El otro día me encontré con mi amiga Patricia. Es curioso porque hacía muchísimo tiempo que no nos reuníamos y sin embargo, nos encontramos en las circunstancias más insospechadas y parecía que el tiempo no había pasado en nuestra relación. Como no podía ser de otra manera, terminamos tomando un café en un local de Madrid que me gusta especialmente, pues permite tanto la soledad como el diálogo tranquilo.
Tras las primeras preguntas de tanteo, ¿cómo estás? ¿sigues con aquel chico? ¿En qué estás trabajando ahora? y ese tipo de cuestiones formales entramos más al fondo de nuestras vidas y hubo algo que me sorprendió particularmente, allí sentados, caí en la cuenta de que siempre me ha gustado estar con ella porque es una persona COHERENTE. Esta cualidad, igual que la palabra (con su “h” intercalada y todo), es una rara avis de nuestro mundo actual, donde parece que no está demasiado de moda, por eso me he atrevido a sentarme delante del ordenador a compartir con vosotr@s unas ideas al respecto.
Para explicar mejor lo que entiendo por coherencia bastará una simple anécdota. Hace muchos años me crucé con una persona que había sido importante para mí, al cabo del tiempo nuestra relación terminó y un buen día coincidimos, a esta persona le extrañó verme solo, así que me preguntó: “¿Cómo que estás solo?, creía que tenías otra pareja” Sin incidir en la intención (no muy buena, ciertamente) con la que lanzó la pregunta, respondí francamente: “Un proyecto siempre es más importante que las circunstancias”. Creo que esa frase podría resumir lo que entiendo por “coherencia”.
Las personas, las parejas o las empresas coherentes son aquellas que mantienen un proyecto más allá de las circunstancias presentes. Por el contrario, las incoherentes son aquellas que se dejan arrastrar por los vientos de la vida y nunca terminamos de entender cuál es su escala de valores o simplemente sus objetivos.
No es mi intención juzgar a nadie pero quizá enfocar las características de esas personas que no se dejan seducir por los cantos de sirena de las circunstancias nos ayude a todos un poco más a conseguir lo que realmente queremos.
La primera característica que, a mi juicio, define a las personas coherentes, es la perseverancia. Tener claro un objetivo es fundamental para alcanzarlo, puesto que es difícil llegar a ningún sitio si no sabes hacia donde debes marchar. A su vez, esto hace que las distracciones sean consideradas como tales. No nos dejemos engañar, un viaje tiene más sentido en sus etapas que en su destino, pero hay que ser consciente del sentido global para no enredarnos en las minucias, fascinantes desde luego, pero efímeras al fin y al cabo. Estas minucias son aquellas circunstancias de las que yo hablaba aquel lejano día. Por resumirlo de manera gráfica: “Es agradable observar las flores del camino, pero sus pétalos no te cobijarán por la noche”.
Otra característica de las personas coherentes es que al aceptar sus propias circunstancias como efímeras, suelen ser indulgentes con las circunstancias de los demás. Es difícil encontrarte entre las coherentes miradas de reproche. Probablemente, ser consciente de tus propios pasos te hace ser más generoso con los pasos de los demás. Al fin y al cabo, quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Si acepto mi circunstancia personal de soledad o de compañía, aceptaré también tus necesidades al respecto, sin criticarte que me dejaste abandonado o que estás más pesado que de costumbre.
Esta indulgencia se manifiesta también en el hecho de no recriminar con demasiado énfasis aquellas características que no les gustan de los demás, por lo que las personas coherentes resultan, en la mayoría de los casos, comprensivas y reconfortantes. Nada es demasiado importante, siempre que te sientas a gusto contigo mismo.
La última de las cualidades más importantes que configuran la coherencia es la capacidad para afrontar nuevos retos. Quizá recordéis aquella idea de Ken Wilber sobre los cambios transformadores en “Si la vida llama a tu puerta…Ábrela” (post del 18/11/2010). Considero que los y las coherentes tienen más facilidad para dar este tipo de saltos, puesto que la experiencia habitual es que pueden obtener aquello que deseen. Un objetivo no tiene demasiado sentido si sólo sirve para quedarte en él, lo importante de alcanzar una meta es el desarrollo que ha originado en ti y por tanto, los nuevos retos que el recién estrenado desarrollo te comporta. La vida es movimiento y como tal, el ser humano es un ser en desarrollo constante. Al fin y al cabo, si Calderón tenía razón y la vida sólo es sueño, soñemos para vivir y vivamos para seguir soñando. No somos actores de un drama sin sentido, pero sí tenemos la responsabilidad de acercarnos un poquito más a la persona que realmente somos.
Objetivos claros, un disfrute consciente de las circunstancias y mayor capacidad para seguir soñando pueden llevarnos a cualquier meta, pero sobre todo, pueden hacernos personas mucho más agradables. Quizá por ello, a pesar de los años, disfruté tanto ese capuchino en uno de mis cafés preferidos de Madrid.
Un abrazo a tod@s y gracias por seguir apoyándonos
EDU
Como os he comentado a través del facebook, hoy me han ayudado enormemente vuestras palabras. Estoy en un momento de esos en los que hay que tomar decisiones y al menos me habéis ayudado a saber que estaba eligiendo lo correcto.
ResponderEliminarDigamos que ha llegado el tren que llevaba esperando mucho tiempo. Tanto que ya casí ni estaba pendiente ni esperando en el andén. Me gustaba la estación en la que estaba, mucho, pero tengo que partir. Me voy con nostalgia, miedos e ilusión. No sé muy bien donde me llevará exactamente, ni cuánto tiempo durará este viaje pero tengo el billete comprado hace mucho y tengo que partir, tengo que ser coherente!
Gracias, seguid así!
Ruth
No puedes ni imaginarte la alegría que producen tus palabras, que aporte un poquito de luz en esos momentos en los que parece que la confusión lo ahoga todo. Me ha encantado la metáfora y esperamos que dure lo que dure este viaje te lleve siempre en la dirección adecuada, que no es otra que acercarte más a ti misma. Un beso fuerte. EDU
ResponderEliminarGenial el post Edu! Levanta el ánimo a cualquiera, y es un buen recordatorio el tema de la importancia de marcarse objetivos y por supuesto en seguir soñando…con los pies en la tierra! Enhorabuena por mantener el nivel del blog cada semana a ambos!
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus ánimos, esperamos que nuestros posts os sigan llevando un poco de ánimo para seguir creciendo juntos. Enhorabuena a vosotros que nos leéis cada semana y nos hacéis así un poquito más felices. Un saludo muy fuerte.
ResponderEliminarInteresante post sobre uno de los mas escasos rasgos de comportamiento que se puede encontrar en las personas en estos tiempos. La coherencia, desde mi punto de vista, esta muy relacionada a los valores y principios que una persona haya podido enraizar como parte de su personalidad.
ResponderEliminarSer congruentes entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos, me parece, es la única forma de vivir plena y concientemente. Sin embargo en la actualidad, demostrar una vida coherente tiene un costo muy alto en términos de soledad e incomprensión por parte de la sociedad y la gente que nos rodea
Querid@ amig@, siempre es un placer leer un comentario reciente a una entrada antigua, gracias. Tienes mucha razón en que la vida plena y consciente tiene que ver con esa habilidad para hacer lo que se piensa. Sin embargo, cuando vivimos así, no creo que paguemos ningún costo. Probablemente desaparecerán personas de nuestra vida, pero cuando vivimos con esa coherencia que defendemos, ese desapego es también parte del aprendizaje y la mejor forma de hacer hueco a relaciones más acordes con nuestros objetivos actuales. Un abrazo enorme y de nuevo, mil gracias. Estaremos encantados de seguir recibiendo tus interesantísimos comentarios
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