Parece
mentira pero esta vida me ha traído y llevado cual Guadiana, haciéndome
desaparecer y aparecer. Parece mentira
pero cuando las cosas son, no queda más remedio que aceptar y seguir, dejando
de luchar para que sean otra cosa distinta. Parece mentira, pero empecé el
año (y ahí acabó mi colaboración en este blog)con la intuición de que el mundo
nos depararía inseguridades y estoy terminando el año en medio de la
inseguridad exterior más apabullante de mis eras recientes, para dar el salto
hacia la seguridad interior más certera que he experimentado a lo largo de mi
vida. Parece mentira, pero después de nueve meses sin escribir nada, el proceso
del parto llega a su fin, después de que una semilla germinara en mi mente aun
sin darme cuenta de que se estaba sembrando.
No
voy a pedir perdón. La vida lleva su
ritmo, su propio proceso y a estas alturas no voy a condenarme ni a enjuiciarme
por no haber mantenido las expectativas creadas, sobre todo las expectativas
personales. Nada de lo que proyecté se ha materializado, nada de lo que
soñé se ha convertido en realidad. El Universo tiene sus propios planes y desde
luego sabe mejor que nosotros mismos lo que más conviene. Para ser más exactos,
la parte indivisible del Todo que habita dentro de la parte divisible que
creemos ser, sabe perfectamente lo que ha de hacer para manifestarse en toda su
Sublime Magnificiencia.
Hace
nueve meses, no tenía ni idea de lo que significaba realmente que no tenía ni
idea. Así la vida me ha llevado por unos derroteros inesperados para terminar
en el punto exacto, a través de vericuetos tan oscuros como inciertos. La
lección es que siempre vamos a terminar
en el lugar exacto, en el momento exacto, para manifestar la Esencia de nuestro
Misión en la vida.
Os
confieso que de alguna manera me hace gracia, mucha gracia. Con la de excusas que me he dado a mí mismo
para no terminar donde estoy ahora y resulta que no he hecho más que acercarme
al punto de donde quería huir. Para llegar y reconocer que es el único
sitio en el que quiero estar. Me hace gracia que después de escribir durante
tres años respecto de esto mismo en sus diferentes versiones en este blog,
después de estudiar y dedicar dos años de mi vida a un libro sobre el Amor
Consciente y las órdenes de ese Amor que se manifiesta en la verdad de lo que
somos, después de sabores y sinsabores por no saber materializar en la Física
lo que el Espíritu me dictaba desde el corazón, haya tenido que aprender
mediante algún que otro palo lo que significa, de verdad, todo eso que he
escrito y no me he atrevido a vivir.
Porque
sí, lo reconozco. Me he sentido
completamente abrumado y temeroso de lo que soy. Pero no voy a pedir perdón
por ello, no voy a fustigarme ni recriminarme nada y por supuesto, tampoco te
lo voy a recriminar a ti, amable lector que ha esperado pacientemente durante
un largo período de gestación, a que las musas volvieran a hacerme sentar
delante de una pantalla para compartiros esta experiencia.
Lo
que venía a deciros hoy, para lo que me he sentado delante del ordenador un primer
día de Noviembre, en una ciudad distinta, en un proyecto distinto, en unas
circunstancias que no hubiera osado nunca a imaginar, después de tan larga
introducción, son solamente dos cosas:
Una,
no tengáis miedo de quien sois.
Entre otras cosas porque os va a dar igual, la Luz siempre termina por ganarle
la partida a la Oscuridad de nuestra alma, por más que queramos encerrarla en
el más recóndito de los sótanos del inconsciente.
Dos,
dejad de luchar. Por más que tratéis
de encubriros, la Verdad es mucho más tozuda que cualquier de las falsas
mentiras que nos hemos autoimpuesto sobre nosotros mismos. Por más que nos
empeñemos en ir por donde creemos, en realidad estamos yendo hacia donde
debemos, aunque no tengamos ni idea del punto de llegada, el punto de partida,
o el trayecto que llevamos. Así, ¿para qué seguir remando contra corriente, si
lo único que se nos pide es que nos dejemos llevar por la corriente de nuestra
Sabiduría Interna y disfrutar del paisaje?
No
merece la pena, sinceramente, abatirse porque las cosas no salgan como quiero,
porque salen como deben para ser quien Soy. No merece la pena desmayarse porque falta el aliento, porque el Aliento
aparece en el último gramo de fuerza. No merece la pena extenuarse contra
el viento, porque el Viento es la señal inequívoca de la brújula interna de
nuestra alma.
Da
igual, definitivamente, da lo mismo. Haz
lo que puedas en cada momento, en cada instante, preocupándote de lo que tienes
delante de los ojos. De lo demás, del proyecto global, del camino general,
de la dirección y de las encrucijadas, ya se ocupa alguien que sabe mucho más
que tú lo que te conviene y para lo que estás aquí: Tú Mismo.
Sólo
nos queda abrir los brazos, reconocer que nuestras fuerzas materiales no
significan nada frente a una Esencia que ha venido aquí con una razón mucho más
poderosa que la mera supervivencia y agradecer que suceda lo que suceda, todos los acontecimientos de nuestra vida,
absolutamente todos y cada uno de ellos, son la única opción que tenemos para
Ser.
Gracias a tod@s vosotr@s también: A los que habéis esperado y esta
entrada les sirve para saciar la espera. A los que habéis desesperado y no
leeréis estas líneas. A los amigos
nuevos que lean por primera vez y a los viejos que hayan apurado otros
pensamientos y escritos del pasado. Gracias por hacer realidad el sueño de
compartir los recovecos más insospechados de nuestra propia y limitada
existencia.
Con
todo el Amor del mundo, de nuevo
EDU
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