Ciertamente, llenar el depósito del vehículo es algo bastante incómodo.
Cuando estás en un atasco insalvable se enciende la dichosa lucecita de aviso. Cuando estás disfrutando de lo mejor de la conducción por carretera, se enciende la dichosa lucecita de aviso. Cuando tienes prisa y llegas tarde, ¿adivinas lo que sucede? ¡Sí! Se enciende la dichosa lucecita de aviso.
En un intento por creer que el coche posee algo así como un doble fondo, al igual que las maletas, tendemos a apurar hasta la última gota. Por este motivo han inventado una especie de cuenta atrás que nos indica los kilómetros que nos quedan antes de que el automóvil se detenga por completo. Y claro, esto es lo peor. No sólo vas con el estrés de llegar tarde a un sitio a la vez que se enciende una luz roja y hay un pitido constante, sino que no puedes parar de mirar por el rabillo del ojo al indicador que dice: 47 kms, 32 kms, 26 kms…
Como ya has puesto a prueba tu depósito en otras ocasiones y ya sabes que es cierto que tiene un límite, tienes dos opciones:
- Prestarle tu utilitario a alguien
- Acercarte hasta la gasolinera más próxima
Decides decantarte por la segunda opción ya que recuerdas que la última vez que elegiste la primera, te devolvieron el coche cuando el indicador decía 11 kms.
Bien, vamos a esa estación de servicio que está al otro lado de la ciudad pero que tiene el litro de combustible 1 céntimo más barato.
Y ya que hay que ir hasta allí, aprovecharemos para realizar un par de recados que nos quedan de camino.
¡Uf! ¡Esto está cada vez más rojo! Pero no pasa nada. Seguro que aguanta. Los fabricantes ponen menos kilómetros de los que en realidad quedan. Es algo así como la fecha de caducidad de los yogures. Todos hemos comido yogures un mes después de su caducidad y seguimos vivos. ¡Puro marketing!
Bueno, una cosa era aprovechar el camino para determinados quehaceres y otra que nos pille un atasco, nos piquemos con otro en un semáforo y salgamos haciendo ruedas y que nos entren calores después de la carrerita y pongamos el aire acondicionado…
¡Vaya! ¡Si la lucecita se pone más roja seguro que el coche arde!
Vale, ya estamos avistando la gasolinera. Está en esa manzana, después de este semáforo. Aunque el coche se pare, es cuesta abajo. Llegamos por inercia. ¡Sí! Vamos a conseguirlo una vez más. Hemos vuelto a desafiar las leyes de la física.
Pero cuando por fin estamos a punto de entrar en la zona de surtidores hay una cola inmensa. En décimas de segundo miramos el reloj y pensamos:
Ya que estoy aquí debería lavarlo. Hace dos meses que sólo se moja con agua de lluvia. Las llantas están negras. Puedo lavarlo mientras se despeja un poco la cola. Y a la vez que está en el túnel de lavado puedo entrar a comprar el pan. Pero es que voy fatal de tiempo… Entre que lo lavo, compro el pan y echo el gasoil… A ver cuánto dinero llevo: ¡20 €! ¿Sólo? ¡Puaj! Con esto ni salgo de la reserva. Perder tanto tiempo para tan poco dinero no merece la pena. Además me tengo que bajar, abrir el depósito, ponerme los guantes, marcar los veinte euros en el surtidor, meter la manguera, echar el gasoil, tirar los guantes a la papelera y volver a entrar para pagar. Para eso entro una sola vez y compro el pan. Pero entonces no lavo el coche. Bueno, total ya, por unos días más sin lavar… ¡No! Paso de tragarme la cola. Es demasiado tarde. Mejor lo dejo para cuando vuelva a casa. Aún tengo suficiente autonomía.
Por lo tanto, después de estas cavilaciones, abandonas. Pero al volver a casa por la noche estás demasiado cansado y decides dejarlo para el día siguiente.
Y entonces, ocurre el milagro. Cuando te metes en la cama, ya con la luz apagada, tu pareja te dice:
“Cariño, mañana me llevo yo el coche…”
CADA
Tienes razón CADA, es una coñazo mayusculo repostar, y sobretodo en esta ciudad de gente insolidaria que pone el coche en el primer surtidor aunque estén libres los del fondo porque éste pilla más cerca de la caja, además usualmente te dejan sin guantes, tienes que pedir que te abran el surtidor para llenar... y todo ello al modesto precio de 1,20€ el litro... creo que el aceite de oliva virgen está más barato ahora...
ResponderEliminarLa culpa la teniene la pereza, uno de los males de nuestra sociedad y que debemos superar, la pereza es nuestra enemiga y debemos superarla... yo me lo he puesto como propósito de éste año... no voy a dejar de hacer algo por Pereza, si no lo hago será porque tengo algo mejor que hacer objetivamente.