Hoy, mi post semanal es una reflexión verbal. Para estar más cerca de vosotros y vosotras, he decidido hablaros directamente.
En el enlace aquí debajo, encontraréis mis reflexiones. Pínchalo. Sólo son tres minutos que espero que os agraden tanto como para mí ha sido poder dirigirme al público en directo.
Por si lo que os gusta, realmente, es leer, os he añadido el post por escrito.
Ya me contaréis vuestras preferencias para la próxima.
Feliz final de semana!!
HACE FALTA VALOR PARA MIRARTE Y DECIR NO
Creo recordar que nunca he comprado pañuelos en un semáforo. Hace un par de días, estaba parada con mi coche en un cruce y se me acercó la clásica vendedora ofreciendo tisúes. El gesto es ya un clásico. Se acercan a tu ventanilla, te insisten un poco y tú sigues a lo tuyo: ajustar el volumen de la música, revisar un correo en el móvil, mirar para otro lado… lo típico!
Pero el otro día, fue un poco diferente. Vinieron a mi cabeza dos ideas repentinas. La primera, recordé mi adolescencia. En una ocasión íbamos cuatro amigos en un destartalado coche. Probablemente más de la mitad ni teníamos la mayoría de edad. Detrás, una pareja discutiendo. Nos detuvimos en un semáforo y apareció el amable vendedor. La chica le recordaba al chico que era un maleducado y, enzarzados en su disputa él le dijo a ella: “y tú? Que ni siquiera has mirado a los ojos al señor de los pañuelos para decirle que “NO””.
¿Por qué había recordado, de pronto, aquel estúpido suceso sin importancia?
Porque era cierto. Ni siquiera sabemos ya mirar a los ojos para decir NO.
Estamos tan metidos en nuestro quehacer diario que nos hemos vuelto fríos y distantes con el prójimo que comparte calle, transporte o cafetería.
Durante un tiempo, aquel comentario me había calado tan hondo, que siempre miraba a la cara de los vendedores ambulantes para decir “no”. Dejé de hacerlo cuando descubrí que con ese amable gesto estabas condenado. Ya no había forma de quitártelos de encima.
Con el tiempo, hasta olvidé la anécdota.
La segunda idea repentina que vino a mi cabeza tiene que ver con el valor.
Hace falta mucho valor para vender pañuelos en un semáforo. Al menos, son más valientes que cada uno de nosotros: saben mirar a la cara. Saben utilizar sus mejores estrategias, sin duda. Probablemente, esto les haya convertido en los mejores comerciales. No tienen miedo a nada y, probablemente, arrastren una historia detrás cargada de intereses tan profundos como sorprendentes.
Ahora que todas las empresas buscan buenos comerciales capaces de vender cualquier cosa en las peores condiciones, deberían replantearse la contratación de estas personalidades. Cuando no se tiene nada que perder, se puede apostar fuerte.
Todo este discurso, enlaza muy bien con una frase que captó mi atención y que escuché en el cine viendo una película sobre un conocido libro. La sentencia venía a decir algo así como: “la gente tiene más miedo a ofender que al dolor”.
Las personas, en general, tenemos dificultades para decir no, sobre todo si debemos mirar a los ojos para hacerlo. Preferimos sufrir que quedar mal con el otro. Rechazar algo, aunque no lo queramos, cuesta si eso implica hacer que la otra persona pueda sentirse ofendida, aunque no nos importe. La naturaleza humana es así de estúpida y poco pragmática.
Parece que uno podría terminar recluido en su casa si se le acusase de haber dicho que no por el simple hecho de inapetencia y no por una razón que fuese lógica para la mayoría.
Ahora la vida en sociedad va de eso: para rechazar hay que justificar. Sin embargo, en la aceptación todo vale. Por este motivo no puedo mirarte a los ojos cuando te digo que no quiero comprar pañuelos ilegales.
Por esta razón, te estoy contando este post mirándote a la cara…
CADA.
Hola Cada:
ResponderEliminarYo llegué hace tiempo a la misma conclusión que tú, pero decidí mirar a los ojos a la gente. Tener un chispazo de quién es esa persona aunque no la vuelva a encontrar en la vida. A veces sorprende la reacción que provoca una simple mirada, cuando se mira de verdad.
A veces también se necesita valor para mirar, porque pueden hacerte daño.
Gracias por el post, además de divertido te hace reflexionar en cómo vivimos. Creo que me voy a hacer fan vuestro. Un amigo
Estimado amigo,
ResponderEliminarGracias por compartir tus reflexiones con nosotros. Nada me satisface más que crecer como comunidad educativa!!
Ójala nos hubiesen enseñado a mirar más y a ignorar menos. Hoy, todavía podemos aprender...
Un saludo afectuoso,
CADA.
Eso mismo me pregunto yo cuando le propongo sexo a mi pareja!! Hace falta valor para mirarme y decir no.
EliminarJAJAJAJA!
Jajaja, eso es autoestima y lo demás es tontería! ;-)
EliminarHola Cada!
ResponderEliminarLeyendo tu post he recordado los tiempos en los que hacía teatro; una vez en una improvisación me tocó hacer de una chica que pedía limosna en el metro. Todos mis compañeros de teatro hacían lo que tu dices, miraban para otro lado, se ocultaban en el periódico... Las cosas que sentí fueron muy fuertes. Aún lo recuerdo y hace más de 10 años! Estar pidiendo ayuda y no recibir ni una mirada... buf, me quedo sin palabras.
Desde entonces suelo mirar a la cara, aunque sea de reojillo, y aunque muchas veces diga "no".
Un saludo!
Es interesante cómo las circunstancias nos pueden enseñar a empatizar. La escuela se olvidó de valores que, más adelante, nos puso la vida ante nuestros ojos...
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios! Sigamos enseñando y, más aún, aprendiendo!
CADA