CADA nos recordaba el lunes que la Navidad ya está a la vuelta de la esquina. Cuando veo las luces, las prisas, las compras y la parafernalia titiritera de los grandes Centros Comerciales siempre recuerdo una frase que solía decir el padre de un buen amigo mío: “Yo no quiero Reyes, que eso es para los niños”, claro, que él lo decía porque así tenía excusa para no ejercer.
Como a menudo una cosa lleva a la otra, he pensado que en estas fechas podría ser interesante hablar precisamente de eso, de ser niños, aunque tranquilos, no pretendo un panegírico del tipo cualquier tiempo pasado fue mejor (al fin y al cabo no hay mejor momento que el presente, porque es el único que existe). Me gustaría dedicar este post a daros algunas razones por las que me gusta ser niño de vez en cuando y algunas claves para postergar la infancia sin ser un Peter Pan.
Si tenemos que hacer caso de un señor llamado Berne, todos llevamos en nuestro interior tres personas: Un Padre, Un Adulto y Un Niño. Estas tres personas van comunicándose dinámicamente con ellos mismos y los demás, dando origen a unas relaciones personales concretas (todo esto se llama Análisis Transaccional, os aconsejo echar un vistazo en la red para aprender más). Ser Niño supone entrar en contacto con todo nuestro mundo emocional, caprichosos a veces, sí, pero divertidos. Como un hombre muy sabio me dijo una vez: “Una relación entre dos personas adultas está muy bien, pero si somos adultos en todas las circunstancias, honestamente, es un muermo”.
Cuando dejamos que la mirada del niño se adueñe por un instante de nuestra vida la mirada se desempaña de prejuicios y se sorprende en cada esquina. Así que la primera recomendación es adoptar la actitud de dejarse sorprender. Tírate al mundo como si fuera la primera vez que sales a la calle, experiméntalo todo: ¿Qué tacto tienen las hojas secas de los plátanos?¿Qué se siente al pasear por un camino cubierto de hojas?¿A qué sabe el frío de la mañana? No sé vosotros, pero son preguntas que yo me hice alguna vez y a las que de vez en cuando me gusta volver a darle respuesta, porque lo más interesante es lo siguiente: “El frío de la mañana tiene un sabor distinto de un día para el siguiente”
Por eso, las luces que adornan las calles son distintas, porque las miramos con una actitud distinta, por eso, la sonrisa de un niño nos llena de genuina alegría, porque es transparente y sincera. A mí me gusta practicar un pequeño juego que llamo “limpieza mental”. Paseo por un lugar conocido, una calle, una plaza, tratando de encontrar algo nuevo o distinto. Cuando lo encuentro, simplemente me paro, lo observo detenidamente y con tranquilidad, sonrío. Al principio puede parecerte un poco absurdo, pero es gratificante descubrir un nuevo mundo en medio de la misma rutina de siempre, ¿no dan ganas de sonreír?
Quizá seamos capaces de sorprendernos, pero si conseguimos avanzar un poco más en nuestro proceso incluso seremos capaces de ilusionarnos. Éste es un tema complicado. La ilusión, por un lado, supone creer en mitos e interpretaciones de la realidad propios de un desarrollo en proceso. No voy a descubriros a estas alturas que Adán y Eva sólo son un cuento para expresar una creencia…Sin embargo, a veces es sano “hacer como si”. Estirando un poco más la anécdota con la que comenzaba este post, en realidad lo que le pasaba al padre de mi amigo es que había perdido la ilusión. La persona que consigue ilusionarse no es un bobo, puesto que es plenamente consciente de cómo la realidad es. El ilusionado es aquel que aparenta dejarse engañar y en realidad simplemente es consciente de que todo es relativo en esta vida, o mejor dicho, que a veces nos falta perspectiva para enjuiciarla. Bien mirado, la ilusión nos permite darnos cuenta de que las cosas no son necesariamente como nos han dicho que son, esto hace que nos volvamos más flexibles y dejemos abiertas las puertas de la mente para ideas nuevas, lo que facilita que también se nos abra un poquito más el alma.
Quisiera atraer vuestra atención hacia una pequeña trampa. Decir que es bueno dejarse llevar por nuestro lado infantil tampoco quiere decir regresar a la etapa mítica en la que los niños viven inmersos. El mito es una explicación mágica del mundo que me rodea, creer más allá de lo que me dicen mis sentidos y mi propia experiencia. El truco para salir de la trampa es ir más allá de lo que soy, bucear en mí mismo, descubrir nuevas asociaciones y sentidos, salir a la calle sin el engorroso escudo de que sé exactamente lo que me voy a encontrar y aceptar que la vida es un paseo donde cualquier cosa es posible y nada es tan importante como para tomárselo realmente en serio. Conozco gente que se levanta a las 7:16 porque sabe que tarda exactamente 13 minutos en salir de casa y así puede coger el autobús de las 7:33 para alcanzar el tren de las 7:51. ¿Qué pasaría si por una vez decidimos tardar 25 minutos, pero disfrutar realmente del desayuno en vez de tomarnos el café a la carrera mientras nos ponemos la chaqueta?
Hemos hablado de dejarse sorprender, vivir con ilusión y flexibilidad o experimentar las cosas por uno mismo. Ninguna de estas cosas es posible sin sentido del humor. Cierto desapego y relatividad nos conducen, necesariamente, a reírnos amablemente de las circunstancias. Probablemente, lo que aquel hombre sabio me quería decir es que no hay situaciones tan importantes que no permitan la risa y la alegría. El humor es una característica de las personas felices, una de las manifestaciones más genuinas de que hemos descubierto el tesoro de la vida. Me atrevería a decir, incluso, que la risa puede ser un termómetro del amor: ¿No somos más amables cuando disfrutamos?. En cierta ocasión, charlaba con mis amigas Luisa y Paqui sobre algo parecido, cuando Paqui preguntó si era posible mantener siempre la ilusión en la pareja. Luisa, que por entonces llevaba 10 años de convivencia, levantó la mirada, sonrió levemente y dijo, a modo de confidencia: “Para mí es fácil, basta con hacernos reír un poco antes de meternos en la cama…y además es el mejor aliado contra la falta de deseo”. Como podéis imaginar, nos estuvimos riendo juntos un buen rato.
A menudo se dice que los niños son los que más disfrutan de la Navidad , quizá porque se celebra un nacimiento. Os animo a disfrutar como ellos, con la ilusión y la grandeza de quien llega nuevo al mundo, os animo a descubrir el genuino amor que se esconde en cada risa y a no dejar pasar ni un solo día sin reír.
¡¡¡ FELIZ NAVIDAD A TOD@S !!!
EDU
Edu, sinceramente me ha gustado mucho!!! se que esto no crea polémica, pero estoy vivo un año más y eso me hace ser más positivo aún!!!
ResponderEliminarUn abrazo y que la ingenuidad infantil os haga vivir una Feliz Nochebuena y una gran Navidad.
Besos
Muchas gracias por tu comentario. Como siempre recibir comentarios así nos hace seguir adelante con esa ingenuidad y alegría infantiles. Aunque por supuesto aceptamos comentarios que creen polémica.
ResponderEliminarFeliz Nochebuena y Navidad a tod@s
¡Viva la risa! Totalmente de acuerdo. El sentido del humor es la mejor medicina para casi todo! Y sin duda recuperar ese niño que llevamos dentro dejando a un lado lo de ser siempre políticamente correctos ayuda mucho!
ResponderEliminarGracias Edu!
Pues a mi esto de la Navidad me parecen paparruchas, se gasta mas de la cuenta y no se tiene respeto por aquellos que nos gusta la seriedad y la tranquilidad.
ResponderEliminarFirmado:
Ebenezer Scoorge
Gracias a todos por vuestros comentarios, especialmente a ti, Ebenezer. Gracias por decir lo que piensas, eso también es ser niño. Además estoy totalmente de acuerdo en que la Navidad ha perdido parte de su trascendencia, aunque también pienso que recuperar nuestro niño nos acerca más al maravilloso misterio de la auténtica Navidad, más allá de la parafernalia de luz y música. ¿Qué opinas?. Un abrazo. EDU
ResponderEliminarHola Edu!
ResponderEliminarMe ha encantado el post!! Estudié un poco de análisis transacional cuando hice la carrera de Psicopedagogía y me encantó!! Me acuerdo que todos los compis nos quedamos con una frase grabada: "Tu estás bien, yo estoy bien". ¡Qué fácil!
La verdad es que tengo mucha suerte de trabajar rodeada de locos bajitos que me enseñan algo nuevo todos los días, disfruto como una más con ellos, aprendo y me contagio de sus ganas de vivir. Son todo un modelo a seguir, y más en estas fechas tan especiales.
Saquemos todos al niño que llevamos dentro, aunque sea un ratito....
¡Feliz Navidad Edu y Cada!
Ruth
Gracias Ruth!!!Ciertamente estar cerca de "esos locos bajitos"es una técnica infalible para dejarse llevar por la alegría y la ilusión. Feliz Navidad para ti también y Feliz Año Nuevo. EDU
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