La frase que despertó mi interés fue Las cosas son como son, no como nos gustaría que fuesen. No era la primera vez que la oía. Incluso comenté con Edu algunas anécdotas acerca de esto y llegamos a una conclusión conjunta: ¡Claro que las cosas son como son! Esto es evidente; pero que sean así no quiere decir que no podamos trabajar para hacer que se vuelvan como nos gustaría que fuesen.
No aceptar la realidad tal y como es podría llevarnos a vivir una situación paralela que no sería otra cosa que una distorsión de lo que sucede a nuestro alrededor. Si no aceptásemos lo que hay, estaríamos continuamente imaginando lo que no es y, para esto, hay un nombre terrible que no es otro que conducta paranoide. Bien, aceptado el punto en el que las cosas son como son, avanzo un poco más para llegar a la siguiente parada: ¿Cómo nos gustaría que fueran? ¿Es alcanzable el objetivo que las va a hacer cambiar? Cuando todo parece indicar que sí y, sin embargo, la realidad que deseamos se vuelve inalcanzable puede que haya condicionantes externos que estén influyendo en nuestra contra.
A partir de aquí podríamos hacernos un montón de preguntas que tendrían que ver con si nos conviene cerrar o no definitivamente la puerta ante algo que, no sólo se ha vuelto inalcanzable sino, mucho peor aún, nos hace daño.
Pero aconsejaros sobre qué hacer o no hacer en este sentido es un trabajo más de Edu que de Cada.
Yo, desde mi perspectiva personal, lo único que puedo hacer es contaros una visión particular de lo que puede suceder cuando atravesamos un túnel sin estar muy seguros de en qué dirección está la salida.
En mi experiencia vivida en este sentido he encontrado gente que me ha aconsejado no cerrar puertas sino sólo entornarlas. Alguien me dijo una vez que es bonito vivir con un objetivo que parezca inalcanzable, sólo por el maravilloso hecho de trabajar cada día con la esperanza de que quizá podría conseguirse. Conocí gente que vivió toda su vida persiguiendo imposibles; Supe de personas que tuvieron un secreto escondido en su corazón y que lo llevaron consigo eternamente; Oí acerca de seres humanos que vivieron una doble vida de fantasía… Y el hecho de creer que aquello que añoraban estaría de su lado días, semanas, meses, años después, les hacía vivir con plenitud y aceptar su condición.
Tras años de largo camino en el intento de aceptar mi propia condición sin que este hecho se produjera a modo de resignación, me di cuenta de que no sabía si tendría las fuerzas suficientes para conseguirlo. Pero aún más, en mi arduo recorrido me pregunté continuamente si debía volver atrás, detenerme a medio camino o continuar avanzando a ciegas.
(Imagen de: sumatuvoz.com)
Es fácil pensar que lo lógico sea seguir contra viento y marea. Pero cuando no se ve la luz al final del túnel, cuando la desorientación se apodera de tu cuerpo, ya no sabes a qué aferrarte para tener aliento.
Puede que no sea tan bonito luchar por algo que nunca llega. Puede que no sea tan sencillo vivir feliz con lo que se tiene en un estado de inconformismo puro.
En mi búsqueda del buen camino analicé cómo debían ser mis sentimientos. Miré hacia dentro y descubrí que eran tan fuertes que no podía ejercer control sobre ellos. Ahondé en mi alma y me pregunté a gritos por qué soy como soy. Quizá nunca llegue a racionalizar los sentimientos como otras personas de mi entorno parecen conseguirlo, pero si algo aprendí es que no quiero hacerlo. ¿Quién puede ser tan frío? ¿Quién quiere vivir negándole a su corazón sus deseos?
Yo sólo soy un ser pequeño. Tan ínfimo que no conoce el secreto de la felicidad, pero que lo ansía por encima de todo. Y en el intento por descubrir las recetas que me lleven a una vida mejor, a veces pienso que los objetivos están tan lejos que no merece la pena perderse más y más en un camino tan complejo.
Resueltamente me quedo con el refugio que me produjo mi último descubrimiento:
Podrán decirme que lo idealizo todo demasiado; podrán sugerirme que las cosas no serán como yo quisiera; pero lo que nunca podrán lograr es que deje de pretender lo que está en mis sueños…
CADA
La frase "Las cosas son como son..." solo sirve para aquellas cosas en las que no has influido nada de nada... pero las cosas que te pasan en la vida no son como son, son como has hecho que fueran... siempre podemos influir en algo que ocurre, aunque sea imperceptible, para bien por favorecer a que ocurran o por dejadez no haciendo nada para que no ocurran, y es mas bien esa vez, la que actuas con dejadez, la que los resultados no te satisfacen, la vez en la que te sientes frustrado. Por eso, como me dijo mi segundo Jefe... <>
ResponderEliminarEn definitiva las cosas son como hemos hecho que fueran...
Que bien Cada, me alegro que mi comentario te inspirara la idea de un nuevo post...ummm en realidad aceptar las cosas como son, a veces consiste precisamente en darte cuenta de que estás ahí en mitad del tunel y no sabes muy bien para donde tirar...y aceptar ese momento es sencillamente aceptar que no tienes más pistas sobre como avanzar y darte tiempo pues las cosas tarde o temprano cambian y se acaban resolviendo de una u otra forma...al menos esa es mi experiencia.
ResponderEliminarMuy interesante tu post! Gracias por compartirlo...