LOS HACEDORES DE PESADILLAS

          Esta semana me apetece volver a un tema antiguo, el de esas actitudes que en mayor o menor medida a todos nos impiden ser realmente felices y una de esas actitudes es precisamente nuestra capacidad para convertir nuestra vida (y la de los que nos rodean) en auténticas pesadillas.

En mis últimas entradas he tratado el tema de los sueños, pero al igual que nuestros sueños esconden a veces nuestros miedos más ocultos, también podemos construir nuestra realidad en base a las más disparatadas pesadillas. Y así, cuando genero pesadillas a mi alrededor, no soy capaz sino de ver la maldad en todo lo que me rodea.

De nuevo, si considero que todo el mundo desea mi mal o incluso conspira para provocarlo, quizá tenga que empezar a pensar qué tipo de realidad estoy construyendo con mis pensamientos. No quiero decir que no haya parte de maldad en el mundo, ya sabemos que todo tiene su opuesto. Pero la posibilidad es una cosa, la elección es otra bien distinta y hay personas que eligen constantemente convertir en una película de terror su existencia.
Sin entrar en diagnósticos psiquiátricos, seguro que a todos se nos viene a la cabeza situaciones o épocas en nuestra vida donde parecía que el Universo conspiraba no para alcanzar los sueños, que dice Coelho, sino para arremeter constantemente contra ellos. También conocemos a personas que maquinan todo el día para ver cómo pueden perjudicar al prójimo un poquito más.

Estas personas (o mejor dicho, estas situaciones) se definen por vivir en un continuo estado de ansiedad, buscando siempre defenderse de ataques posibles, generando guerras preventivas y haciendo que la convivencia con ellos sea una especie de batalla en la que sólo uno puede quedar en pie. En el trabajo, en la pareja, incluso en el bar tomando un café…
Generar pesadillas es una tentación muy fuerte para todos, al fin y al cabo es mucho más fácil pensar en la vida reactivamente, considerando que tengo que responder constantemente a las agresiones de un medio hostil. Como la realidad es el reflejo de mi propia situación mental, no tengo otra que ver enemigos por todos lados y entonces la elección es clara: O tú o yo. Aunque a nadie nos gusta enfrentarnos con este tipo de personaje y a pesar de su aparente omnipotencia, en realidad estos hacedores de pesadillas son seres frágiles y altamente peligrosos.

Los hacedores de pesadillas son ese nubarrón de las tardes de verano, una sombra de remordimiento y rencor constante que parece ahogar hasta la luz más profunda. Pero no podemos dejarnos engañar, la oscuridad, como el frío, no tiene entidad física propia, sólo se definen por la ausencia de su opuesto.

Estar sumido en una pesadilla continua es lo mismo que reflejar la inmensa fragilidad de quien soy, o me creo ser. Porque nadie que se considere invulnerable puede realmente dañar a nadie. ¿Si nadie me puede atacar por qué iba a defenderme?
Las personas con más miedo son las personas con menor autoestima, por eso cualquier situación puede convertirse en una terrible amenaza, por eso el miedo se refleja en pesadillas horribles donde los peores monstruos son siempre una creación de nuestra propia mente, como nos recuerda el famoso grabado de Goya.




Lo peor de estos hacedores de negrura y frustración es que es muy fácil dejarse llevar por ellos, en el momento en el que parece que pueden causarte daño, estás bailando al son de su insondable terror y entonces la pesadilla empieza a ser una realidad también para ti.

Pero de la misma manera que esas pesadillas no son más que una terrible condena personal, la única forma de responder ante ellas es simplemente reconocer que no hay nada de lo que tenga que defenderme, no hay nada que pueda hacerme daño, no hay nada que requiera el esfuerzo supremo de anticiparme a tus maquiavélicas artimañas.
No puedes hacerme daño, de hecho, tramando contra mí lo único que haces es hacerte daño a ti mismo, de una manera tremenda y literalmente real.

Una vez más, tú eliges. Sí. El mundo puede ser una gran pesadilla. Pero realmente es una gran caja de pruebas en blanco, donde podemos cumplir los más hermosos de nuestros sueños o dejarnos arrastrar al pánico de nuestras más oscuras pesadillas. Es una elección, constante, irrenunciable. Siempre estamos eligiendo y siempre estamos percibiendo la fuerza de nuestras elecciones. Realmente somos seres con mucho poder, poder para crear, poder para vivir en el mundo que literalmente nos de la gana.

Yo renuncio para siempre a las pesadillas, renuncio a defenderme de ti, porque no tienes la capacidad de hacerme daño. Siento que creas que puedes llegar a afectarme de alguna manera. Te perdono por pensarlo. Gracias por hacerme ver la inmensa suerte que tengo, la inmensa capacidad de creación que esconde cada una de mis decisiones. Te quiero porque tú también tienes esa capacidad, aunque hayas decidido convertirla en la más oscura de las sombras de tu mente. Debajo de esa sombra, siempre estará la luz.

Feliz y luminosa semana para tod@s

EDU


CONMIGO PERO SIN MÍ

JORNADAS DE EDUCACIÓN. LA ESCUELA PARA LA FAMILIA
CURSO 2014-15




EVOLUCIÓN FISIOLÓGICA Y PSICOLÓGICA

Nacimiento: la vista se enfoca a 20-25 cm. No detalles. El oído reconoce sonidos familiares y los asocia a experiencias de consuelo o dolor. A través del olfato, el bebé reconoce a sus padres. Las reacciones afectivas son de dolor. Su afectividad positiva se basa en el apego. Su juguete preferido es el rostro humano.

 6 Meses: el bebé se lleva objetos a la boca, golpea y explora con las manos. Gestualiza con otros. Echa de menos a sus papás.

12 Meses: percibe profundidad. Utiliza los dedos individualmente. Planifica cómo atrapar objetos. La inteligencia es instrumental. Le gusta mirar y estar con otros

 18 meses: Anda como un patito. Sube y baja escaleras a gatas. Utiliza correpasillos.

24 meses: Se sube a sillas. Trepa. Juega con bloques. Controla sus juguetes. Imita.

30 meses: sube y baja escaleras. Utiliza lápices de colores. Construye. Empieza a compartir. Desarrolla mucha autonomía.


EDUCACIÓN COMPARTIDA – TODOS ESTIMULAMOS

Identidad y autonomía

Consistente en:
  • Realizar tareas que potencien la autonomía en el sujeto: en la alimentación, movilidad, orientación..
  • Controlar esfínteres
  • Desarrollar pautas de higiene y autonomía: lavarse, vestirse y desvestirse...
  • Demostrar gusto por sentirse aseado e interés por las tareas de higiene y las que despiertan la autonomía
La identidad psicológica es consecuencia de las distintas experiencias que el niño va teniendo en relación con el entorno físico y especialmente con su entorno social.

La etapa que abarca la Educación Infantil tiene, por tanto, una decisiva importancia en el desarrollo pleno y armónico de los niños, ya que en ella amplían sus interacciones con los demás, actualizando sus instrumentos cognitivos, afectivos y relacionales. El ingreso en el centro educativo representa la primera posibilidad de trascender el entorno familiar y la necesidad de enfrentarse a un mundo de objetos y de relaciones diferentes y de exigencias nuevas en la realización de todo tipo de tareas.

El instrumento fundamental con que cuenta el niño para relacionarse con el medio es su propio cuerpo. A través de él será capaz de percibir las características de los objetos, de observar las acciones de los demás, de realizar acciones propias tendentes a modificar el entorno...

El conocimiento y control del cuerpo es una tarea que ocupa al niño desde su nacimiento y durante toda la Educación Infantil. Cualquier actividad que emprende el niño implica componentes corporales. De ahí la importancia de proponer un trabajo sistemático en este campo, con orientaciones claras y precisas.

Mediante el conocimiento y el manejo de su cuerpo el niño será capaz de reconocer su propia individualidad frente a los demás y frente al mundo. Será tarea del profesorado y de la familia el incluir en este proceso la adquisición de actitudes y hábitos relativos a la seguridad personal, la higiene y el fortalecimiento de la salud.

Un trabajo sistemático con el propio cuerpo posibilitará, además, avanzar en la coordinación y el control dinámico general que permitan al niño realizar actividades relacionadas con el juego físico, desarrollando de este modo su capacidad global de movimiento, así como las habilidades manipulativas relacionadas con coordinaciones visomanuales finas.

El concepto de uno mismo se forma en gran parte por la interiorización de las valoraciones positivas o negativas que proceden de las interacciones sociales con sus pares, y especialmente con los padres y el profesor. Se van configurando así la autoestima y la propia identidad, que posibilitan el logro progresivo, paso a paso, de la autonomía. El niño aprenderá a desenvolverse con seguridad y confianza en los entornos conocidos y a tomar iniciativas en situaciones de la vida diaria. La función del docente en esta área es fundamental, ya que se erige en figura privilegiada para los niños. Su papel es muy complejo, pues junto al afecto y a las actividades de estimulación tendrá que introducir los límites necesarios para que el niño se desarrolle personal y socialmente.


ESTIMULACIÓN DE 6 A 36 MESES

DE 6 A 9 MESES

Séptimo mes
q       Permitirle sujetar el biberón
q       Dejarle sacar del plato trozos de comida con la mano
q       Responder a sus balbuceos
q       Rodar pelotas hacia el bebé
q       Jugar con arrastres para que pueda verlo y seguir sus movimientos con la vista
q       Colocarlo en posición de gateo mostrándole objetos que le atraigan
q       En posición supina, con su cabeza sobre una almohada estimularlo a levantarla, mostrándole objetos llamativos
q       Motivarlo a que se siente
q       Tanto en posición prona como en supina estimularlo con sonidos para que se desplace en dirección de la fuente sonora
q       Ponerlo a gatas, haciéndolo ejecutar movimientos simultáneos de
brazos y piernas del mismo lado del cuerpo
q       Ayudarlo y estimularlo a levantarse apoyado en un barandal, silla, etc.
q       En posición supina, ayudarlo a acercar sus pies a la cara
q       Hablar con el niño o la niña frente al espejo, señalándole algunas
partes de su cuerpo. Llamarlo siempre por su nombre
Octavo mes
q       Dejarle beber con vaso, ayudándole
q       Nombrar los alimentos que se le dan para comer para que vaya familiarizándose con sus nombres
q       Mostrarle revistas, cuentos y libros de imágenes, señalándole objetos y diciendo sus nombres
q       Propiciar que alcance objetos colocados lejos de él
q       Estimularlo a sujetar objetos con los dedos índice y pulgar
q       Proporcionarle cucharas de mango grueso que pueda sostener e intentar que coma solo
Noveno mes
q       Tener objetos para jugar en el baño. Especialmente vasitos que le permiten descubrir la cantidad de agua que cabe dentro y aprender conceptos como dentro-fuera, lleno-vacío.
q       Jugar con objetos que permitan encajarse unos dentro de otros
q       Dejar al niño con diferentes personas
q       Decir sílabas repetidamente para que imite los sonidos escuchados
q       Enseñarle objetos diversos de su casa.
q       Hablarle de objetos, describiendo y mostrándole detalles del mismo.
q       Hacer sonidos con diferentes objetos para que los identifique.

DE 9 A 12 MESES

Décimo mes
q       Utilizar juguetes que permitan insertar piezas. Por ejemplo: palo para meter anillas.
q       Dejarla jugar con cajas, botes, bolsos...con distintos sistemas de apertura e introduciendo juguetes dentro.
q       Disponer de un espacio seguro donde pueda moverse.
q       Colocar un objeto en una toalla y animar al niño o niña a que tire de la toalla para lograr el objeto.
q       Estimular el aplauso
q       Motivarlo a que salude y diga adiós con su mano
q        Permitirle llevarse solo un vaso a la boca
Décimo primer mes
q       Extender la mano y pedir al niño o niña que nos de el objeto que tiene. Si no lo hace, demostrarle cómo hacerlo.
q       Envolver la cuchara en la servilleta y dársela al bebé para que la desenvuelva.
q       Dejarle jugar con su cuerpo durante las mudas.
q       Nombrar las partes del cuerpo mientras se las tocamos durante las mudas.
q       Atar un cordel a un objeto y enseñar al niño o niña a tirar de él.
q       Esconder delante del niño/a el objeto dejando que asome el cordel para que tire a fin de conseguirlo.
q       Colocar un objeto alejado del niño/a y darle algo alargado (cuchara de madera, por ejemplo) para que se ayude a alcanzarlo. Dejarle experimentar por sí solo.
q       Hacer juegos de manos: “palmas palmitas” “cinco lobitos”.
q       Sacar y meter cubos de madera de una caja.
q       Jugar a lanzar objetos hacia un blanco, previa demostración por parte
del adulto.
q       Mostrarle y permitirle manipular libros con imágenes grandes y de colores y hablarle de ellas.
Décimo segundo mes
q       Proporcionarle objetos variados y con distintas características (distintas formas, tamaños, texturas...)
q       Tener paciencia y no anticiparse a las acciones del niño/a
q       Realizar actividades al aire libre
q       Hacer actividades frente al espejo: peinarlo, muecas...
q       Permitirle dar al interruptor de la luz al entrar en una estancia
q       Sentar al niño y poner objetos a sus lados para favorecer que gire su
cuerpo con el fin de alcanzarlos. Lo mismo puede hacerse con sonidos que provoquen que gire el tronco para localizarlos
q       Ayudarlo a dar algunos pasos, sosteniéndolo de la ropa o debajo de los
brazos
q       Proporcionarle una sillita en la que pueda sentarse solo
q       Jugar a patear una pelota grande
q       Jugar con él a ponerse y quitarse sombreros o gorras
q       Enseñarle a construir una torre con cubos y dejar que la haga solo
q       Jugar frente al espejo a los saludos, despedida, aplausos, besos y señalar partes del cuerpo
q       Conversar mucho usando palabras sencillas y frases cortas
q       Usar sonidos onomatopéyicos de objetos y animales conocidos por el niño
q       Enseñarle a ejecutar órdenes simples
q       Permitirle comer solo aunque derrame el alimento
q       (Si ya camina) Colocar al niño/a en el orinal por algunos minutos, tres o cuatro, en horarios fijos, en períodos establecidos
q       Ayudarle a lavar y secar sus manos y cara
q       Al vestirlo nombrar las prendas y partes del cuerpo utilizadas
q       Al bañarlo o lavarlo, ayudarlo a identificar temperaturas
q       Ejercitar sus deditos uno a uno; por ejemplo con el cuento: “este fue a por huevos...”
q       Realizar gimnasia durante las mudas
q       Pedir su cooperación mientras se le viste o desviste: “levanta las piernas” “saca el brazo”
q       Utilizar diferentes caras expresivas ante acciones. Por ejemplo: poner cara de sorpresa cuando el niño/a haga algo sorprendente; Hacer como si llorásemos si nos golpea...
q       Promover muchas actividades físicas
q       Pasear por la calle
q       Escuchar música infantil con diferentes ritmos
q       Desenvolver paquetes

DE 12 A 24 MESES

Décimo tercer mes
q       Permitir al niño/a que se desplace libremente, que se agache, que arrastre objetos...
q       Dar patadas a pelotas y lanzar pelotas
q       No abusar de la silla de paseo. Permitir al niño que se desplace por sus propios medios
q       Procurarle un entorno rico en objetos de distintos tamaños, colores, formas, sonidos...
q       Nombrar al niño/a objetos y sus cualidades.
q       Respetar el tiempo de atención que cada niño/a es capaz de mantener.
q       Potenciar juegos sencillos de imitación con canciones y gestos.
q       Preguntarle por partes de su cuerpo: “¿dónde tienes el pie?” “¿y el pelo?”...
q       Jugar con objetos en la bañera.
q       Jugar con muñecas independientemente del sexo del bebé.
q       Jugar con cubos de madera.
Décimo cuarto mes
q       Jugar con pelotas pequeñas de plástico
q       Dejarle hacer cosas solo aunque tarde en realizarlas: lavarse las manos, ponerse el abrigo...
q       Permitirle subir y bajar escaleras
q       Proporcionarle papel y ceras
Décimo quinto mes
q       Jugar con pelotas pequeñas de plástico
q       Mostrarle cariño y elogiar  su buena conducta.
q       Usar libros con dibujos para enriquecer el vocabulario del niño/a. Leerle cuentos ayudará a desarrollar su lenguaje.
q       Mantener un mínimo de reglas. La disciplina debe ser firme y consistente, pero a la vez, de manera amorosa y que se entienda.
q       La disciplina debe ser consistente. Utilizar métodos de "Ignorar y Aislar." Por ejemplo, la mejor manera de manejar las rabietas es ignorándolas.
q       Los mejores juguetes a esta edad son muñecos con formas de animales, muñecas, libros, y carritos de juguete, juguetes de empujar y arrastrar, de llenar y vaciar, de abrir y cerrar. También son útiles los artículos de casa, como tazas y botes de plástico  plásticas o cajas vacías.
q       Jugar al escondite
q       Pedirle objetos que no estén ante su vista
q       Cepillarle los dientes sin pasta.
q       Permitirle comer sin ayuda la mayor parte de su comida
q       Ver libros de fotos
q       Abotonar y desabrochar una prenda con botones grandes
q       Empujar un correpasillos
q       Soplar velas, soplar por una pajita...
Décimo sexto mes
q       Jugar con muñecas, independientemente del sexo
q       Coser pasando cordeles por un cartón
q       Pedirle que pase un objeto por encima o por debajo de otro. Jugar a pasar por debajo o por encima de lago
q       Decir los objetos y el color que tienen para que el niño/a lo vaya asociando
Décimo séptimo mes
q       Jugar con cajas grandes: meter cosas, meterse dentro...
q       Pedirle muchos objetos o pocos objetos. Por ejemplo al tender, podemos decirle que nos de muchas pinzas.
q       Proveerse de contenedores para almacenar los juguetes de forma sencilla y pedirle que recoja después de utilizarlos. Se puede cantar una canción que estimule la tarea.
q       Amasar pasta la sal, plastilina...
q       Pasear todos los días
q       Asociar palabras a acciones diciéndole: “estoy sentado/a”... o hacer juegos en los que se digan acciones y tengan que ejecutarse.
Décimo octavo mes
q       Bailar al son de una canción. La música y las canciones infantiles le gustan y le entretienen. Suele tener fuertes preferencias, rechazando las canciones que no le gustan y pidiendo reiteradamente sus favoritas.
q       Le gustan los juegos en los que utiliza sus manos, como garabatear con pintura de dedos y jugar con plastilina.
q       Disfruta pasando las páginas y mirando los dibujos de libros de hojas gruesas para niños que por su sencillez y colorido fomentan además su capacidad cognitiva y la maduración de su inteligencia.
q       Le apasionan los "centros de actividades" que tienen palancas, botones, puertecitas, sonidos,...
q       Meter la manos en al agua, tocar la tierra, arrancar hierba...
q       Juegos de imitación:  Acunar, pasear, columpiar, peinar, bañar... a los muñecos. Hacer comiditas, jugar con los utensilios de cocina.
q       Jugar con trenecitos
q       Garabatear
q       Pedirle que se quite alguna prenda solo/a antes de ir a la cama.
Décimo noveno mes
q       Bailar al son de una canción. La música y las canciones infantiles le gustan y le entretienen. Suele tener fuertes preferencias, rechazando las canciones que no le gustan y pidiendo reiteradamente sus favoritas.
q       Hablarle claro para fomentar un modelo lingüístico apropiado.
q       Leerle cuentos cada día.
q       Conversar con el niño/a.
q       Llevar al niño/a a que juegue con otros niños y niñas de su edad.
Vigésimo mes
q       Jugar en columpios
q       Cortar papel
q       Jugar con bloques lógicos: agrupar por colores, tamaños, formas... y hacer series de bloques.
q       Permitirle verter líquidos de un envase a otro. Al principio puede jugarse con vasos en la bañera.
Vigésimo primer mes
q       Jugar a los bolos
q       Dibujar
q       Favorecer actividades donde se expresen sentimientos: reír, dar besos y abrazos...
q       Permitirle explorar lugares de la casa
q       Escuchar un CD de sonidos e imitarlos (sirenas, coches, timbres, animales...)
Vigésimo segundo mes
q       Utilizar una pizarra y tizas para hacer líneas
q       Cuando oigamos un ruido (por ejemplo una sirena) le preguntaremos “¿Qué ha sido eso?””¿Qué es lo que ha sonado?”
q       Dejarle disfrutar mirándose al espejo y nombrar partes del cuerpo que vea reflejadas.
q       Pídale que repita los movimientos que haga: levantar un brazo, levantar una pierna... También puede hacerse frente al espejo.
q       Completar las frases. Por ejemplo, si dice “agua” diremos: “dame agua, por favor”.
Vigésimo tercer mes
q       Contar y que repita
q       Animarle a que utilice el tenedor para pinchar los alimentos
q       Cuando pida algo animarlo a que use palabras y no sólo gestos
Vigésimo cuarto mes
q       No dejarle que consiga las cosas a través de rabietas
q       Los padres debe estar de acuerdo manifestando coherencia y firmeza en las decisiones
q       Establecer límites claros en el comportamiento del niño/a.
q       Favorecer la masticación comiendo sólido.
q       Hacer lazos en una pata de una silla para que los deshaga e intente hacerlos
q       Juegos de ensamblajes
q       Puzzles
q       Jugar al pilla –pilla
q       Jugar al corro
q       Coger al niño/a de ambas manos para que se tenga a la “pata coja” después soltarle para que lo haga sin ayuda.
q       Darle un cuento y que él/ella mismo/a pase las páginas
q       Ensamblar círculos y cuadrados en un juego destinado para ello
q       Hacer registros diarios del control de esfínteres
q       Llevar al niño/a al aseo todos los días un rato a la misma hora
                     

DE 24 A 36 MESES

q       Facilitar la audición de canciones con ritmos sencillos para el baile
q       Dejarle caminar con un pie por encima de la acera y otro por debajo para trabajar el equilibrio
q       Poner a su disposición libros atractivos
q       Facilitarle juegos de construcción
q       Jugar con él o ella con puzzles sencillos
q       Jugar con cuentas, ensartables, macarrones...
q       Facilitarle plastilina, ceras...
q       Proponer juegos y actividades en las que se tengan que agrupar objetos por su color, forma, función...
q       Potenciar su curiosidad y animarle a que investigue
q       Fomentar la descripción de características de objetos cotidianos
q       Favorecer juegos con agua y arena
q       Ofrecerle modelos expresivos correctos
q       Corregir las pronunciaciones erróneas dando el modelo adecuado y sin crear desánimo. Sólo debe repetirse la palabra de la forma adecuada.
q       Contarle historias y cuentos
q       Jugar con marionetas
q       Escuchar grabaciones
q       Fomentar situaciones en las que tenga que relacionarse con otros niños y niñas: fiestas, salidas al parque...
q       Proporcionarle juguetes que inviten al juego simbólico: cocinitas, teléfonos, disfraces...
q       Darle pequeñas responsabilidades como recoger sus juguetes
q       Fomentar la autonomía en la alimentación, higiene y vestido
q       Crear rutinas de higiene
q       Premiar sus esfuerzos por controlar esfínteres
q       Hacerle participar de tareas de la casa

EL PAPEL DE LA FAMILIA
CÓMO Y CUÁNDO QUITAR EL PAÑAL

Carlos González (pediatra). Extraído de su libro ”Bésame Mucho”

González, C. (2008). Bésame mucho: cómo criar a tus hijos con amor. Madrid: Temas de hoy, S.A.


Muchas veces se habla de «aprendizaje del control de esfínteres » y eso deja a los padres vagamente intranquilos.

Porque, aparentemente, un aprendizaje requiere una enseñanza. ¿Quién y cómo ha de enseñar al niño a controlar sus esfínteres, sea eso lo que sea? Pues no, aprender a no hacerse pipí encima, lo mismo que aprender a caminar, a sentarse o a hablar, son cosas que no requieren estudio ni enseñanza.

Existen niños de diez años y también adultos que no saben leer o que no tocan el piano porque nadie les enseñó. Los padres tienen que hacer algo (enseñar a su hijo o buscarle un profesor o una escuela) si quieren que aprenda esa y muchas otras cosas. Pero no hay niños de diez años que no sepan caminar, sentarse o hablar, o que se hagan pipí encima (despiertos).
Todos los niños sanos (y buena parte de los enfermos) controlan perfectamente el pipí (de día) y la caca a los cuatro años o bastante antes.

Por lo tanto, la pregunta no es «¿qué tengo que hacer para que mi hijo aprenda a usar el retrete?», pues haga usted lo que haga, tanto si lo hace todo «bien» como si lo hace todo «mal», o incluso aunque no haga nada de nada, su hijo aprenderá. La pregunta es «¿qué puedo hacer para que mi hijo no sufra mientras aprende a usar el retrete?» Y la respuesta es «más vale que no haga nada». O que haga lo menos posible.

Cuando los padres hacen algo, cuando sientan al niño a ciertas horas en el orinal, cuando le obligan a estar sentado hasta que hace algo, cuando le riñen si se lo hace encima, a la larga el niño aprenderá también a ir al retrete, pero será desgraciado en el proceso (y sus padres también). En casos extremos, es probable que ciertas «enseñanzas» desafortunadas pue-dan retrasar el aprendizaje o producir en el niño un rechazo a defecar que se convertirá en estreñimiento.

Pero si no le quitamos nunca el pañal, ¿cómo aprenderá? ¿No seguirá llevando pañal toda la vida? Lo dudo. No conozco a nadie que haya hecho la prueba; pero sospecho que, incluso si los padres no tomasen nunca la iniciativa, todos los niños acabarían por arrancarse el pañal ellos mismos.


Nadie va con pañal por la calle a los quince años. Pero el caso es que los pañales cuestan dinero y cambiarlos cuesta un esfuerzo, y casi todos los padres hacen, antes o después, un esfuerzo para quitar el pañal a sus hijos. En principio, eso no debería traer ningún problema.

El pañal es algo totalmente artificial, un invento relativamente reciente que no busca la comodidad del niño, sino la de sus padres. Los niños no necesitan pañal. Muchos padres le quitan a su hijo el pañal en verano y que sea lo que Dios quiera. Incluso antes del año, cuando saben que es imposible que el bebé controle el pipí y la caca de forma voluntaria. Para hacerlo, por supuesto, es conveniente no tener alfombras ni moquetas en casa, y es necesario estar dispuesto a fregar cualquier rincón en cualquier momento, sin el menor reproche.

Así se ahorra el niño algunas escoceduras por el calor y los padres mucho dinero en pañales. Al final del verano, si (como era de esperar) el niño se lo sigue haciendo todo encima, se le vuelve a poner el pañal y tan contentos. En el primer verano después de los dos años, cuando de verdad hay alguna esperanza de cambio, los padres pueden explicarle al niño lo que se espera de él: «Cuando tengas ganas de hacer pipí o caca, avisa. » Pero, por supuesto, no se harán pesados preguntando cada media hora (basta con que lo expliquen una vez en junio o, como mucho, cada quince días), ni lo sentarán en el orinal cuando no lo ha pedido, ni le reñirán o criticarán ni se burlarán de él por los escapes o por las falsas alarmas, ni mostrarán impaciencia.Puede ser útil preguntarle si prefiere usar el retrete, como papá y mamá, o un orinal (y que elija el que más le gusta) o un adaptador para el retrete.

Mientras no haya un mínimo control, es prudente ponerle el pañal para salir a la calle. Algunos niños logran el control en este verano, otros en el siguiente. Algunos, por supuesto, alcanzan la madurez entre medias y piden que se les quite el pañal en invierno («¿Estás seguro?» «Sí. » «Bueno, vamos a hacer la prueba. ») Quitar el pañal, decíamos, no habría de traer ningún problema, pero a veces lo trae. Incluso sin obligarles, sin reñirles, sin ponerse pesado y sin hacer comentarios ofensivos, algunos niños se niegan a que les quiten el pañal.

Están tan acostumbrados a llevarlo, que no se imaginan la vida sin él. Explíquele a su hijo que no importa que se haga pipí o caca en cualquier sitio, que no se va a enfadar. Pero si a pesar de todo le pide un pañal, póngaselo sin rechistar. Al fin y al cabo, la idea no fue suya; fueron sus padres los que decidieron ponerle pañal cuando nació y no es culpa del pobre chico si se ha acostumbrado.

Es posible que un niño que al año y medio se dejó quitar el pañal, se niegue a los dos años y medio. No insista, no atosigue, simplemente dígale: «Bueno, cuando quieras que te lo quite, avisa», y ya está. Algunos niños están contentos de ir sin pañal, pero se sienten incapaces de usar el orinal. Notan que van a hacer algo, avisan, pero no quieren sentarse en ningún sitio. Quieren el pañal. A veces, durante una temporada, hay que ponerles un pañal cada vez que han de hacer pipí o caca. A algunos, que juegan desnudos en la playa, hay que ponerles un pañal para que hagan pipí. No se asombre, no se queje, no se ría. Póngale el pañal sin discutir, que ya falta bien poco.

Algunos niños, más tímidos, no se atreven a pedir el pañal, pero tampoco a usar el orinal, e intentan retenerse lo más posible. Algunos llegan a sufrir estreñimiento. Si observa que su hijo deja de hacer caca cuando le quitan el pañal, pruebe a ponérselo otra vez (incluso si no lo ha pedido). No es malo volver a usar el pañal después de unos días o meses sin él. No es un paso atrás ni un retroceso, ni le hace ningún daño al niño. A no ser, claro, que él se niegue. Nos vamos ahora al otro extremo, al del niño que no es capaz de controlarse, pero insiste en que le quiten el pañal o en que no se lo vuelvan a poner si se lo habían quitado en verano.Como siempre, es importante hablar con el niño y ser respetuoso. Si sólo hay fallos ocasionales, es mejor hacerle caso. Si el control es nulo, tal vez pueda convencerle de que se lo deje poner. Pero si se niega en redondo, si llora para que no le pongan el pañal, si lo vive como un fracaso o una humillación, es mejor también hacerle caso, tal vez intentar llegar a una solución de compromiso («puedes ir sin pañal por casa, pero si salimos a pasear te lo has de poner»).

A veces hay que renunciar a salir de casa durante unas semanas para no tener un drama, lo que no deja de ser una lata. Por eso es importante no ponerse pesados con el asunto, no lanzar indirectas y puyas, que nadie le vaya diciendo al pobre niño «qué vergüenza, tan mayor y con pañales», «a ver si aprendes a ir al retrete de una vez», «si te lo vuelves a hacer encima, te tendré que poner pañales como a una niña pequeña» y otras lindezas. Nunca hay que hablar así a un niño, ni en este tema ni en otros. Todos los niños normales saben controlarse de día, sin necesidad de enseñarles nada.

Si su hijo se sigue haciendo caca o pipí encima después de los cuatro años (salvo algún accidente muy de tarde en tarde con el pipí), consulte al pediatra. Cuando hay problemas, con frecuencia son de origen psicológico (a veces debido precisamente a intentos de «enseñarles» a usar el orinal por las malas y otras veces, manifestación de otros conflictos o de celos). En algunos casos, la defecación involuntaria (encopresis) es consecuencia del estreñimiento: se forma una bola que irrita la mucosa rectal y produce una falsa diarrea. El niño no lo hace a propósito, y las burlas y castigos no harán más que empeorar el problema. Pero las noches son muy distintas.

Aunque muchos niños pueden dormir secos a los tres años, otros muchos se hacen pipí en la cama (enuresis nocturna) hasta la adolescencia o incluso toda la vida. Durante la Primera Guerra Mundial, el 1 por ciento de los reclutas norteamericanos fue declarado no apto para el servicio por enuresis. La enuresis nocturna casi nunca tiene causa orgánica o psicológica, sino que depende de la maduración neurológica y de las características genéticas (va por familias). Algunos niños consiguen no hacerse pipí en un día especial (por ejemplo, en casa de un amigo), a costa de pasar la noche prácticamente en vela. Por supuesto, no pueden hacerlo muchos días seguidos.

Por desgracia, algunos padres no comprenden el enorme esfuerzo que han hecho y se lo echan en cara («en casa de Pablo bien que espabilaste, pero aquí no te preocupas, claro, como estoy yo para lavar sábanas»). Este tipo de comentarios, además de cruel, es falso.


Hace poco, una madre comentaba en un foro de Internet que su hija de siete años se hacía pis en la cama.

Otra madre le contestaba así:

Yo estuve haciéndome pis hasta los dieciséis años, y peor que me sentía y más acomplejada que nadie… Me tiraba las noches en vela para no mojar la cama, y en cinco minutos que el sueño me rendía, me hacía pis; estaba desde el medio día sin beber nada, era horrible, y seguía haciéndome pis; me levantaba por la noche a lavar mis sábanas para que no se enteraran… No la regañes, no la responsabilices, es una enfermedad, de pronto un día dejé de hacérmelo. Mi hijo mayor se hizo pis hasta los trece años…

Quisiera explicar aquí una anécdota, en homenaje a un gran pediatra japonés, el Dr. Itsuro Yamanouchi, de Okayama. Visité su hospital en 1988, y me fascinó aquel sabio humilde que seguía atendiendo consultas externas de pediatría a pesar de ser director de un gran hospital. Le acompañé una tarde en su consulta, y él me explicaba en inglés lo que ocurría. —Este niño tiene seis años, y se hace pipí en la cama. Le he explicado a la madre que eso es normal, que no hay que hacer nada, y que yo me hice pipí hasta los siete años. —¡Qué casualidad! —respondí en mi inglés vacilante—. Yo también me hice pipí hasta los siete años. El Dr. Yamanouchi se apresuró (para mi sorpresa) a traducir mis palabras, y la madre me miró con más sorpresa aún y se deshizo en reverencias y agradecimientos. Un rato después, otra madre, mientras escuchaba las palabras del médico, me miró también con asombro y me hizo otra reverencia. —Este niño de diez años también se hace pipí en la cama. Le he explicado a la madre que yo me hice pipí hasta los once años, y tú hasta los siete. —Pero… ¿no me dijo usted que también se había hecho hasta los siete? —Bueno —sonrió el Dr. Yamanouchi—, yo siempre les digo un año más.


BEATRIZ DE LA RIVA
PEDAGOGA