¡QUE VIENE EL COCO!

Históricamente se ha mentido a la infancia para conseguir que los niños hagan lo que los adultos quieren. Se trata de una especie de artimaña fundamentada en la creencia de que los pequeños, por ser aún cortos de edad, también lo son de mente.

Me estoy refiriendo a la sarta de estupideces relacionadas con el Hombre del saco, el Coco, Camuñas, el Lobo, el Monstruo del armario, la Bruja… etc y todos esos tipejos desagradables que van a venir a comernos cuando más vulnerables somos: MIENTRAS DORMIMOS.

(Imagen de: sansandragomez.blogspot.com)

Creo que todo empezó cuando nos empeñamos por primera vez en que hay que comerse todo lo que nos ponen en el plato. Da igual si sólo tienes 5 años y abultas un metro 20. El plato de lentejas hasta el borde se come enterito. Nada de lentejas, si quieres las comes y si no las dejas; en esta casa se comen!!

Pero nada. El niño no quiere y las escupe. Comienza la desesperación y el recurso a las fuerzas superiores: si no te las comes te vas a quedar así de pequeñito.

¿Recordáis cuando erais niños? ¿Acaso os importaba lo de quedaros pequeños? Desde luego a Peter Pan, no le preocupaba nada en absoluto.

El siguiente recurso es sacarnos de la manga a alguien maléfico que dé mucho miedo y esté dispuesto a causar las más terribles pesadillas. Eso no puede fallar. Utilizar el pánico en favor propio. Si no te comes las lentejas, que están buenísimas porque las ha hecho la abuela con mucho cariño, vendrá el hombre del saco. Claro, eso no compensa para nada. ¿Lentejas o un desconocido con un saco?

Y, el hombre del saco no es precisamente Papá Noel, Noooo. Este es mucho más desagradable. Va sucio, huele mal, se ríe con mala idea… Imagínate para qué quiere el saco.

Dudo mucho de la eficacia de estos métodos. ¿Se ha comido el niño las lentejas? Seguramente la jornada ha terminado en drama. Pero lo peor no queda ahí. La parte más desagradable es que lo que sí hemos conseguido es causar miedos a la hora de dormir. Cualquier sombra en la habitación podría ser uno de esos maleantes que vienen buscando venganza por el asunto, aún sin resolver, de las lentejas del jueves pasado…

Señoras y señores: ser niño ya es lo suficientemente duro. Hay que cumplir cada día con un montón de requisitos impuestos. Unas veces se dan mejor y otras peor. Lo único a lo que aferrarse es la confianza ciega en nuestros padres. Esos a los que queremos, en los que buscamos apoyo y protección. Esos dos de los que nos fiamos plenamente.

No es aconsejable chantajear con mentiras infundadas que alientan el miedo.

Como poco, con los años, lo que se consigue es pérdida de lealtad. ¿Cómo voy a creer a quien me dijo que iba a venir un monstruo horrible a llevarme? ¿Cómo no voy a mentir al que me mintió para que me comiera unas míseras lentejas?

Al igual que esas pequeñas mentiras que creemos inocentes, hay un sinfín de falsedades que pueden causar efectos no esperados: Irte cuando no te ve para que no llore; amenazarle con que va a enfermar para que se ponga una chaqueta cuando no es él quien tiene frío; asustarle con un terrible accidente que va a sufrir si se sube al tobogán; regañarle con frases como ya no te voy a querer.

Nuestros pánicos más profundos no son los del niño. No traslademos nuestros pavores a su persona.

Cuando tenga quince años nos echaremos las manos a la cabeza si fuma a escondidas, oculta las notas suspensas o se mete en un lío y no confía en nosotros.

La confianza es una planta que se hace vigorosa a base de mimos y paciencia. Lo que un día te dí, cuando sólo tenías dos años, podría recibirlo ahora que tienes diecisiete.

Mirarás a ese adulto, que una vez fue niño y en sus ojos hallarás lo que ni recuerdas haberle dado.

Existen estrategias pedagógicas para el convencimiento. No mientas nunca a quien no quieres descubrir jamás en un engaño…

CADA.

3 comentarios:

  1. Coño CADA, si existen estrategias pedagógicas como sustituto a lo de que viene el COCO... compartelas por favor!!!!

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  2. Hola amigos!
    Cómo siempre, cuánta razón Cada!

    Como ya sabéis soy maestra de niños de 3 años. Viene siendo habitual en casi todos los coles de Madrid, que el tentempié de media mañana se tome dentro del aula para controlar cuánto comen y trabajarlo como un hábito de salud y alimentación importante.
    Se intenta que todos se lo coman todo, pero no siempre funciona. Hay que insistir un poquito pero sino, en mi caso lo vuelven a guardar en su mochila y se lo llevan a casa para que las familias vean cuánto han comido. ¿Estrategias? Refuerzo positivo. Nada mejor que valorar los logros y pequeños avances. Mucho mejor decirle: "Si te lo comes todo vas a estar muy fuerte", "vas a poder jugar mucho más en el recreo", "Eres un campeón/campeona",etc... Que decirle las cosas malas que pasan sino comen : "te vas a quedar chiquitito", etc.
    Además una vez que comen, si es de los que les suele costar hay que alabarles mucho, hacerles la ola si hace falta y muestras de afecto. No hay nada mejor que reforzar su autoestima.
    Nada de chantajes; quitarle importancia al asunto cuando la cosa no sale como quisiéramos y bailarles el agua cuando sale redondo. Y repito: refuerzo positivo siempre!!!!

    Un saludo!

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  3. Gracias, querido anónimo, por tu sugerencia. El post del próximo lunes se enfocará a estrategias pedagógicas.

    Y, claro está, gracias Ruth, por compartir algunas de ellas con nosotros. Me encanta tener opiniones de maestros y maestras por aquí. Espero que el lunes sigas dando tu opinión.

    Un abrazo a todos,

    CADA.

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