JORNADAS DE EDUCACIÓN. LA ESCUELA PARA
LA FAMILIA
CURSO 2014-15
EVOLUCIÓN FISIOLÓGICA Y PSICOLÓGICA
Nacimiento: la vista se enfoca a 20-25 cm. No detalles. El oído reconoce
sonidos familiares y los asocia a experiencias de consuelo o dolor. A través
del olfato, el bebé reconoce a sus padres. Las reacciones afectivas son de
dolor. Su afectividad positiva se basa en el apego. Su juguete preferido es el
rostro humano.
6 Meses: el bebé se lleva objetos a la boca, golpea y explora con las
manos. Gestualiza con otros. Echa de menos a sus papás.
12 Meses: percibe profundidad. Utiliza los dedos individualmente.
Planifica cómo atrapar objetos. La inteligencia es instrumental. Le gusta mirar
y estar con otros
18 meses: Anda como un patito. Sube y baja escaleras a gatas. Utiliza
correpasillos.
24 meses: Se sube a sillas. Trepa. Juega con bloques. Controla sus
juguetes. Imita.
30 meses: sube y baja escaleras. Utiliza lápices de colores. Construye.
Empieza a compartir. Desarrolla mucha autonomía.
EDUCACIÓN COMPARTIDA –
TODOS ESTIMULAMOS
Consistente
en:
- Realizar tareas que potencien la autonomía en el sujeto: en la
alimentación, movilidad, orientación..
- Controlar esfínteres
- Desarrollar pautas de higiene y autonomía: lavarse, vestirse y
desvestirse...
- Demostrar gusto por sentirse aseado e interés por las tareas de
higiene y las que despiertan la autonomía
La identidad psicológica es consecuencia de las distintas experiencias
que el niño va teniendo en relación con el entorno físico y especialmente con
su entorno social.
La etapa que abarca la Educación Infantil tiene, por tanto, una decisiva
importancia en el desarrollo pleno y armónico de los niños, ya que en ella
amplían sus interacciones con los demás, actualizando sus instrumentos
cognitivos, afectivos y relacionales. El ingreso en el centro educativo
representa la primera posibilidad de trascender el entorno familiar y la
necesidad de enfrentarse a un mundo de objetos y de relaciones diferentes y de
exigencias nuevas en la realización de todo tipo de tareas.
El instrumento fundamental con que cuenta el niño para relacionarse con
el medio es su propio cuerpo. A través de él será capaz de percibir las
características de los objetos, de observar las acciones de los demás, de
realizar acciones propias tendentes a modificar el entorno...
El conocimiento y control del cuerpo es una tarea que ocupa al niño
desde su nacimiento y durante toda la Educación Infantil.
Cualquier actividad que emprende el niño implica componentes corporales. De ahí
la importancia de proponer un trabajo sistemático en este campo, con
orientaciones claras y precisas.
Mediante el conocimiento y el manejo de su cuerpo el niño será capaz de
reconocer su propia individualidad frente a los demás y frente al mundo. Será
tarea del profesorado y de la familia el incluir en este proceso la adquisición
de actitudes y hábitos relativos a la seguridad personal, la higiene y el
fortalecimiento de la salud.
Un trabajo sistemático con el propio cuerpo posibilitará, además,
avanzar en la coordinación y el control dinámico general que permitan al niño
realizar actividades relacionadas con el juego físico, desarrollando de este
modo su capacidad global de movimiento, así como las habilidades manipulativas
relacionadas con coordinaciones visomanuales finas.
El concepto de uno mismo se forma en gran parte por la interiorización
de las valoraciones positivas o negativas que proceden de las interacciones
sociales con sus pares, y especialmente con los padres y el profesor. Se van
configurando así la autoestima y la propia identidad, que posibilitan el logro
progresivo, paso a paso, de la autonomía. El niño aprenderá a desenvolverse con
seguridad y confianza en los entornos conocidos y a tomar iniciativas en
situaciones de la vida diaria. La función del docente en esta área es
fundamental, ya que se erige en figura privilegiada para los niños. Su papel es
muy complejo, pues junto al afecto y a las actividades de estimulación tendrá
que introducir los límites necesarios para que el niño se desarrolle personal y
socialmente.
ESTIMULACIÓN DE 6 A 36 MESES
DE 6 A 9 MESES
Séptimo
mes
q
Permitirle sujetar el biberón
q
Dejarle sacar del plato trozos de comida con la mano
q
Responder a sus balbuceos
q
Rodar pelotas hacia el bebé
q
Jugar con arrastres para que pueda verlo y seguir sus movimientos con la
vista
q
Colocarlo en posición de gateo mostrándole objetos que le atraigan
q
En posición supina, con su cabeza sobre una almohada estimularlo a
levantarla, mostrándole objetos llamativos
q
Motivarlo a que se siente
q
Tanto en posición prona como en supina estimularlo con sonidos para que
se desplace en dirección de la fuente sonora
q
Ponerlo a gatas, haciéndolo ejecutar movimientos simultáneos de
brazos y piernas del mismo lado del cuerpo
q
Ayudarlo y estimularlo a levantarse apoyado en un barandal, silla, etc.
q
En posición supina, ayudarlo a acercar sus pies a la cara
q
Hablar con el niño o la niña frente al espejo, señalándole algunas
partes de su cuerpo. Llamarlo siempre por su nombre
Octavo
mes
q
Dejarle beber con vaso, ayudándole
q
Nombrar los alimentos que se le dan para comer para que vaya
familiarizándose con sus nombres
q
Mostrarle revistas, cuentos y libros de imágenes, señalándole objetos y
diciendo sus nombres
q
Propiciar que alcance objetos colocados lejos de él
q
Estimularlo a sujetar objetos con los dedos índice y pulgar
q
Proporcionarle cucharas de mango grueso que pueda sostener e intentar
que coma solo
Noveno
mes
q
Tener objetos para jugar en el baño. Especialmente vasitos que le
permiten descubrir la cantidad de agua que cabe dentro y aprender conceptos
como dentro-fuera, lleno-vacío.
q
Jugar con objetos que permitan encajarse unos dentro de otros
q
Dejar al niño con diferentes personas
q
Decir sílabas repetidamente para que imite los sonidos escuchados
q
Enseñarle objetos diversos de su casa.
q
Hablarle de objetos, describiendo y mostrándole detalles del mismo.
q
Hacer sonidos con diferentes objetos para que los identifique.
DE 9 A 12 MESES
Décimo
mes
q
Utilizar juguetes que permitan insertar piezas. Por ejemplo: palo para
meter anillas.
q
Dejarla jugar con cajas, botes, bolsos...con distintos sistemas de
apertura e introduciendo juguetes dentro.
q
Disponer de un espacio seguro donde pueda moverse.
q
Colocar un objeto en una toalla y animar al niño o niña a que tire de la
toalla para lograr el objeto.
q
Estimular el aplauso
q
Motivarlo a que salude y diga adiós con su mano
q
Permitirle llevarse solo un vaso
a la boca
Décimo
primer mes
q
Extender la mano y pedir al niño o niña que nos de el objeto que tiene.
Si no lo hace, demostrarle cómo hacerlo.
q
Envolver la cuchara en la servilleta y dársela al bebé para que la
desenvuelva.
q
Dejarle jugar con su cuerpo durante las mudas.
q
Nombrar las partes del cuerpo mientras se las tocamos durante las mudas.
q
Atar un cordel a un objeto y enseñar al niño o niña a tirar de él.
q
Esconder delante del niño/a el objeto dejando que asome el cordel para
que tire a fin de conseguirlo.
q
Colocar un objeto alejado del niño/a y darle algo alargado (cuchara de
madera, por ejemplo) para que se ayude a alcanzarlo. Dejarle experimentar por
sí solo.
q
Hacer juegos de manos: “palmas palmitas” “cinco lobitos”.
q
Sacar y meter cubos de madera de una caja.
q
Jugar a lanzar objetos hacia un blanco, previa demostración por parte
del adulto.
q
Mostrarle y permitirle manipular libros con imágenes grandes y de
colores y hablarle de ellas.
Décimo
segundo mes
q
Proporcionarle objetos variados y con distintas características
(distintas formas, tamaños, texturas...)
q
Tener paciencia y no anticiparse a las acciones del niño/a
q
Realizar actividades al aire libre
q
Hacer actividades frente al espejo: peinarlo, muecas...
q
Permitirle dar al interruptor de la luz al entrar en una estancia
q
Sentar al niño y poner objetos a sus lados para favorecer que gire su
cuerpo con el fin de alcanzarlos. Lo mismo puede hacerse con sonidos que
provoquen que gire el tronco para localizarlos
q
Ayudarlo a dar algunos pasos, sosteniéndolo de la ropa o debajo de los
brazos
q
Proporcionarle una sillita en la que pueda sentarse solo
q
Jugar a patear una pelota grande
q
Jugar con él a ponerse y quitarse sombreros o gorras
q
Enseñarle a construir una torre con cubos y dejar que la haga solo
q
Jugar frente al espejo a los saludos, despedida, aplausos, besos y
señalar partes del cuerpo
q
Conversar mucho usando palabras sencillas y frases cortas
q
Usar sonidos onomatopéyicos de objetos y animales conocidos por el niño
q
Enseñarle a ejecutar órdenes simples
q
Permitirle comer solo aunque derrame el alimento
q
(Si ya camina) Colocar al niño/a en el orinal por algunos minutos, tres
o cuatro, en horarios fijos, en períodos establecidos
q
Ayudarle a lavar y secar sus manos y cara
q
Al vestirlo nombrar las prendas y partes del cuerpo utilizadas
q
Al bañarlo o lavarlo, ayudarlo a identificar temperaturas
q
Ejercitar sus deditos uno a uno; por ejemplo con el cuento: “este fue a
por huevos...”
q
Realizar gimnasia durante las mudas
q
Pedir su cooperación mientras se le viste o desviste: “levanta las
piernas” “saca el brazo”
q
Utilizar diferentes caras expresivas ante acciones. Por ejemplo: poner
cara de sorpresa cuando el niño/a haga algo sorprendente; Hacer como si
llorásemos si nos golpea...
q
Promover muchas actividades físicas
q
Pasear por la calle
q
Escuchar música infantil con diferentes ritmos
q
Desenvolver paquetes
DE 12 A 24 MESES
Décimo
tercer mes
q
Permitir al niño/a que se desplace libremente, que se agache, que
arrastre objetos...
q
Dar patadas a pelotas y lanzar pelotas
q
No abusar de la silla de paseo. Permitir al niño que se desplace por sus
propios medios
q
Procurarle un entorno rico en objetos de distintos tamaños, colores,
formas, sonidos...
q
Nombrar al niño/a objetos y sus cualidades.
q
Respetar el tiempo de atención que cada niño/a es capaz de mantener.
q
Potenciar juegos sencillos de imitación con canciones y gestos.
q
Preguntarle por partes de su cuerpo: “¿dónde tienes el pie?” “¿y el
pelo?”...
q
Jugar con objetos en la bañera.
q
Jugar con muñecas independientemente del sexo del bebé.
q
Jugar con cubos de madera.
Décimo
cuarto mes
q
Jugar con pelotas pequeñas de plástico
q Dejarle hacer cosas solo
aunque tarde en realizarlas: lavarse las manos, ponerse el abrigo...
q Permitirle subir y bajar
escaleras
q Proporcionarle papel y
ceras
Décimo
quinto mes
q
Jugar con pelotas pequeñas de plástico
q
Mostrarle cariño y elogiar su
buena conducta.
q
Usar libros con dibujos para enriquecer el vocabulario del niño/a.
Leerle cuentos ayudará a desarrollar su lenguaje.
q
Mantener un mínimo de reglas. La disciplina debe ser firme y
consistente, pero a la vez, de manera amorosa y que se entienda.
q
La disciplina debe ser consistente. Utilizar métodos de "Ignorar y
Aislar." Por ejemplo, la mejor manera de manejar las rabietas es
ignorándolas.
q
Los mejores juguetes a esta edad son muñecos con formas de animales,
muñecas, libros, y carritos de juguete, juguetes de empujar y arrastrar, de
llenar y vaciar, de abrir y cerrar. También son útiles los artículos de casa,
como tazas y botes de plástico plásticas
o cajas vacías.
q
Jugar al escondite
q
Pedirle objetos que no estén ante su vista
q
Cepillarle los dientes sin pasta.
q
Permitirle comer sin ayuda la mayor parte de su comida
q
Ver libros de fotos
q
Abotonar y desabrochar una prenda con botones grandes
q
Empujar un correpasillos
q
Soplar velas, soplar por una pajita...
Décimo
sexto mes
q
Jugar con muñecas, independientemente del sexo
q
Coser pasando cordeles por un cartón
q
Pedirle que pase un objeto por encima o por debajo de otro. Jugar a
pasar por debajo o por encima de lago
q
Decir los objetos y el color que tienen para que el niño/a lo vaya
asociando
Décimo
séptimo mes
q
Jugar con cajas grandes: meter cosas, meterse dentro...
q
Pedirle muchos objetos o pocos objetos. Por ejemplo al tender, podemos
decirle que nos de muchas pinzas.
q
Proveerse de contenedores para almacenar los juguetes de forma sencilla
y pedirle que recoja después de utilizarlos. Se puede cantar una canción que
estimule la tarea.
q
Amasar pasta la sal, plastilina...
q
Pasear todos los días
q
Asociar palabras a acciones diciéndole: “estoy sentado/a”... o hacer
juegos en los que se digan acciones y tengan que ejecutarse.
Décimo
octavo mes
q
Bailar al son de una canción. La música y las canciones
infantiles le gustan y le entretienen. Suele tener fuertes preferencias,
rechazando las canciones que no le gustan y pidiendo reiteradamente sus
favoritas.
q
Le gustan los juegos en los que utiliza sus manos, como
garabatear con pintura de dedos y jugar con plastilina.
q
Disfruta pasando las páginas y mirando los dibujos de
libros de hojas gruesas para niños que por su sencillez y colorido fomentan
además su capacidad cognitiva y la maduración de su inteligencia.
q
Le apasionan los "centros de actividades" que
tienen palancas, botones, puertecitas, sonidos,...
q
Meter la manos en al agua, tocar la tierra, arrancar
hierba...
q
Juegos de imitación:
Acunar, pasear, columpiar, peinar, bañar... a los muñecos. Hacer
comiditas, jugar con los utensilios de cocina.
q
Jugar con trenecitos
q
Garabatear
q
Pedirle que se quite alguna prenda solo/a antes de ir a
la cama.
Décimo
noveno mes
q
Bailar al son de una canción. La música y las canciones
infantiles le gustan y le entretienen. Suele tener fuertes preferencias,
rechazando las canciones que no le gustan y pidiendo reiteradamente sus
favoritas.
q
Hablarle claro para fomentar un modelo lingüístico
apropiado.
q
Leerle cuentos cada día.
q
Conversar con el niño/a.
q
Llevar al niño/a a que juegue con otros niños y niñas
de su edad.
Vigésimo
mes
q
Jugar en columpios
q
Cortar papel
q
Jugar con bloques lógicos: agrupar por colores,
tamaños, formas... y hacer series de bloques.
q
Permitirle verter líquidos de un envase a otro. Al
principio puede jugarse con vasos en la bañera.
Vigésimo
primer mes
q
Jugar a los bolos
q
Dibujar
q
Favorecer actividades donde se expresen sentimientos:
reír, dar besos y abrazos...
q
Permitirle explorar lugares de la casa
q
Escuchar un CD de sonidos e imitarlos (sirenas, coches,
timbres, animales...)
Vigésimo
segundo mes
q
Utilizar una pizarra y tizas para hacer líneas
q
Cuando oigamos un ruido (por ejemplo una sirena) le
preguntaremos “¿Qué ha sido eso?””¿Qué es lo que ha sonado?”
q
Dejarle disfrutar mirándose al espejo y nombrar partes
del cuerpo que vea reflejadas.
q
Pídale que repita los movimientos que haga: levantar un
brazo, levantar una pierna... También puede hacerse frente al espejo.
q
Completar las frases. Por ejemplo, si dice “agua”
diremos: “dame agua, por favor”.
Vigésimo
tercer mes
q
Contar y que repita
q
Animarle a que utilice el tenedor para pinchar los
alimentos
q
Cuando pida algo animarlo a que use palabras y no sólo
gestos
Vigésimo
cuarto mes
q
No dejarle que consiga las cosas a través de rabietas
q
Los padres debe estar de acuerdo manifestando
coherencia y firmeza en las decisiones
q
Establecer límites claros en el comportamiento del
niño/a.
q
Favorecer la masticación comiendo sólido.
q
Hacer lazos en una pata de una silla para que los
deshaga e intente hacerlos
q
Juegos de ensamblajes
q
Puzzles
q
Jugar al pilla –pilla
q
Jugar al corro
q
Coger al niño/a de ambas manos para que se tenga a la
“pata coja” después soltarle para que lo haga sin ayuda.
q
Darle un cuento y que él/ella mismo/a pase las páginas
q
Ensamblar círculos y cuadrados en un juego destinado para
ello
q
Hacer registros diarios del control de esfínteres
q
Llevar al niño/a al aseo todos los días un rato a la
misma hora
DE 24 A 36 MESES
q
Facilitar la audición de canciones con ritmos sencillos
para el baile
q
Dejarle caminar con un pie por encima de la acera y
otro por debajo para trabajar el equilibrio
q
Poner a su disposición libros atractivos
q
Facilitarle juegos de construcción
q
Jugar con él o ella con puzzles sencillos
q
Jugar con cuentas, ensartables, macarrones...
q
Facilitarle plastilina, ceras...
q
Proponer juegos y actividades en las que se tengan que
agrupar objetos por su color, forma, función...
q
Potenciar su curiosidad y animarle a que investigue
q
Fomentar la descripción de características de objetos
cotidianos
q
Favorecer juegos con agua y arena
q
Ofrecerle modelos expresivos correctos
q
Corregir las pronunciaciones erróneas dando el modelo
adecuado y sin crear desánimo. Sólo debe repetirse la palabra de la forma
adecuada.
q
Contarle historias y cuentos
q
Jugar con marionetas
q
Escuchar grabaciones
q
Fomentar situaciones en las que tenga que relacionarse
con otros niños y niñas: fiestas, salidas al parque...
q
Proporcionarle juguetes que inviten al juego simbólico:
cocinitas, teléfonos, disfraces...
q
Darle pequeñas responsabilidades como recoger sus
juguetes
q
Fomentar la autonomía en la alimentación, higiene y
vestido
q
Crear rutinas de higiene
q
Premiar sus esfuerzos por controlar esfínteres
q
Hacerle participar de tareas de la casa
EL PAPEL DE LA FAMILIA
CÓMO Y CUÁNDO QUITAR EL PAÑAL
Carlos
González (pediatra). Extraído de su libro ”Bésame Mucho”
González, C.
(2008). Bésame mucho: cómo criar a tus
hijos con amor. Madrid: Temas de hoy, S.A.
Muchas veces se habla de «aprendizaje del control de esfínteres » y eso deja a
los padres vagamente intranquilos.
Porque, aparentemente, un aprendizaje requiere una enseñanza. ¿Quién y cómo ha
de enseñar al niño a controlar sus esfínteres, sea eso lo que sea? Pues no,
aprender a no hacerse pipí encima, lo mismo que aprender a caminar, a sentarse
o a hablar, son cosas que no requieren estudio ni enseñanza.
Existen niños de diez años y también adultos que no saben leer o que no tocan
el piano porque nadie les enseñó. Los padres tienen que hacer algo (enseñar a
su hijo o buscarle un profesor o una escuela) si quieren que aprenda esa y
muchas otras cosas. Pero no hay niños de diez años que no sepan caminar,
sentarse o hablar, o que se hagan pipí encima (despiertos).
Todos los
niños sanos (y buena parte de los enfermos) controlan perfectamente el pipí (de
día) y la caca a los cuatro años o bastante antes.
Por lo tanto, la pregunta no es «¿qué tengo que hacer para que mi hijo aprenda
a usar el retrete?», pues haga usted lo que haga, tanto si lo hace todo «bien»
como si lo hace todo «mal», o incluso aunque no haga nada de nada, su hijo
aprenderá. La pregunta es «¿qué puedo hacer para que mi hijo no sufra mientras
aprende a usar el retrete?» Y la respuesta es «más vale que no haga nada». O
que haga lo menos posible.
Cuando los padres hacen algo, cuando sientan al niño a ciertas horas en el
orinal, cuando le obligan a estar sentado hasta que hace algo, cuando le riñen
si se lo hace encima, a la larga el niño aprenderá también a ir al retrete,
pero será desgraciado en el proceso (y sus padres también). En casos extremos,
es probable que ciertas «enseñanzas» desafortunadas pue-dan retrasar el
aprendizaje o producir en el niño un rechazo a defecar que se convertirá en
estreñimiento.
Pero si no le quitamos nunca el pañal, ¿cómo aprenderá? ¿No seguirá llevando
pañal toda la vida? Lo dudo. No conozco a nadie que haya hecho la prueba; pero
sospecho que, incluso si los padres no tomasen nunca la iniciativa, todos los
niños acabarían por arrancarse el pañal ellos mismos.
Nadie va con pañal por la calle a los quince años. Pero el caso es que los
pañales cuestan dinero y cambiarlos cuesta un esfuerzo, y casi todos los padres
hacen, antes o después, un esfuerzo para quitar el pañal a sus hijos. En
principio, eso no debería traer ningún problema.
El pañal es algo totalmente artificial, un invento relativamente reciente que
no busca la comodidad del niño, sino la de sus padres. Los niños no necesitan
pañal. Muchos padres le quitan a su hijo el pañal en verano y que sea lo que
Dios quiera. Incluso antes del año, cuando saben que es imposible que el bebé
controle el pipí y la caca de forma voluntaria. Para hacerlo, por supuesto, es
conveniente no tener alfombras ni moquetas en casa, y es necesario estar
dispuesto a fregar cualquier rincón en cualquier momento, sin el menor
reproche.
Así se ahorra el niño algunas escoceduras por el calor y los padres mucho
dinero en pañales. Al final del verano, si (como era de esperar) el niño se lo
sigue haciendo todo encima, se le vuelve a poner el pañal y tan contentos. En
el primer verano después de los dos años, cuando de verdad hay alguna esperanza
de cambio, los padres pueden explicarle al niño lo que se espera de él: «Cuando
tengas ganas de hacer pipí o caca, avisa. » Pero, por supuesto, no se harán
pesados preguntando cada media hora (basta con que lo expliquen una vez en junio
o, como mucho, cada quince días), ni lo sentarán en el orinal cuando no lo ha
pedido, ni le reñirán o criticarán ni se burlarán de él por los escapes o por
las falsas alarmas, ni mostrarán impaciencia.Puede ser útil preguntarle si
prefiere usar el retrete, como papá y mamá, o un orinal (y que elija el que más
le gusta) o un adaptador para el retrete.
Mientras no haya un mínimo control, es prudente ponerle el pañal para salir a
la calle. Algunos niños logran el control en este verano, otros en el siguiente.
Algunos, por supuesto, alcanzan la madurez entre medias y piden que se les
quite el pañal en invierno («¿Estás seguro?» «Sí. » «Bueno, vamos a hacer la
prueba. ») Quitar el pañal, decíamos, no habría de traer ningún problema, pero
a veces lo trae. Incluso sin obligarles, sin reñirles, sin ponerse pesado y sin
hacer comentarios ofensivos, algunos niños se niegan a que les quiten el pañal.
Están tan acostumbrados a llevarlo, que no se imaginan la vida sin él.
Explíquele a su hijo que no importa que se haga pipí o caca en cualquier sitio,
que no se va a enfadar. Pero si a pesar de todo le pide un pañal, póngaselo sin
rechistar. Al fin y al cabo, la idea no fue suya; fueron sus padres los que
decidieron ponerle pañal cuando nació y no es culpa del pobre chico si se ha
acostumbrado.
Es posible que un niño que al año y medio se dejó quitar el pañal, se niegue a
los dos años y medio. No insista, no atosigue, simplemente dígale: «Bueno,
cuando quieras que te lo quite, avisa», y ya está. Algunos niños están contentos
de ir sin pañal, pero se sienten incapaces de usar el orinal. Notan que van a
hacer algo, avisan, pero no quieren sentarse en ningún sitio. Quieren el pañal.
A veces, durante una temporada, hay que ponerles un pañal cada vez que han de
hacer pipí o caca. A algunos, que juegan desnudos en la playa, hay que ponerles
un pañal para que hagan pipí. No se asombre, no se queje, no se ría. Póngale el
pañal sin discutir, que ya falta bien poco.
Algunos niños, más tímidos, no se atreven a pedir el pañal, pero tampoco a usar
el orinal, e intentan retenerse lo más posible. Algunos llegan a sufrir
estreñimiento. Si observa que su hijo deja de hacer caca cuando le quitan el
pañal, pruebe a ponérselo otra vez (incluso si no lo ha pedido). No es malo
volver a usar el pañal después de unos días o meses sin él. No es un paso atrás
ni un retroceso, ni le hace ningún daño al niño. A no ser, claro, que él se
niegue. Nos vamos ahora al otro extremo, al del niño que no es capaz de
controlarse, pero insiste en que le quiten el pañal o en que no se lo vuelvan a
poner si se lo habían quitado en verano.Como siempre, es importante hablar con
el niño y ser respetuoso. Si sólo hay fallos ocasionales, es mejor hacerle
caso. Si el control es nulo, tal vez pueda convencerle de que se lo deje poner.
Pero si se niega en redondo, si llora para que no le pongan el pañal, si lo
vive como un fracaso o una humillación, es mejor también hacerle caso, tal vez
intentar llegar a una solución de compromiso («puedes ir sin pañal por casa,
pero si salimos a pasear te lo has de poner»).
A veces hay que renunciar a salir de casa durante unas semanas para no tener un
drama, lo que no deja de ser una lata. Por eso es importante no ponerse pesados
con el asunto, no lanzar indirectas y puyas, que nadie le vaya diciendo al
pobre niño «qué vergüenza, tan mayor y con pañales», «a ver si aprendes a ir al
retrete de una vez», «si te lo vuelves a hacer encima, te tendré que poner
pañales como a una niña pequeña» y otras lindezas. Nunca hay que hablar así a
un niño, ni en este tema ni en otros. Todos los niños normales saben
controlarse de día, sin necesidad de enseñarles nada.
Si su hijo se sigue haciendo caca o pipí encima después de los cuatro años
(salvo algún accidente muy de tarde en tarde con el pipí), consulte al
pediatra. Cuando hay problemas, con frecuencia son de origen psicológico (a
veces debido precisamente a intentos de «enseñarles» a usar el orinal por las
malas y otras veces, manifestación de otros conflictos o de celos). En algunos
casos, la defecación involuntaria (encopresis) es consecuencia del
estreñimiento: se forma una bola que irrita la mucosa rectal y produce una
falsa diarrea. El niño no lo hace a propósito, y las burlas y castigos no harán
más que empeorar el problema. Pero las noches son muy distintas.
Aunque muchos niños pueden dormir secos a los tres años, otros muchos se hacen
pipí en la cama (enuresis nocturna) hasta la adolescencia o incluso toda la
vida. Durante la
Primera Guerra Mundial, el 1 por ciento de los reclutas
norteamericanos fue declarado no apto para el servicio por enuresis. La
enuresis nocturna casi nunca tiene causa orgánica o psicológica, sino que
depende de la maduración neurológica y de las características genéticas (va por
familias). Algunos niños consiguen no hacerse pipí en un día especial (por
ejemplo, en casa de un amigo), a costa de pasar la noche prácticamente en vela.
Por supuesto, no pueden hacerlo muchos días seguidos.
Por desgracia, algunos padres no comprenden el enorme esfuerzo que han hecho y
se lo echan en cara («en casa de Pablo bien que espabilaste, pero aquí no te
preocupas, claro, como estoy yo para lavar sábanas»). Este tipo de comentarios,
además de cruel, es falso.
Hace poco, una madre comentaba en un foro de Internet que su hija de siete años
se hacía pis en la cama.
Otra madre le contestaba así:
Yo estuve haciéndome pis hasta los dieciséis años, y peor que me sentía y más
acomplejada que nadie… Me tiraba las noches en vela para no mojar la cama, y en
cinco minutos que el sueño me rendía, me hacía pis; estaba desde el medio día
sin beber nada, era horrible, y seguía haciéndome pis; me levantaba por la
noche a lavar mis sábanas para que no se enteraran… No la regañes, no la
responsabilices, es una enfermedad, de pronto un día dejé de hacérmelo. Mi hijo
mayor se hizo pis hasta los trece años…
Quisiera explicar aquí una anécdota, en homenaje a un gran pediatra japonés, el
Dr. Itsuro Yamanouchi, de Okayama. Visité su hospital en 1988, y me fascinó
aquel sabio humilde que seguía atendiendo consultas externas de pediatría a
pesar de ser director de un gran hospital. Le acompañé una tarde en su
consulta, y él me explicaba en inglés lo que ocurría. —Este niño tiene seis
años, y se hace pipí en la cama. Le he explicado a la madre que eso es normal, que
no hay que hacer nada, y que yo me hice pipí hasta los siete años. —¡Qué
casualidad! —respondí en mi inglés vacilante—. Yo también me hice pipí hasta
los siete años. El Dr. Yamanouchi se apresuró (para mi sorpresa) a traducir mis
palabras, y la madre me miró con más sorpresa aún y se deshizo en reverencias y
agradecimientos. Un rato después, otra madre, mientras escuchaba las palabras
del médico, me miró también con asombro y me hizo otra reverencia. —Este niño
de diez años también se hace pipí en la cama. Le he explicado a la madre que yo
me hice pipí hasta los once años, y tú hasta los siete. —Pero… ¿no me dijo
usted que también se había hecho hasta los siete? —Bueno —sonrió el Dr.
Yamanouchi—, yo siempre les digo un año más.
BEATRIZ DE LA RIVA
PEDAGOGA