EL PODER DEL PENSAMIENTO POSITIVO

Hay veces que sucede, te despiertas, el mundo está bien, ordenado, colocado en su lugar. El Universo está alineado con tus intereses y tus preferencias y de pronto, como arrastrado por una violencia alejada a ti, todo ese castillo de naipes que conforma tu vida se viene abajo con la misma facilidad con la que las olas arrastran un castillo de arena. De pronto el paisaje cambia, el verdor de la esperanza que reinaba por doquier se convierte en un erial plagado de arena y soledad. Donde las fuentes de la felicidad jugueteaban risueñas no queda más que el baldío dique seco de la desesperación. El camino alegre es ahora una trocha irreconocible y desierta…

El efecto psicológico es un colosal torrente de pensamientos que te zarandea sin dejar rastro y en medio de toda esta desesperación, el propio mal trae su consuelo. La mente es casi el culmen de la creación, nos permite soñar, crear, conocer, aprender y recordar, pero a veces también es el mayor de los enemigos. Un enemigo tan íntimo y de un poder tan devastador que es imposible de vencer, sólo nos queda, pues, unirnos a ella.

En este punto es donde entra en juego el pensamiento positivo: Como decía antes, en el propio mal está el consuelo. Frente al torbellino de ideas tenemos el escudo del pensamiento. Nuestras emociones son una manifestación de lo que pensamos, así pues, si queremos cambiar nuestras emociones lo único que tenemos que hacer es romper el círculo de pensamientos que nos sumen en la agonía y empezar a pensar en la luz al final del túnel, o el sol que brilla tras cada tormenta. Cuando la riada de pensamientos aparece, la primera opción es tratar de parar la confusión. A veces, gritarse “BASTA” con determinación y seguridad es suficiente para aferrar las riendas del caballo desbocado en que se ha convertido nuestro ser interior.

Los pensamientos negativos son bastante crueles con nosotros mismos y tienen la dudosa facultad de alimentarse por ellos mismos, una ligera chispa puede hacer saltar por los aires todo nuestro orden interno. Por eso es importante pararlos, sofocar el incendio para después repoblar…La herramienta fundamental para repoblar de ideas agradables ese monte aparentemente devastado es el pensamiento positivo. Buscar la luz es una forma de encontrar la luz, pensar en las posibles soluciones es una forma de alejarse del peligro.

Probablemente uno de los libros de mayor éxito en la última década sea “El Secreto”. Este libro nos enseña a entender y utilizar lo que se llama “La ley de la atracción”. Todo él no es más que un recetario de pensamientos positivos. La lógica interna es bastante simple, cuando piensas en algo, lo atraes hacia tu vida. Así, muchas veces estamos preocupados por tener más amor, más dinero, más amigos o más poder, sin embargo, el hecho de quejarnos por lo poco que tenemos de esas cosas genera que nuestra energía no se encamine hacia obtenerlas, sino que nos rebocemos en el barro de la angustia y la inquietud. Desde mi punto de vista, no son necesarios libros ni recetas. Un mínimo de observación interior nos ayudará a darnos cuenta de aquellos pensamientos que generan y mantienen nuestra ansiedad, nuestra tristeza, ahora es necesario cambiar.



Cambiar el estado de ánimo es una tarea que exige altas dosis de paciencia y un buen puñado de esfuerzo. La genética no nos ha programado para vivir inmersos en la felicidad, la felicidad no es un estado que se mantiene, es un edificio que se construye. Orientar el pensamiento a nuestros objetivos y no a nuestros desastres, a nuestras metas y no a nuestras caídas, fortalece y hace feliz. La buena noticia es que esta habilidad se desarrolla, no es genética, pero los cromosomas han tenido a bien darnos los ladrillos necesarios para generar nuestra propia felicidad.

Hace mucho tiempo, un arqueólogo encontró un tesoro. Era el tesoro más hermoso que se había descubierto hasta la fecha. En un lugar remoto de un país remoto, una cueva milenaria albergaba joyas, cofres, monedas de oro y plata, estatuas de mármol y columnas de marfil. En cuanto dio a conocer su hallazgo, toda la comunidad científica se moría de la envidia. Fíjate, decían, qué suerte más grande. El mejor hallazgo de todos los tiempos…Al cabo de los años, emborrachado de puro éxito, el héroe se volvió cada vez más desconfiado, pasaba meses enteros contemplando y admirando las piezas descubiertas, sin que ningún museo ni visitante pudiera acceder a ellas, de tal forma que acabó marchitándose en el interior de su cueva, olvidado por el tiempo y el hastío. Un colega suyo, creyendo en el trabajo y el esfuerzo, decidió emular tal descubrimiento. Pasó meses en las bibliotecas, disfrutando de cada pergamino que le acercaba a su objetivo, viajó por medio mundo para descubrir las pistas que sólo quedaban en la memoria de los viejos hechiceros. Cuando al fin intuyó el paradero de su hallazgo, con la paciencia de una hormiga, desenterró, clasificó, organizó y ayudó a exponer cada una de las piezas que encontraba. El valor de cada una de ellas era insignificante comparado con aquel que había desenterrado su colega, pero era tal su alegría con cada nuevo descubrimiento, que ponía todo su empeño en el siguiente, los museos se rifaban los objetos, los patrocinadores no escatimaban esfuerzos, el gran público admiraba y conocía al humilde arqueólogo, hasta que el Premio Nobel vino a recompensar todos sus esfuerzos.

El pensamiento positivo actúa como el arqueólogo del cuento. Encuentra una oportunidad en cada fracaso, no se rinde ante las dificultades y sigue construyendo más allá del resultado, porque lo importante no es el éxito obtenido, sino el placer que me brinda poner todas mis habilidades al servicio de una meta, sea cual sea el punto en el que me quede. La felicidad no es un tesoro que pueda mantenerse, pues corre el riesgo de marchitarse y morir. Más bien es esa planta que, regada y cuidada cada día con esmero, nos saluda en primavera con sus flores, por un lado las mismas y por otro siempre distintas.

Muchas gracias a tod@s por vuestro apoyo y espero que disfrutéis de una semana llena de felicidad y pensamiento positivo.

EDU

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