VIVIR EN LA INCERTIDUMBRE

Pues sí, por más que en ocasiones no queramos reconocerlo, somos animales de costumbres. Basta con observarnos un poquito, nos gusta sentarnos en el mismo sitio, con la misma gente, incluso cuando vamos al cine. Yo mismo suelo, cuando salgo de vacaciones, llamar al hotel “mi casa”, en un infructuoso intento de dotar de seguridad sus habitualmente frías habitaciones.

Por todo ello, una de las peores experiencias que podemos atravesar en nuestra vida es la incertidumbre, esa sensación pegajosa en la boca del estómago que nos recuerda, insistente, que no sabemos lo que va a suceder mañana, que cualquier vida que se precie está instaurada en el proceso inapelable del cambio y que por más que lo intentemos, la existencia es absolutamente impredecible.

Como reza el viejo proverbio, cuando no puedas vencer a tu enemigo…únete a él. Y puesto que la incertidumbre es tan notoria como que el sol se alza cada día, cada nueva jornada trae su propia ración. No podemos evitarlo, así que más nos vale adaptarnos para poder seguir creciendo paso a paso, más allá de nuestras seguridades.

Cuando la duda se instala en nuestra piel es difícil mantener fría la cabeza y más aún el corazón, es difícil instaurarse en la paciencia necesaria para advertir que la ficticia sensación de control con la que nos levantamos, vamos a trabajar y cumplimos unos horarios no son más que un vano intento de luchar contra esta faceta, una más, de nuestra existencia. Sin embargo no todo está perdido, como os he recordado en numerosas ocasiones a lo largo de estos post, el momento presente es un amuleto imprescindible para sobrellevar la incertidumbre cotidiana. Y esto por numerosos motivos.

En primer lugar, nos evita las preocupaciones que no conllevan nada. Antes hemos comentado la falsa sensación de control que producen las rutinas diarias, sin embargo, aunque esto no deja de ser cierto, también hay que admitir que reconocer esas situaciones que escapan a nuestras acciones, procura paz a la cabeza y al corazón. No sé dónde trabajaré mañana, pero sí sé lo que puedo hacer ahora, no puedo predecir con quién me obsequiará la vida, pero puedo aprovechar este instante para decirle a las personas que quiero que las quiero, pues no sabemos si tendremos otra oportunidad de hacerlo.



No os digo esto con el fatalismo de quien considera la existencia un sinsentido embaucador, un sueño que hay que recorrer. Al contrario, hemos tenido la oportunidad de vivir, de crear, de pensar, de sentir… ¿No resultaría muy ingrato dejar de hacer todo ello por preocuparnos en exceso del mañana? Recuerdo un momento de mi vida especialmente lleno de incertidumbre, una decisión vocacional que afectaba a todas las facetas de mi existencia y caminaba por mi sendero vital sin encontrar horizontes ni referencias. En aquel momento, uno de esos maestros que están cuando y donde tienen que estar, me dijo: “Te basta con tener la suficiente luz como para dar el siguiente paso, ¿qué te importa no ver el camino entero?”. Ese consejo me ha acompañado a lo largo de muchos años y consecuentemente, a lo largo de muchas tribulaciones, ni más ni menos que los demás, pero las mías. Y en esos instantes de desconcierto, cuando estás a punto de tirar la toalla, cuando la negrura se hace tan densa que apenas te atreves a caminar, siempre hay una luz, pequeña, apenas perceptible, pero suficiente para dar el siguiente paso, el único que efectivamente es posible. Cuando echas el pie adelante, pisas en firme y entonces otra pequeña luz te indica un nuevo paso y así, poco a poco, la jornada se hace puesto que como decía el poeta: “Se hace camino al andar”. Y que me perdonen los críticos de Machado si la intención de D. Antonio no era tan trascendente al regalarnos ese verso.

Cuando uno de mis pacientes se siente abrumado por la incertidumbre siempre les pongo el mismo ejemplo. Imagina que tienes que subir una escalera. Te gustaría poder llegar al último escalón, por supuesto. Pero si mides mal el salto es bastante probable que te abras la crisma, así que parece mucho más sensato subir los escalones de uno en uno, cada cual cuando toca y así, sin que apenas te des cuenta, llegarás al final.  Así que en momentos de incertidumbre, a pesar de que el sentido común nos pueda indicar lo contrario, no es el momento adecuado para tomar decisiones, sino que es el momento de vivir, de aceptar que las reglas del juego también incluyen situaciones donde las reglas no existen, o donde somos nosotros, los propios jugadores, los que tenemos que crearlas.

Podríamos cambiar la famosa frase de “La vida es sueño” por “La vida es juego”, porque estamos en el mundo para jugar, experimentar, tocar, sentir, sufrir, sí, a veces. Pero el que no está dispuesto a perder, no arriesga y no gana nunca, el que no está dispuesto a hundirse en la tristeza tampoco experimentará la exaltación de la alegría, el que no afronta el cansancio y el dolor de la subida nunca será capaz de admirar el verde de los pastos que se esconde en los valles y el que no es capaz de hundirse en las profundidades de uno mismo será incapaz de resurgir al cielo azul del desarrollo personal.

Por supuesto, esto es una decisión personal, puedes escoger transitar por los fáciles grises, sin problemas. Pero cuando la incertidumbre llegue, no habremos podido actualizar las estrategias necesarias para evitar que el gris se convierta en oscuridad impenetrable. Quizá nunca llegue a lo más alto, pero yo prefiero quedarme en la falda de la montaña a tener que reconocer que me hundí en el miedo que me inspiraban sus pendientes. Además, por más difícil que parezca, siempre, siempre, hay una cima que nos recuerda que el esfuerzo no fue vano.

Feliz semana a tod@s

EDU

3 comentarios:

  1. Edu,

    Me encanta la frase "la vida es juego". Completamente de acuerdo.

    Respecto a la incertidumbre, algunos pocos extraños seres que andamos por ahí preferimos vivir, de hecho, con incertidumbre. Por llamarlo de alguna forma. No es exactamente eso, pero sí, la necesidad de no vivir en la monotonía, de que las cosas surjan sin más, de que la vida sorprenda con algo nuevo cada día. Mejor, en este sentido, la incertidumbre. Yo no podría soportar otra cosa...

    Gracias.

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  2. Gracias por tu comentario, amig@. Parafraseando al gran Groucho:"Hay una vida más fácil...pero no es vida". Quizá empeñarse en que todo esté bajo control no es más que intentar engañarse a uno mismo, así que enhorabuena por mirar la vida de frente y con sinceridad. Un abrazo enorme. EDU

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  3. Al leer el post he recuperado una tranquilidad que en las últimas horas se había visto perturbada por unos hecho poco cotidianos como ser objeto de unas filtraciones políticas para que la opinión pública tenga conciencia de lo que ocurre en sus vidad. No hablo de Wikilicks, hablo de mi...

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