Hace un par de años fui a ver una película de Jim Carrey que se titulaba “di que sí”. Más allá de la siempre estrambótica actuación del protagonista la película guardaba algunos mensajes que nos pueden ayudar en nuestra vida diaria.
No es cuestión de exagerar, pero creo que en muchas ocasiones la vida puede ser exprimida con total intensidad cuando nos permitimos los pequeños lujos que nos ofrece. Un día cualquiera llegas a casa, los pies mojados de lluvia y el alma empapada de frustraciones. Te sientas, sólo el tiempo justo para descansar de la dura jornada antes de que tu mente empiece a bombardearte con toda la gama de tareas que debes hacer. Aún con el cansancio en las piernas, te levantas, comienzas a recoger esos papeles desordenados, limpiar el polvo de casa, planchar el pantalón que cuelga arrugado en la percha…La tarde transcurre entre obligaciones, esa llamada que postergas indefinidamente para quedar con una antigua amiga del colegio a la que nunca te apetece realmente ver…Cenas, te derrumbas delante del televisor y a dormir.
Muchos de vosotros podéis identificaros con la historia anterior y la sensación que la acompaña. Aquí es donde entra mi apuesta para borrar el sentimiento de culpa. Como veis, la mayoría de las acciones anteriores nos impiden hacer lo que realmente queremos o nos apetece.
En numerosas ocasiones nos sentimos culpables por decir que sí a nuestro cuerpo, a nuestras sensaciones o nuestras apetencias, ¿por qué dejamos de hacer una excursión para ir de comida con la familia?¿Por qué somos incapaces de abandonarnos a un hobby por el simple hecho de tener la casa desordenada?
TIENES DERECHO A DEJARTE LLEVAR. Ésta máxima no la enseñan en el colegio, que a menudo está cargado de normas y obligaciones, pero deberíamos escribirla con letras de oro en nuestra cabeza. Por supuesto, los límites son necesarios, por cuanto formamos parte de una sociedad en la que la libertad individual se ve a menudo supeditada al interés colectivo, así también es necesario el correspondiente reparto de responsabilidades. El problema llega cuando esa identificación nos hace olvidar que también somos un ser único, irrepetible y total, con nuestras propias necesidades y deseos.
Curiosamente, la falta de “síes” en nuestra vida está relacionada con la ausencia de “noes”. Siguiendo con los ejemplos anteriores, nos cuesta decirle que no a la familia, una importante carga de culpa se apodera de nosotros al decirle que no a nuestras aparentes responsabilidades y por supuesto, pensamos que no podemos dejar pasar más tiempo sin acompañar a nuestro amigo a ese evento tan importante para él.
Saber cuándo decir NO o cuándo decirnos SÍ a nosotros mismos es un problema que se resuelve cuando somos plenamente conscientes de nuestras verdaderas necesidades. Saber lo que me interesa en este momento concreto de mi existencia a menudo es complicado de interpretar, puesto que no siempre nuestros impulsos son la mejor guía. Pero Edu, me preguntaréis, ¿no acabas de decir que nos tenemos que dejar llevar por nuestros sentimientos? Voy a intentar aclarar un poco esta cuestión que me parece fundamental.
Por un lado, los impulsos pueden constituir una guía, pero en numerosas ocasiones esconden otro tipo de cuestiones que nos impiden que hagamos realmente lo que necesitamos. Os pongo un ejemplo: Mi pareja me propone un plan para el viernes por la tarde. No es el plan más apetecible del mundo, supongamos que quiere ir a ver una película que no se encuentra entre mis preferidas. Si me dejo llevar por mis impulsos le diré que NO, eso me hará estar conectado conmigo mismo…¿Seguro? Lo importante es ser consciente de cuales son mis verdaderos motivos para decidir ir o no al cine a ver esa película. El límite consiste en estar realmente conectado con mis necesidades, ser coherente con ellas y entonces la decisión se hará clara como el agua de un manantial.
Volvamos a nuestro ejemplo, “razones” para decidir un falso ”NO”:
- Me quiero vengar de mi pareja porque la semana pasada no fuimos a ver lo que yo quería
- Quiero castigarla porque me encuentro fastidiado o rencoroso
- Demuestro que soy yo la persona que tiene más poder en la relación
- Me resulta “liberador” el hecho de no acceder siempre a sus deseos
Son sólo algunos ejemplos, podría poner otros, pero lo común a todos ellos es que suponen una reacción a algo que ha sucedido antes y no conseguí resolver en su momento, no forma parte de mis verdaderas necesidades.
También podemos encontrarnos con un falso “SÍ”:
- Pretendo ganarme su favor para conseguir algo más tarde
- Me siento culpable por no acceder a lo que quiere
- Considero que ser pareja de alguien me obliga a hacer cosas que no me apetece hacer
- Estoy acostumbrado/a a que mi pareja elija por mí
Como vemos aquí también existen “motivaciones inconscientes” que me hacen estar alejado de mis verdaderas necesidades.
Ser coherente con uno mismo significa estar conectado con mis necesidades de forma que puedo decidir en cada momento lo mejor sin buscar beneficios secundarios. Por un lado esto me hará estar tranquilo y a gusto independientemente de las circunstancias, por otro los demás se darán cuenta de que no hablo por hablar, por lo que entenderán y respetarán mis decisiones sin hacerme jugar a “víctimas y culpables”. Nuestro entorno se volverá más receptivo a nuestros verdaderos sentimientos y por lo tanto nuestras relaciones estarán afianzadas sobre la base de la verdadera sinceridad.
Así que ya sabéis, os propongo un plan para esta semana:
Descansad relajadamente hasta alejar la prisa, las obligaciones y la culpa de vuestra vida. En ese estado enfocad directamente la cuestión: ¿Qué me apetece hacer ahora?
Visualiza los pasos y consecuencias de llevar a cabo el plan. Tratad de sentir lo que sentiríais de verdad: ¿Os hace sentir bien o mal? Ahora sí estáis preparados para comenzar, sin tener que dar explicaciones, porque cuando uno conecta consigo mismo la vida fluye sin remedio hacia nuestra propia felicidad.
Hasta pronto…EDU
Muy interesante...lo que es dificil a veces es llevarlo a la práctica y darse cuenta de las trampas que nos ponemos nosotros mismos en este tipo de situaciones para evitar el miedo. Pero al final basta con proponérselo DE VERDAD y tiempo al tiempo...
ResponderEliminarGracias Edu por tu post!
Gracias por el comentario...Cierto, a veces es difícil, pero es el propio miedo el que te ciega. La cuestión es ser "proactivo" más que "reactivo"...Pero creo que ese puede ser tema de otro post. Me alegro que te gustara. EDU
ResponderEliminardefinitivamente................lo mejor es hacer lo q mas nos apetece, a fin de cuentas, es lo q nos vamos a llevar, no?besos educados
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