¿Cómo puede ser que te hayas levantado feliz, el día haya transcurrido bien y, sin embargo, llegues a casa por la noche con un enfado de mil demonios sin razones aparentes?
Las pequeñas incomodidades tienen la culpa. Tú te esfuerzas lo suficiente y pones todo el empeño del mundo en empezar con buen pie y hacer de tu día unas horas por delante agradables y colmadas de éxitos. Entonces... ¿Qué ocurre?
RIIINNNNNGGGGGGG!!!!!!! Suena el despertador. Te levantas de un salto, te calzas unos pantalones de chándal, una sudadera, unas zapatillas y sales a correr. Media horita es suficiente. Hoy llueve, pero no pasa nada. Estás a tope, en plena forma. Un poco de lluvia no te hará daño y servirá para espabilarte.
Llegas a casa, te metes en la ducha, te vistes, bebes un poco de zumo y es en ese momento cuando comienzas a sentir que empieza la jornada.
Y vaya si empieza... la lluvia siempre propicia un poco más de atasco y mucho más en lunes. Pero no te importa. Hoy hay cosas importantes que hacer y ni la lluvia ni el tráfico tienen nada que ver con toda la energía que tienes dentro para hacer que tus proyectos funcionen.
Llegas al trabajo, bajas del coche y ¡zas! metes el pie en un charco. ¡Qué contrariedad! Pero eso no es nada. En cuanto abras la puerta te quitas el calcetín y lo pones en cualquier radiador unos minutos y listo. Pero al llegar hay dos personas esperándote y tres llamadas pendientes ¡¿Acaso el tráfico sólo te ha afectado a ti?!
Empiezas a atender las visitas y no puedes dejar de pensar en ese pie que se te está quedando tieso. Por fin terminas todo lo pendiente. Son las 12 de la mañana. Aún no has comenzado con el proyecto que quieres presentar hoy, pero no importa. Primero debes ponerte un café. Te lo has ganado. El pie hace rato que te da igual. Te pones el café y te sientas ante tu ordenador. El teléfono te interrumpe una y otra vez. Tienes que hacer esto y aquello. Vuelves a tu mesa. Son las 13:30. El café está más congelado que tu pie. ¡Qué asco! Lo tiras por el lavabo y piensas: hoy no es un buen día para empezar con el proyecto. Será mejor que atienda todas estas urgencias que están surgiendo y comience el proyecto mañana desde primera hora.
Pasa el tiempo. No has tenido ni un momento para comer y tienes la incómoda sensación de que tampoco has cumplido con el objetivo del día. Tratas de reconfortarte con el pensamiento de que eres humano y lo has hecho lo mejor posible. Tampoco ha estado tan mal la cosa. Sí; incluso ha estado bien. Has colaborado y resuelto bastante. Seguro que mañana podrás emprender lo que tenías en mente para hoy y no habrá complicaciones porque ya las has resuelto.
Miras el reloj ¡Qué tarde es! Has quedado con un amigo para ayudarle con un problema y llegas a deshora. Te subes al coche. Zigzagueas entre el intenso tráfico. Sientes una especie de presión sobre ti. Debe ser eso que llaman estrés. Te muerdes el labio para descargarlo. Llegas tres cuartos de hora tarde. Para aliviarte piensas que, al fin y al cabo, no puede enfadarse porque vas a hacerle un favor. Aparcas, te bajas, cierras la puerta del coche y ¡Ay! ¡Qué calambrazo! ¡¿Por qué tienen que hacer los coches metálicos y cargados de electricidad estática?!?!
Sigue lloviendo. Has aparcado a dos manzanas y no tienes paraguas. Empiezas a pensar que tenías que haber desayunado un donuts y, al menos, habrías tenido un día redondo. Te esfuerzas por sonreír. El tráfico, la lluvia y el cansancio no son culpa de tu amigo.
A las 00:05 giras la llave en la cerradura de tu casa. Por fin has llegado. Ha sido un día largo y duro. Suena el teléfono. ¿Quién puede llamar a estas horas?!?!??! Es tu madre. Te regaña. Lleva todo el día intentando localizarte. "¿Nunca estás en casa? "
Te tomas un vaso de leche. Ya no tienes ganas de sonreír. Tienes un enorme enfado. Analizas el día. No ha ido mal. Has trabajado bien. Has ayudado a un amigo. Entonces... ¿Por qué la ira te invade?
La lluvia, el tráfico, las visitas inesperadas, el café que no te has tomado, la comida que te has saltado, el calambre... Las pequeñas incomodidades...
CADA.
Jajajaj
ResponderEliminarReal como la vida misma... por eso yo siempre tengo una premisa... y es que jamas, y digo Jamas, porque así me lo he prometido a mi mismo y se lo he comunicado a mis jefes... me voy a saltar la hora de la comida... y durante esa hora solo hago lo que yo quiero, no atiendo al teléfono, no atiendo mensajes, no atiendo correos en la BB... así por lo menos mi día tiene un parón en el que puedo hacer parón y saber si estoy corriendo en la dirección correcta y si no es así tengo la tarde para rectificar.
Muy Bien CADA, gran post y sobretodo gran apreciación las cosas que nos hacen felices o infelices son las minucias de cada día... así que debemos intentar que no nos afecten...
Un beso gordo y Felíz San Valentín... te mando una "flor virtual"
Muchísimas gracias por tu flor. La puse en un jarrón (también virtual, claro) y está preciosa, jeje.
ResponderEliminarMe parece genial tu parón auto-obligado para la comida. Al parecer tengo mucho que aprender de mis lectores... Tomo nota y seguiré mejorando.
Un beso,
CADA.