Hoy empieza una nueva
vida. Y podemos elegir que empiece bien o que lo haga mal. Sin embargo, ante la
obviedad de elegir “bien”, ese pensamiento cuesta más que mover una pesada
losa. La pregunta que cabe hacerse es, ¿por qué es tan difícil, en determinadas
ocasiones, querer ser positivo? ¿Por qué cuesta tanto demostrarse que se puede
lograr? ¿Cuándo aprenderemos que el interior es el único lugar donde encontrar
lo que se necesita?
Existe un rincón en el
que siempre se está a salvo. Ese hueco está en ti, ahí dentro. Lo único que
debes hacer es dejar de taparlo. Escúchate. Busca el silencio, la tranquilidad
y piérdete en tu refugio. No hace falta nada más. Y lo bueno es que hagas lo
que hagas y vayas donde vayas, tu interior siempre está contigo. Mantenlo en
paz y aliméntalo con todo lo que te hace sentir bien.
Sin duda, la soledad es
forzosa para escucharse a uno mismo. En esa escucha, si se está atento, se
aprenderán grandes cosas. Así pues, es un error no permitirse el derecho al
tiempo íntimo. Un período en el que la única persona que te acompañe sea tu Yo.
A veces me gusta pasear
solitaria y que la gente, simplemente, venga y vaya. Lo curioso es que, esa
gente que viene y va, parece no detenerse. Entran y salen constantemente.
Incluso aquellas personas que más quieres. Incluso aquellas a las que no
comprendes. Y ese ir y venir es positivo. En ocasiones sentirás que lo
necesitas. Ansías otras caras, otras ideas, otras conversaciones, otras
costumbres. Ansías la novedad, el cambio, el aire fresco.
Si algo quiere enseñarnos
la vida es que todo lo bueno, algún día, se aleja y todo lo malo, deja una
huella imborrable.
Cuando descubres esa ley
de la física sientes la inmensa necesidad de hacerle frente. Quieres escapar
del momento. Te gustaría descubrir ese cobijo inquebrantable donde meterte como
un niño asustado y no salir jamás. ¿Qué es lo que haces? – Entretenerte. Las
vías de escape son el recurso por excelencia. Fines de semana en la sierra con
amigos, apuntarse a un curso, tomar café en una nueva cafetería, asistir a
charlas y congresos, dar una vuelta por el centro, escribir a un antiguo
conocido, oír música tan alta que las paredes vibren y ya no puedas escuchar
tus pensamientos. ¿Qué es lo que haces? – Parches. Maldita sea! Estás poniendo
parches! Y en mi experiencia, muy bien puesto tiene que estar un parche para
que realmente sirva para evitar una fuga.
Toca dejar de
contemplarse el ombligo. No interesas para la autocompasión. Así
que tiras la casa por la ventana.
Nuevo trabajo,
arriesgados proyectos, diferentes círculos sociales, actividades nunca antes
puestas a prueba e, incluso, un hogar distinto. Metes tus seis vidas anteriores
en una caja y, como ese gato intrépido que sabe que está ante su última
oportunidad pero que, sin embargo, no está preparado para dejarse vencer, sales
dispuesto a todo. Agotado por el cansancio físico, intelectual y emocional te
sientas sobre las cajas, aún sin abrir, de tu nueva vida. Tu corazón está
exaltado y tus manos quieren sujetar tu cabeza mientras te preguntas en cuál de
todas esas cajas habrás metido el whisky.
¿Cuál es la respuesta que
debes responder a la pregunta que no conoces?
Ya lo sabes. Estás aquí
por algo. El aprendizaje es necesario. El recorrido también. Dejarse la piel es
parte del proceso. Preguntarse por qué es tan estúpido como inútil.
Es como cuando te regalan
un jersey que no te gusta. Hay gente que lo cede, gente que lo deja en el fondo
del armario, gente que se conforma y se lo pone y gente que decide cambiarlo.
Aprende a disfrutar de
cada paso que des, de cada cosa que hagas, de cada decisión que tomes.
¿Y si hay que quererse
más para ser feliz?
La vida es importante no
olvidarla nunca…
CADA.
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