer pasara de ángel a demonio, así que imaginaros la
importancia del tema para la teología y la mala prensa que tiene
nuestra amiga soberbia. ¿Y desde el punto de vista psicológico?
Lo
primero es recordar algo que ya comenté hace un par de entradas,
ningún error es mayor que otro, todos son errores que nos indican
hacia donde tenemos que orientar nuestros esfuerzos de desarrollo,
nada más. Dicho ésto hay que aclarar que desde el punto de vista
psicológico una cosa es percibir el mundo desde la soberbia y otra
percibirlo desde el amor a uno mismo, que como tal, es muy sano y
desde luego nada soberbio.
Si
hay algo que define al soberbio es sobre todo su deseo de amor y todo
lo demás es sólo fachada, un intento de llenar ese enorme vacío.
Así que como la soberbia está tan mal vista, querido soberbio no
te aflijas, no eres peor que nadie, sólo que te sientes
tremendamente falto de amor.
La
soberbia, como sus amigas la vanidad y la envidia, busca fuera lo que
está dentro o mejor dicho, confunde la apariencia con la realidad,
así que no le queda más remedio que tratar de mantener una imagen
que dista mucho de ser la auténtica expresión de sí mismos. Al
menos, nos vamos a encontrar con personas amables, dulces y cálidas.
Si bien en ocasiones conviene no dejarse engañar, esta calidez es
más un cebo que una verdadera expresión de afecto.
Para
entender la soberbia hay que comprender que la persona lleva en sí
un hondo sufrimiento y es este sufrimiento el que trata de evitar.
¿Acaso no es lo mismo que nos pasa a todos? Un poquito de empatía
no nos vendrá mal para entender a esta “rosa” del Principito,
que vuelca todas sus energías en ser el centro de atención
porque tiene una profunda necesidad de sentirse amada.
Casi
siempre el orgullo manifestará que es más de lo que realmente
es, porque su experiencia es la de una frustración constante en el
amor. A lo largo de mi vida me he encontrado con algunas personas
que hartas de sufrir, deciden que el amor no es para ellas. Este
podría ser un indicativo de ese orgullo que como un león hambriento
en el centro del pecho, hace sentir a la persona que es imposible que
con toda su valía la gente no comprenda lo buena que es.
Y
para demostrar que soy maravillosa, preciosa, digna de amor y de
todos los honores, lo voy a manifestar de todas las formas posibles.
Seré sexualmente activo, seductor, coqueto, perfecto en mi imagen.
Pero ojo, si no me das lo que quiero, si no me complaces y me tratas
como si fuera la persona más importante del Universo, atente a las
consecuencias porque me voy a enfadar...y mucho. Es fácil darse
cuenta de que cuando alguien se siente tan especial, le duela
profundamente que se le considere uno más, se acabó la alegría y
la fiesta.
Imagen de misrosasmarchitas.blogspot.com
Aquí
está precisamente la clave para la relación de los soberbios
consigo mismos y con el mundo y es un aprendizaje que nos viene bien
a todos, cada uno en nuestra medida. No hay nadie que sea más
importante que otro, porque al fin y al cabo todos somos igual de
importantes. Puede que uno tenga un trabajo con más éxito
social, o que genere más ingresos económicos o más guapo, según
los cánones de belleza existentes o más dotado para alguna faceta
concreta de la vida. Pero estas diferencias no nos separan sino que
nos ayudan, gracias a la cooperación, a formar un proyecto común,
más grandioso de lo que cualquiera de nosotros, individualmente,
podríamos llegar a conseguir.
El
objetivo casi siempre es el mismo: recordar que todos tenemos algo
único e intransferible, una tarea que nadie mejor que nosotros puede
hacer. Así que no hay que vender ninguna imagen, porque esto,
al fin y al cabo, sólo lleva a una continua experiencia de fracaso y
frustración. Si constantemente estamos esperando de los demás lo
que no pueden darnos, la vida se convierte en algo muy doloroso.
Algo
que también define al sujeto orgulloso es que no necesita nunca
nada. Yo suelo desconfiar, en sentido terapéutico, de quien me dice
que no necesita nada, porque al fin y al cabo, todos necesitamos
algo, puesto que no somos independientes. Así que si sientes que no
necesitas, es porque has reprimido esas necesidades y mucho peor que
no tener, es no saber lo que no se tiene.
Ya
dijo Sócrates el famoso sólo sé que no sé nada. Como vemos, esta
frase es la antítesis del orgullo, pero es la antítesis porque una
persona segura de sí misma, que se ama y se respeta, también es una
persona que conoce perfectamente lo que le falta y no tiene ningún
problema en pedirlo. Nuestro amigo o amiga orgullosa, en cambio,
sólo sabe que le falta algo y como no se atreve a aceptarlo, no
puede hacer otra cosa que ir de flor en flor, conquistando a todos
los zánganos que se cruzan por su camino, en un vano intento de
encontrar aquello que ni siquiera sabe que está buscando.
Si
te has sentido identificado de alguna manera en la descripción
anterior, lo primero que tengo que decirte es que entiendo
perfectamente tu sufrimiento. Entiendo el vacío que te roe las
entrañas y por eso también entiendo toda la gama de estrategias que
pones en marcha para llenarlo. No voy a juzgarte por tu
comportamiento, porque muchas veces, no elegimos lo que hacemos.
Date la oportunidad de encontrar eso que, sinceramente, sabes hacer.
Habrá personas a las que no les guste y está bien pero también
habrá personas a las que les guste, mucho. Y sentirás que el
verdadero afecto ni si compra ni se finge. El verdadero amor sólo
llega cuando nos atrevemos a ser la verdadera expresión de nosotros
mismos.
Todos
somos especiales, únicos, maravillosos. No hay que ganárselo, es un
derecho. El único precio que hay que pagar es sacar toda esa
gama de potencialidades al mundo, a riesgo de que no a todo el mundo
tiene por qué gustarle el fruto de lo que somos.
Atrevámonos
a ser, sencillamente y poco a poco iremos encontrando las condiciones
necesarias para que nuestros verdaderos talentos se manifiesten
en todo su sincero y exquisito espendor. Eso y un poquito de
“pulsatilla” (homeopática) tampoco nos viene mal.
Feliz
quincena. Os quiero
EDU
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