Hoy quiero compartir una experiencia
muy, muy personal.
Habitualmente no soy tan autobiográfico, aunque evidentemente mis escritos
tienen un nexo de unión con mi vida cotidiana, pero hoy quiero compartir con
todos vosotros una situación que me tiene un tanto extrañado, por si en algo os
puede ayudar a vosotros mismos.
Hace
unas semanas participé en una actividad de desarrollo personal, de esas que
luego sirven para que los amigos se rían de las cosas tan extrañas que haces y
después pasen a preguntarte en qué te ayuda para poder hacerlo ellos. Más allá
del contexto, lo importante es que después
de esa sesión aprendí algo: No me quiero a mí mismo.
El
descubrimiento me dejó un poco anonadado, la verdad. Con esto del amor, sobre todo cuando es el amor a uno mismo, a uno
siempre le parece que hay suficiente. Si estuviéramos en un aula y os
preguntara si os queréis, el 95% por ciento de vosotros contestaríais que sí
sinceramente y un 5% restante haríais lo mismo para no mostrar en público
vuestras heridas emocionales. Pero como no estamos en un aula y a la única
persona que puedes engañar es a ti mismo, te
pido que te tomes un par de segundos para contestar a la pregunta: “¿Te amas?”.
Probablemente,
la mayoría de vosotros os habéis dejado llevar por la primera impresión de que
es así, efectivamente tu autoestima es correcta, hay días que te ves guapo (o
guapa) delante del espejo, eres proactivo, amable, simpático y estás valorado
en el trabajo por tu capacidad para gestionar tus propias emociones y cuando no
es así, nos lees a CADA o a mí para aprender un poquito más (Gracias!!).
A
mí me pasó exactamente lo mismo, al principio casi hasta me enfadé. ¿Cómo que
no me quiero? Pues si me quiero mucho o al menos, no sé cómo quererme más…¿Mmmm?
¿Una falla en el paraíso de mi autoconcepto? No sé cómo quererme más y si no lo sé, será que no me quiero lo
suficiente…Pues vaya.
En
ese momento, me puse a investigar las expectativas que estaba tratando de
satisfacer en los demás y me di cuenta de algo importante. Una gran cantidad de mi tiempo se va en satisfacer la idea que otros
tienen de mí en vez de dedicarme realmente a mí. Es decir, me coloco un
disfraz y como me resulta más fácil andar con él puesto todo el día por la
calle, empiezo a pensar que ese disfraz soy yo y a partir de ese momento, mi
único objetivo consiste en que nadie me quite la máscara.
Entonces
me di cuenta de algo: Ese supuesto amor
a mí mismo no era más que el “amor” al disfraz, porque en realidad no tenía
ni idea de quién era y no se puede amar lo que no conoces.
Imagen de lasendadebaraka.blogspot.com
Así
que lo primero que debía hacer era conocerme y en esas andamos, porque cumplir con las expectativas de los demás
no es amor, es una forma de control, es una condición para resultar aceptado.
Sin embargo, si el amor es incondicional, no puede tener condiciones, no puede
ser que me quiera siempre y cuando esté en determinadas circunstancias. ¿Qué es
lo que siento cuando estoy conmigo mismo?¿Sin nada más?
Al
principio parece que dices bien, de vez en cuando apetece un relax, una taza de
café mirando por la ventana y un poco de tele sin que nadie te moleste. Pero estar a solas con uno mismo sin nada más,
ni café, ni tele, ni siquiera pensamientos…ay amigo, eso es más complicado.
Te
propongo un sencillo ejercicio que yo aún no he podido realizar sin sentirme
ridículo: colócate delante de un espejo, sin ningún tipo de disfraz (sí, eso
significa sin ropa), cierra los ojos, dirige tu mirada al vientre, sin juzgar,
sólo mirando. Ve elevando la mirada poco a poco, sin pensar en ese lunar, en lo
fláccida que está la piel en tal o cual lugar. Mira a los ojos de ese reflejo que eres tú mismo y di:”te amo”.
Sencillamente. A ver qué pasa. A ver qué sientes.
Y
después permanece contigo mismo, sin hacer nada. Observa cómo estás con la
persona más importante de tu vida, con la única persona que te acompaña desde
el nacimiento y la única que te acompañará en el momento de la muerte: TÚ.
Una
de los aprendizajes más importantes que he tenido estos días de encuentro
conmigo mismo y no con mi disfraz (disfraces, más bien) es que no hay grados en el amor, no se puede
querer mucho, bastante o poco. El amor es una cuestión de todos y nadas,
independientemente de cómo se manifieste. O me amo o no. Y amarme significa
reconocerme, aceptarme, disfrutarme y comprenderme. Amarme significa ser y todo
lo demás no son más que mecanismos de defensa para tratar de sustituir la
sensación de que no tengo amor suficiente.
Pero
de ese tema, el de los mecanismos de defensa, ya hablaremos en otro momento.
Espero que disfrutéis de vuestra experiencia en el espejo y sobre todo, que eso haga de todos nosotros personas más
honestas, para empezar a construir un mundo mejor y sobre todo, más verdadero.
Un
fuerte abrazo y feliz semana para tod@s
EDU
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