Cuando alguien hace un par de días me preguntó: “¿no te das cuenta de que todas las situaciones las llevas al límite?”, casi hasta me ofendí. No es cierto. Soy más que paciente con muchos asuntos. Pero luego, al explicarse mejor, entendí la verdad que había en esa pregunta. Se trataba precisamente de eso. De aguantar demasiado en determinados aspectos que debería haber cortado antes. Y cuando ya has llegado hasta el final, la situación sólo invita a ser drástica.
El consiguiente comentario fue: es increíble cómo te sobra iniciativa para algunas cosas y te falta para otras…
Bien, supongo que yo, Cada, parezco esa persona rebelde por naturaleza que hace de su capa un sayo. Una inconformista sin límites que puso en su boca las palabras de Scarlett O´Hara: A Dios pongo por testigo que nunca volveré a pasar hambre. Soy la que vive hasta el último minuto exprimiendo vida y la que siempre aconseja a sus fieles seguidores que no se detengan ante nada.
Hace mucho tiempo le recomendé a un alumno de 17 años que jamás dejase de hacer algo sólo porque le faltase el dinero. Los medios materiales no son un freno para mí. Todo puede conseguirse de algún modo.
Pero, en ocasiones, me enfrento a mis propias encrucijadas. Preguntarme quién soy y a dónde me dirijo, es una constante en mi vida. Entre mis escapadas para saborear la vida y mis momentos de retorno adolescente, hay algo llamativo. En realidad, mantengo ciertas constantes. Hace un tiempo que me planteo que los retos que puedan suponer un cambio radical, empiezan a darme miedo. Supongo que a todos nos pasa, vivir un momento en el que somos incapaces de afrontar y sólo dejamos que las cosas se muevan a nuestro alrededor, para observarlas desde fuera. Así, si no tocamos nada será como si nada pasara. Esto es falso. El universo siempre confabula contra ti. Cuando quieres darte cuenta estás tan metido que no puedes seguir haciendo como que no te das cuenta.
A veces pienso que yo lo he aguantado todo, lo he intentado todo, he luchado contra todo y, sin embrago, aún no me he mirado a mí misma.
¿Sabemos, acaso, mirarnos a nosotros mismos? ¿Estamos seguros de qué es lo mejor en cada momento?
Ayer escuché en boca de una compañera de trabajo una de las realidades mejores que he oído: “Elige las personas de las que quieres rodearte, porque es la única cosa en la vida que de verdad puedes elegir y depende de ti.”
No podemos elegir a quién querer, pero sí a quién hablar. Entonces, ¿por qué soportamos a nuestro alrededor gente que no deseamos tener cerca?
Aguantamos mucho más de lo que creemos. A veces se trata de un familiar. No debería ser así. La sangre no tiene que atar más. Otras, es un amigo pesado.
Al final, todos somos más incapaces de dejar de soportar de lo que creemos. Por las razones que sean.
Yo, Cada, soy esa persona que declara la monotonía un infierno y que sin embargo siente llevar encerrada en la misma vida más de 10 años.
Liberarse de ataduras no es sencillo porque la primera cadena que nos amarra somos nosotros mismos. Y, desde luego, no se puede tener un miedo más atroz que a la propia persona. Porque cuando volvemos sobre nuestros pasos puede producirnos terror creer que nos hemos equivocado.
Si te prometes no volver a pasar hambre, al más puro estilo de Lo que el viento se llevó y, resulta, que a continuación tienes que rasgarte las vestiduras, acabas por imperar que la monotonía era lo mejor que podía haberte pasado.
No es un problema de llevar todo al límite. Es falta de valor. Pero no por afrontar lo que venga, sino por no saber realmente ni lo que quiero ni lo que soy…
CADA.
Pues sí muchas veces estamos perdidos en ese momento en el que no podemos dar un paso atrás o adelante...y muchas veces lo único que nos pide la vida es esperar, sencillamente esperar, por duro que sea...todo acaba pasando, absolutamente todo. Un abrazo muy grande y arriba el eslogan,incluso aunque luego tengas que rasgarte las vestiduras.
ResponderEliminarCada, este ha sido uno de tus mejores post ¡felicidades! y estoy de acuerdo con el anterior anónimo... cuando no sabemos adónde ir, simplemente basta con dejarse llevar, dejar pasar las cosas.... y de repente la magia te envuelve... Abrazos!
ResponderEliminarGracias amigos!
ResponderEliminarTodos tenemos momentos como esos. El problema es cuando dejarse llevar se ha convertido en un estilo de vida. Entonces, las auto-excusas ya no sirven. Es necesario plantarse en algún momento de la vida para preguntarse a uno mismo si parar o continuar.
Un abrazo,
CADA.