En
esta primera entrada del año, me gustaría hablar sobre un tema que
parece manido pero que sin embargo está de plena actualidad.
Evidentemente hay fechas en el calendario más proclives a ciertos
temas y los albores de un nuevo año son dados a los propósitos y a
los comienzos.
Una
ley inexorable del Universo físico en el que nos movemos es que es
cíclico, en el sentido de que necesitamos percibir los opuestos
de una manera alternativa, por eso, desde nuestro entendimiento, la
realidad está compuesta de extremos que se complementan entre sí.
Pero que nuestro sistema perceptivo esté adecuado al tiempo y al
espacio no significa que las cosas sean así, sino que las vemos así
y esto es una gran diferencia, pues la realidad es todo a la vez,
aunque no sepamos o no seamos capaces de aprehenderla en su
totalidad.
En
cualquier caso, a todo final le corresponde un principio. Me
gustaría en estos comienzos del año recalcar la naturaleza de ley
que se esconde tras esta aseveración: una ley es una fórmula
general que expresa la generalidad, una suerte de brújula que nos
guía. Cuando decimos que una de las leyes del Universo es que es
cíclico, lo que queremos decir es que tarde o temprano todo
llega, o todo pasa, según se mire.
Como
estamos hablando de comienzos, nos quedaremos con la parte del todo
llega. Y lo más gracioso del caso es que llegará, seguro. No
hay que esforzarse, no hay que recurrir a ningún tipo de ritual, no
hay que caminar por un sendero de brasas encendidas mientras se hace
el pino puente desnudo a la luz de la luna llena. En esto radica
la esencia de las leyes, que forman parte de la estructura del
Universo y ya está. Sin más.
Otra
de las características de las leyes es que están más allá de las
creencias. Da igual que creas o no en la ley de la gravedad, por
muy escéptico que seas respecto al tema, no se te ocurriría tirarte
desde un quinto piso. Con esta ley cíclica pasa exactamente lo
mismo. No necesitas creer que las cosas son así, simplemente son.
Todos estamos inmersos en este cíclico ir y venir de circunstancias,
personas, emociones, entusiasmos y desencantos.
Así
que estos primeros de Enero no hacen más que recordarnos lo que
todos podemos experimentar cada día, que la vida es un constante
volver a empezar, en el trabajo, en la vida, en la pareja, en las
relaciones, en mí, en mis células y hasta en las moléculas más
fundamentales de mi cuerpo.
Claro
está que uno puede quedarse simplemente en los finales, evocar
una y otra vez con amargura y nostalgia aquel tiempo en el que fue
feliz, envenenarse (literalmente) la sangre cultivando un rencor
marchito hacia alguna persona o situación, en busca de una justicia
que nunca termina de llegar, martirizar al exterior apelando a una
suerte de mecanismo de compensación por lo sufrido en el
pasado...Esa es una opción y es válida, pero como vivimos en un
mundo de opuestos, yo propongo que al menos tengas en cuenta la
opción contraria, que sepas que siempre está a tu disposición el
libre albedrío y para actualizarlo al menos debe existir una opción
que escoger, aunque no la veas.
(imagen de automotivacion.net)
Y
ante los finales, la opción que tienes es la de los principios. Todo
pasa y todo llega. Todo acaba....y todo comienza!!! Lo viejo tiene
que hacer sitio a lo nuevo y para ello no le queda más remedio que
irse. Al igual que es imposible llenar un vaso que ya está a
punto de rebosar. Hace poco tiempo volví a coincidir con un
viejo sketch de Tip y Coll donde, con mucha más gracia, explicaban
esto mismo.
Cuando
entendemos que nuestra existencia es un vaso lleno continuamente, no
queda más remedio que aceptar que constantemente tenemos que
vaciarnos para poder llenarnos, en un constante fluir de finales y
comienzos que inexorablemente también terminarán para dar paso a
otros comienzos, esos que ahora mismo ni siquiera nos imaginamos.
Muchos
de vosotros y vosotras ya habréis acumulado un importante deseo de
quitarme los pelos del bigote, frustrados por el recuerdo de esos
finales, permitidme que os diga, si es que las líneas anteriores os
han enfadado, que las leyes no son patrimonio de nadie en particular.
Es mucho más sencillo adaptarse a cómo funcionan las cosas que
tratar de parar una maquinaria que sólo está a nuestro servicio.
Porque bien mirado, sentarse a observar el río de nuestra vida, sin
querer apresar el agua que fluye ante nosotros, es una bendición. A
nadie se le ocurriría enfadarse contra la ley de la gravedad, pues
no parece cómodo vagar indefinidamente por el Universo. De la misma
manera, a nadie debería molestar la ley de la circularidad, pues nos
permite siempre una nueva oportunidad, aunque en este caso necesite
de nosotros la pequeña colaboración de dejar que lo anterior deje
paso a lo nuevo.
Es
tiempo de comienzos, aunque una fecha arbitraria en un calendario
arbitrario no implique necesariamente que nuestra vida se resetee
cada uno de enero, no podemos ser tan pretenciosos, pero lo que sí
nos recuerda cada comienzo es que el principio es ahora mismo.
Soltar es una decisión, recibir es una decisión, comenzar es una
decisión, no una hoja colgada en la pared, no una circunstancia
externa.
Cada
página en blanco es una nueva oportunidad para realizar lo que
deseas, cada día que comienza es un regalo para alcanzar lo que
ansías, cada adiós es un nuevo hola y cada conquista es un
recordatorio de que la cima aún está un poco más arriba.
La
desilusión es el precio de querer vivir con los viejos filtros, las
viejas creencias, las viejas ataduras. Tú eliges. Yo deseo que estas
dos páginas puedan serviros para creer en los nuevos principios,
valga la redundancia. Deseo que este volver a empezar no suponga
una carga sino una nueva oportunidad para que de verdad te acerques a
quien realmente eres, esa persona maravillosa y perfecta sin la que
el mundo estaría huérfano de lo más importante: TÚ.
Que
esta semana sea la primera del resto de tu vida
EDU
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