NO RENUNCIES A LA MAGIA EN TU VIDA

Con la llegada de Agosto ha empezado el periodo vacacional para muchos y para mí. Ahora me encuentro en Galicia, tierra de meigas y embrujos. Aunque los bosques primigenios hayan desaparecido en el dudoso beneficio de los eucaliptus, la tierra sigue respirando magia y leyenda allá por donde camines o te muevas.

No hace demasiado mi parte mítica me recordaba que hacía mucho que no prestaba atención a los aspectos mágicos de mi existencia. Aunque es cierto que no debemos basar nuestras decisiones en la magia ni la mítica, es verdad que al igual que nuestro yo necesita de la integración de todos los aspectos de nuestra existencia, el desarrollo personal no puede ser excusa para olvidarnos de aquellos aspectos que consiguen traer magia a nuestra cotidianeidad.

Este asunto de la magia es curioso, porque en muchas ocasiones comparamos la felicidad en función de aquellos aspectos que hayamos vivido como excepcionales, contrarios a las normas de la razón, o en definitiva, mágicos. Así pues, de cierta cantidad de magia en nuestra existencia depende que tengamos mayor o menor felicidad, hasta el punto que, cuando esa magia desaparece, consideramos que con ella se escapan, por el sumidero de la vida, las gotas de felicidad que nos trajo.
Me gustaría aconsejaros pues, que tratemos de retomar esa magia de la existencia, que existe, que es aconsejable, aunque evidentemente, nuestro deambular por este mundo en muchas ocasiones no tiene nada de mágico.



Quizá, buscando un símil gastronómico, estos aspectos más míticos supongan el ingrediente secreto de ese plato que nos encanta. No podemos vivir sin sal, si bien a nadie se le ocurriría cocinar un plato que la usara como ingrediente primero y principal. Al igual que valoramos la calidad de un plato por el sabor que aporta ese ingrediente especiado en su cantidad justa, la calidad de la existencia pueda medirse por la cantidad de magia, que en proporciones adecuadas, seamos capaces de espolvorear.

Cuando se está en Galicia de vacaciones, es fácil encontrar el ingrediente secreto, por ejemplo, observar la crecida de la marea, bañarse en el océano y sentir el agua envolviendo tu piel…pero ¿cómo llevamos esto a nuestra aparente vivencia del día a día?

Creo que en primer lugar debemos ser conscientes de la naturaleza mágica de quienes somos y nuestras experiencias. Somos seres que hemos nacido para poder experimentar situaciones maravillosas. Sonreir a un desconocido, abrazar a un amigo, dedicar un pedacito de nuestro día a esas actividades que realmente nos apasionan…

El segundo paso consistiría en caer en la cuenta de que estos momentos son el feliz encuentro excepcional que salan los ingredientes cotidianos de nuestro devenir. No podemos estar permanentemente de vacaciones, pero podemos vivir las vacaciones con ese espíritu de excepcionalidad que dan sentido a nuestro trabajo diario.

El tercer aspecto que debemos cuidar es que la magia, al igual que la felicidad, supone cierto grado de esfuerzo por nuestro parte. Esfuerzo para reconocerlo, esfuerzo para buscarlo, esfuerzo para saber reconocer el punto exacto que separa un plato sabroso de un plato excesivamente salado.

En la mayoría de nuestras actividades podemos dar este punto de color indispensable: Sorprender a nuestra pareja con aquella flor que tanto admira, simplemente como recuerdo y actualización del amor que sentimos por ella. Llevarle el café a un compañero de trabajo, para demostrarle agradecimiento por todas aquellas ocasiones donde un pequeño favor suyo nos facilitó la vida laboral. Realizar esa llamada ansiada por el amigo que sorprendentemente retrasamos y ni siquiera nosotros somos conscientes de por qué lo hacemos.

El mundo está lleno de instantes completamente mágicos que no vuelven y sólo esperan a que nuestra conciencia los reconozca como tales. Cuando estemos cansados, agobiados, deprimidos o simplemente hartos, tenemos la oportunidad de mirar a nuestro alrededor con esa mirada infantil e ilusionada que nos hace reconocer que lo que la vida nos presenta no es el mismo guiso insípido, sino una variante cada día renovada de las páginas que quizá creemos haber aprendido de memoria pero que sin embargo, nos saludan con nuevos y sorprendentes calificativos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos.

Por último, otra reflexión para los siguientes quince días, no perdáis la oportunidad de demostrar a los demás cuán mágica os resulta compartir con ellos vuestra vida. Por desgracia nunca sabemos cuándo será la hora de partir, en sentido real o figurado. No permitáis que la culpa os sorprenda recordándoos aquella palabra de cariño que se marchita en la garganta, aquel gesto de compañerismo que se enfría en el olvido. Haced de cada instante un encuentro con el aspecto más mágico de la existencia y ésta se abrirá paso a paso, impregnando del vibrante olor de la autenticidad aquellos momentos que considerábamos una simple sucesión obligatoria de acontecimientos.

Un fuerte y mágico abrazo para tod@s
EDU

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