Vicio consistente en el apetito desordenado de los
deleites carnales. (RAE, 2014).
La lujuria es el vicio animal por excelencia. Es la fiera que llevamos
dentro. Es el exceso convertido en deleite. Aunque los animales no saben de
pecados, sí de excesos. Y a sabiendas de que cada animal que se encuentre en la
naturaleza podrá ser sorprendido cometiendo cualquiera de los siete pecados
capitales, no será acusado por ello y se verá su falta con absoluta
indulgencia.
Pero los animales no planean el número de hijos que tendrán. Ni
siquiera se plantean que su descendencia tiene como finalidad salvaguardar la especie. A ellos
también “les pica”. Ellos también cometen acto de lujuria.
La diferencia radica en que nosotros lo sabemos y, ese hecho, lo
vuelve pecaminoso. Como siempre, no sé si el acto de pecar radica en que
alguien decidió que lo que puede catalogarse como lujuria es un pecado o en
creer que la demasía, en cualquiera de sus formas, es inaceptable. Quizá, una
sociedad que piensa constantemente en lo mal repartido que está el mundo y cómo
la riqueza debiera redistribuirse para tocar todos a los mismo, tenga la
tendencia a creer que los deleites del cuerpo también han de repartirse, no
vaya a ser que haya dos por ahí haciendo uso y abuso mientras otros se comen
los mocos.
Pero qué puedo decir yo… La mujer que en más de una ocasión ha
asegurado que se equivocaba al creer que en la vida se podía tener todo y, sin
embargo, lo continuaba pensando. La que descubrió que la mayor parte de la
gente no entiende lo que significa que la vida se rompa. Y cuando la vida se
rompe y hay que recomponer, el prisma desde el que se empieza a mirar todo
cambia completamente la visión del juego. Yo, que abracé el riesgo a pesar de
que lo que podía encontrarme fuera inseguridad; a pesar de los elevados costes
que produce. Yo, que valoré la condescendencia de la nueva vida desestructurada.
Pero la mayoría se conforma con lo que cree que es mejor y no va a por lo que
desea. Seguramente porque al vivir en el deseo se te acusará de lujurioso y,
eso, es un pecado.
A lo mejor mi pecado es la lujuria. Y lo es porque cuando te vas, siento que
te llevas mi sonrisa. Porque cuando te quedas quiero más y cuando no estás no
pienso en otra cosa. Porque si no puedo echarte de menos a rabiar cada vez que
estás lejos, es que no te quiero lo suficiente.
Lo siento, pero siempre controlé muy bien mi cabeza y muy mal mi
corazón.
Te quiero es demasiado posesivo para ser real. Te quiero para mí. Te
quiero tener. Te quiero porque siento que eres mío.
Y en el deseo de poseer todo es demasiado breve.
Qué es el exceso? Qué es excesivo?
La próxima vez que te vayas no te lleves mi sonrisa, que ni puedo
estar tantos días sin ti ni puedo estar tan seria…
CADA.
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