NO ES UN ADIOS, ES UN HASTA LUEGO

En primer lugar, quisiera dedicar este post a mi compañero de juegos. Ese al que nunca podré decirle adiós.

¿Conocéis ese famoso dicho que reza: quien bien te quiere te hará llorar?

Siempre me he preguntado por qué tiene que ser así. Bueno, al parecer, para empezar, las personas que de verdad te aprecian son sinceras contigo. La verdad absoluta puede hacer daño. Sin embargo, es curioso que solemos preferir la verdad, por dolorosa que ésta sea, a un engaño eterno. Esto es contradictorio con el hecho de que la ignorancia es felicidad. Mientras no sabemos, ignoramos; y en esa situación en la que creemos que las cosas son de otra manera, estamos contentos, auto – engañados, alejados de la realidad dolorosa. Cuando conocemos más, sufrimos más; pero también recuperamos la consciencia.

¿Alguna vez habéis visto una chica sola llorando en una parada de autobús? ¿Y no os han dado ganas de preguntarle qué le pasaba?

Esa curiosidad no es morbo. Es un deseo intrínseco de querer que todo el mundo sea feliz. Ver llorar produce tristeza. Ver llorar en soledad produce desazón.

En ocasiones llevamos tanto tiempo esperando que el dolor pase por si solo que hasta hemos olvidado su causa. Lo único que nos importa es sentirnos mejor. A veces, no conocemos el remedio ni el cómo y estamos esperando, sin más, una cura milagrosa. Un lo que sea que va a presentarse delante nuestro con la fórmula de la felicidad. Cuando los años caen uno detrás de otro y, simplemente, no sucede nada, pueden pasar dos cosas. O bien se asume todo y llega el autoconvencimiento de que tiene que ser así o, por el contrario, empiezan las preguntas.

Entonces fue cuando alguien me recordó cómo había comenzado todo. El día exacto y el momento preciso en el que el cambio se gestó en mí. Yo ni siquiera recodaba la fecha. No era capaz de situarlo en el calendario ni por aproximación. Aquello que supuestamente me hizo otra persona había pasado por mí sin que lo notase. Lo enterré completamente. Mi mente y mi corazón supieron apartarlo por completo. Pero, al parecer, me convirtió en otra persona. No lo había podido imaginar hasta que el otro día, tantos años después, me hicieron recapacitar sobre ello. Me paré a pensar y era cierto.


El dolor más grande que puede padecerse es el mal de amores. No sabemos cómo darle salida y en lo único en que nos obcecamos es en recuperar algo que, como poco, está en la cuerda floja. El mal de amores puede presentarse de muchas formas y crea una especie de vacío a medio camino entre el dolor de estómago constante y la necesidad de tomar aliento.

Además de recordar un hito, he aceptado un fabuloso consejo: no rindas cuentas a nadie. Ha llegado el momento de afrontar tu vida, de coger las riendas. Si estás decidida a ello, me parece una gran idea. Pero hazlo. Tienes lo que necesitas para enfrentarlo. Yo te querré siempre. Nunca te he odiado. No podría. Te debo todo lo que soy.

A todos mis lectores que sois gente Edu Cada, tomad el mismo consejo. No rindáis cuentas a nadie. Situaos frente al camino que estáis apunto de emprender y, sencillamente, dad el paso. Puesto el primer pie, proseguir es más fácil. No se trata de dejar de mirar atrás y de sólo tener los ojos fijos delante. Yo nunca he creído en eso. Lo realmente bueno es ser capaz de mirar a ambos lados del camino, de abrir los horizontes. De abrazar lo que esté por llegar. Así, mientras recorremos un sendero que puede ser, por tramos afable y, por partes pedregoso, nos cruzaremos personas a las que sólo saludaremos con la mano, otras a las que olvidaremos y algunas, unas pocas elegidas, tendrán en nosotros un hueco y jamás las diremos adiós. Hay alguien en nuestro corazón a quien siempre le decimos hasta luego…

CADA.

3 comentarios:

  1. Hola Cada...Me ha parecido muy tierna tu entrada de hoy, yo creo que el día a día es lo único importante, el pasado no vuelve y el futuro es un problema que aún no ha llegado, pero en el ahora están las bases de lo que queremos ser. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que la vida sólo puede llenarse de hasta luegos, porque los adioses sólo reprimen aquello que somos y no nos dejan ver más allá de lo que creemos ser...

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  2. La ignorancia es parcial. También es sucedáneo de la felicidad en el avestruz(o ave estrucioniforme). En el humano es sosiego cuando está frente a "cosas" que es mejor no saber. Por cierto, sobre nosotros mismos permanecemos en silencio (ancestrales latinos): nunca nos conocemos del todo; algo más si -a base de tiempo-. Amor que no pena/no pida plaÇer/pues ya le condena/ su poco querer. O... mi vida es toda de amor, y si en amor estoy ducho, es por causa del dolor, pues no hay amante mejor, que aquél que ha llorado mucho.... Aunque creo que la planta sufre menos o nada... ¿Responsabilidad? respondere: dar respuesta. Al dios, a los amigos, o sólo a uno mismo sobre si mismo. O a dos de ellos o a ninguno... ¿A ninguno? Habría que "plantificarse". MMMmm no: plantifacerse. O, igual no.

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