ACTITUDES DEMOLEDORAS: EL VICTIMISMO

El otro día escribía sobre algunas actitudes positivas con las que enfrentarse a la vida. Por eso quisiera dejaros unas líneas respecto a algunas cuestiones que nos impiden afrontar nuestra existencia con absoluto vigor. Después de observar a muchas personas me he dado cuenta de que una de las actitudes más devastadoras para nosotros mismos y los que nos rodean es la de querer ser la víctima de todas las situaciones.

Último día de instituto, risas, planes para el verano, alegría en las caras de todos los adolescentes…¿De todos? No. Las calificaciones de Paco no han sido lo que él esperaba, las matemáticas se le han atragantado durante todo el año y el resultado del último examen le emplaza a recuperar en Septiembre. Está triste y cabizbajo, realmente había hecho grandes esfuerzos para superar la asignatura y entiende que si aprovecha el verano con el mismo tesón podrá aprobar tras las vacaciones y pasar de curso sin problemas. Cuando llega a casa, su madre le espera con cara de pocos amigos, al verle comprende que su hijo ha suspendido matemáticas.
-         Me vas a matar a disgustos, lo recrimina. ¿No te das cuenta del esfuerzo que nos supone que estudies? Para que ahora lo tires todo por la borda. ¿Qué he hecho yo para merecer esto, eh? Dime, a ver…La filípica se alarga aún por varios minutos en el mismo tono.
 A la hora de la cena, la madre que aún está disgustada, dice que no puede probar bocado porque “no gana para disgustos”. Aún se extiende un poco más en dar pelos y señales de su maltrecho estado emocional, enfatizando lo mal que le trata la vida
-         Los siento, mamá…Un hilo de voz se escapa de los labios de Paco mientras juguetea con la cena, sin poder probar bocado. Ya no se acuerda de las matemáticas ni de los proyectos para estudiar en verano. El desconsuelo por haber hecho daño a su madre le atenaza el estómago. Va a la cama sin cenar mientras piensa que nunca aprobará esa asignatura y planteándose si no sería mejor para todos que abandonara los estudios.



La historia anterior, quizá un poco exagerada, ejemplifica una típica situación que en mayor o menor medida todos hemos podido sufrir. Sin entrar a valorar los motivos del fracaso escolar de Paco ni las consecuencias en el futuro, me gustaría haceros reflexionar hoy sobre la actitud de algunas personas para quien la vida le ha quitado todo lo que merece. Estas personas, expertas del “victimismo”, disfrazan su egolatría con una pátina de “sufrido amor a los demás” a la espera de que esos mismos “demás” se comporten exactamente como ellas quieren. Piensan que el universo ha contraído una deuda que nunca salda, más bien al contrario, añade nuevos conceptos en el debe particular. Cargan a las espaldas de sus sufridos amados la carga de responsabilidad y expectativas que no han sabido gobernar en sus propias existencias, erigiéndose en el chivo expiatorio de cualquier situación. Aprovechan la más mínima oportunidad para comentar lo infelices que son, los disgustos que les dan, lo desagradecidos que son sus maridos, esposas, novios, novias, hijos y cualquier otro allegado que se atreva a no acceder a sus demandas, que dicho sea de paso, siempre son idílicamente altas.

El personaje “víctima” se convierte así en un auténtico agujero negro de la felicidad de vivir, en vampiros emocionales que viven sus vidas a través del otro, en constante demanda sin caer en la cuenta de que la vida de uno es personal e intransferible, completamente alienados de su propio yo.
El primer paso para salir de este constante estado de victimización supone la aceptación de la otra persona como separada de mí mismo.

Desgraciadamente no es un proceso sencillo, entre otras cosas porque, para empezar, cuando soy personaje víctima considero que no tengo que modificar o cambiar: Mi amor es perfecto y son los otros, en su egoísta desagradecimiento, quienes deben cuidarme más, tratarme mejor o hacer que se alineen los planetas si es preciso, con aras a mi nunca suficientemente merecida felicidad.

Suponiendo que se de aquella diferenciación, el siguiente paso es tratar de descubrir mis propias necesidades y proyectos. Ahora tengo una vida que vivir y no puedo escudarme en las realizaciones de los otros. Conozco algún padre que cae en depresión porque sus hijos se separan, incapaces de admitir que la libertad supone tomar decisiones y aceptar las consecuencias de las mismas. En muchos casos estas depresiones son manifestaciones del fracaso personal y el miedo al que dirán. Precisamente este miedo nos paraliza a la hora de buscar nuestras verdaderas motivaciones, cuando bajo nuestros pies se abre el abismo de la autorrealización, es mucho más fácil agarrarse al clavo de mis viejos fantasmas que sentir el vértigo del aire de la vida en pleno rostro.

Por último, afrontar con valentía las circunstancias de la vida como lo que son, los pasos de mi camino. Muchas veces, una falta de perspectiva, nos hace ser miopes de nuestra propia felicidad y no nos damos cuenta de lo que es realmente importante para nuestro proyecto vital. Tener una ilusión propia nos ayuda a centrar nuestras energías en nosotros mismos sin necesidad de proyectar en otros sueños, ilusiones y esperanzas. Nadie, por muy importante que sea, es capaz de vivir por alguien que no sea él mismo. Sobre todo si le cargamos con el peso de unas expectativas que ningún ser humano puede alcanzar.

Evidentemente, cualquier relación es el fruto de diversos procesos donde establecer un culpable resultaría como decidir qué fue antes, si el huevo o la gallina. Toda “falsa víctima” necesita un “falso verdugo”, que perpetúe y mantenga la imagen de sí mismo que el victimista necesita. Caer en el juego del chantaje emocional, la culpa y la cesión indiscriminada no conduce más que al mantenimiento de una situación nefasta para todas las partes. Por eso me gustaría decirle a los posibles “verdugos” que lean esto lo siguiente:
Vivid vuestra vida sin importar lo que opinen los demás, porque la única persona con la que tendréis que levantaros todos los días seréis vosotros. Ni vuestra madre, ni vuestra pareja, ni vuestros hijos. El mundo está construido para andarlo paso a paso. Tropezar y caer forman las condiciones necesarias para aprender y volver a levantarse. Ser educado empieza por ser respetuoso con las propias decisiones, aunque a veces duelan a las personas que no las entienden. No te preocupes, quien te quiere siempre termina, si no comprendiendo, al menos aceptándote y si no es así, es que nunca te quiso realmente.

Un abrazo muy fuerte para todos y que comentéis mucho

EDU

¿CONTIGO PARA SIEMPRE?

Una de las cosas que más curiosas me parecen del funcionamiento de la sociedad actual es el concepto que tenemos de la pareja. Voy a referirme a esa pareja que convive; la que está consolidada; la que supone que si uno va a una fiesta sin el otro le pregunten dónde está y se sorprendan mucho de su ausencia. Es decir, llega un momento en el que, prácticamente, ya no eres nadie sin tu media naranja. Como si no pudiésemos ser personas por separado; como si ya no tuviésemos una vida propia, desligada de todo. Bueno, quizá en el estado del que hablamos ya no se tenga.

En este sentido hay dos tipos de parejas: las que simplemente conviven y las que se han casado. Actualmente nos creemos y autoconcienciamos de que es lo mismo, pero a la hora de la verdad, resulta que no. Los casados gozan de reconocimiento social. Y aunque podamos creer que esto no es así, os aseguro que he descubierto que sí que lo es. El casado que decide separarse crea una brecha a su alrededor. El “convividor” (vamos a llamar así al que convive) dice “lo he dejado” y se encuentra algunas caras diciendo “qué pena, hacíais buena pareja” y parece que podría ser que esa situación ya estuviera más digerida, como preconcebida: es lo que pasa cuando no se afianzan por completo los lazos...



Total, que a la hora de la verdad, cuando el casado decide separarse tiene que enfrentarse a un conflicto social que, en ocasiones, es una carga mucho mayor que la separación en sí. Pienso que bastante tiene uno con afrontar lo duro de la separación como para tener que sufrir taquicardias cada vez que tenga que plantarse delante de un familiar para decir las terribles palabras “me voy a separar”. Pero bueno, y por qué?

He llegado a la conclusión de que la culpa de todo la tiene un modelo social colmado de farsa. Todos pensamos de otra manera. TODOS. Pero fingimos que estamos de acuerdo con el sistema porque las cosas, simplemente, deben ser así. Es la línea natural que debe seguir la vida. Conocer a alguien, enamorarse, casarse, tener un hijo, tener otro y vivir felices por siempre. Lo demás, está fuera de la curva de la normalidad. Uno no puede ser homosexual. No puede vivir sin consolidar la pareja. No puede decidir no tener hijos. No puede tener un hijo único. Y por supuesto, lo que jamás puede es separarse. Y ni qué decir si la separación es consecuencia de una infidelidad. ¡Horror! Deberíamos condenar a todos los infieles a la silla eléctrica!! Porque aunque la condición natural del ser humano es sentir atracción por otros miembros de su especie, esa atracción debe ocultarse de por vida. Da igual que la persona empiece a pensar que quizá se equivocó de camino, que quizá ahora sus sentimientos han cambiado, que puede que fuese muy joven cuando se casó. Eso siempre debería de haberse pensado antes. La pareja debe ser la misma TODA la vida. Puedes cambiar de carrera, de trabajo, incluso de país; pero a tu pareja la llevarás contigo donde vayas sean cuales sean las circunstancias porque así debe ser el orden natural de las cosas. Absurdo, eh? Y claro está, que con esa presión, la mayoría no puede vivir. Porque cuando uno decide casarse lo hace porque el sentimiento de amor, en ese momento, es lo más. Tanto que nubla cualquier razonamiento y, verdaderamente no hay nada que razonar. Se quieren, lo hacen y punto.

En nuestra subconsciencia está la idea de que la vida puede cambiar, que los sentimientos y las circunstancias pueden cambiar, que somos humanos, que sentimos cosas por otras personas, etc. Pero vivimos anclados en un modelo que no nos gusta pero que está socialmente aceptado y contra eso, nadie es capaz de luchar.

Conozco a poca gente lo suficientemente fría como para separar sexo de amor o como para reconocer que piensa diferente y que poca importancia tienen los cambios. Con esa frialdad se sufre menos, pero se ama en silencio mucho más.

Así que, alguien me dijo, que lo que nos limitamos a hacer la mayor parte del tiempo es a vivir en lo que podríamos denominar “zona de confort”. Esta no es la vida que quiero, pero es segura, está aceptada socialmente y no tengo nada mejor que hacer. Salir de nuestra zona de confort supone aceptar un reto lleno de riesgos. Supone un camino nada fácil. Implica cambios que seguro han de ser duros. Para los que tienen el valor de afrontar este hecho, mis felicitaciones, porque la experiencia en la vida me ha dicho que si algo nos pesa, nos quedamos muy a gusto cuando cambia.

Ojalá algún dia el modelo social se adapte a nuestra forma de ser, a nuestra forma de amar. Entonces las parejas serán más auténticas, vivirán con menos presión y durarán más de verdad, no por aguante.

Aprendamos a vivir cada día como un reto para nosotros mismos. Nada está tan lejos como para no poder alcanzarlo. La vida da mil vueltas. Hoy estamos arriba y mañana podremos estar debajo. Y al final, las personas que nos acompañan en nuestro camino son diferentes según la dirección que elijamos…

CADA

DISFRUTAR LA VIDA CON PLENITUD

Siguiendo con la línea de mis últimas publicaciones, hoy quiero haceros un regalo. No es un regalo material ni cuesta dinero, simplemente me apetece compartir con vosotros una de los secretos que me ayudan a vivir mi vida con un poco más de optimismo.
Cada cual lo llama a su manera pero a mí me gusta llamarlo “Experiencias líricas”. No, no me he vuelto loco ni os habéis equivocado al escribir la URL del blog, no tiene nada de esotérico ni de misterioso, me explico.

En mi particular visión de las cosas, una experiencia lírica es un instante de intensa emoción despertada por un hecho aparentemente sencillo pero que logra concentrar toda nuestra atención. Un ejemplo precioso de esto me lo dio mi profesor de Griego en Bachillerato. Media mañana, un día monótono y gris en un aula de Instituto, hormonas en el aire, gritos adolescentes. En la pizarra, claves para entender los usos del acusativo (creo que me perdonaréis no transcribirlos aquí). De pronto, por encima de las explicaciones, las risitas y los comentarios se alza una nota inconfundible, el dulce sonido de un siflón, en claro contraste con la crudeza del invierno. D. Álvaro para la clase, la tiza a medio camino en el encerado. Nos miramos con desconfianza, le miramos, simplemente está callado, quieto y…¿sonriente? El sonido se diluye en el aire con la misma dulzura con la que se inició. Silencio absoluto. “Perdonad, nos dijo, pero me encanta escuchar ese silbido. Una experiencia lírica, que se llama”. Y como un Fray Luis de León cualquiera siguió con su acusativo como si no hubiera pasado nada.

Para ser sincero, casi todo mi griego y mi latín yacen en algún cementerio para pensamientos olvidados. Lo que conservo fresco como el primer día es el instante, sencillo pero trascendente, en que un profesor paró su explicación para atender a un sonido aparentemente banal, dándonos con ello una de las mejores lecciones que he recibido en mi vida. Prometí no olvidar que las sencillas historias de cada día son el mejor bálsamo frente a la rutina y la prisa cotidianas.

En numerosas ocasiones, vivimos inmersos en un mundo de problemas que no tienen más territorio que nuestra mente y sin embargo acogotan por completo la existencia. Es en estos momentos donde las experiencias líricas muestran todo su poder. Un verdadero cortocircuito mental, un oasis de silencio interior en forma de estímulo sencillo y potente. Para mi famoso profesor era el silbido de un afilador, yo he intentado en estos años depurar un poco más la técnica de forma que abarcara cualquier clase de sensación, ¿queréis que comparta con vosotros algunas de estas experiencias?:

-         Experiencias auditivas: La risa de un bebé puede ser un momento inolvidable en el Metro de cada mañana. 12 segundos de eternidad vibran en el tañido de las campanas. Los parques de nuestras ciudades aún guardan los trinos de los  gorriones. 
-         Experiencias táctiles: Siempre recuerdo la película de Amelie, cuya protagonista disfrutaba de introducir la mano en los sacos de legumbres. La ducha de la mañana es una oportunidad única para “sentir”. ¿Qué me decís del suave tacto del melocotón, antes de elegir el que tomaremos de postre?
-         Experiencias visuales: Más allá de una puesta de sol que se nos pierde entre el hormigón de los edificios, a mí me gusta captar los sutiles verdes de un castaño. El otoño nos brinda muchas posibilidades, ocres en las hojas, el fino reflejo de una acera mojada, un escaparate bien diseñado…La ciudad está llena de estímulos visuales que pueden constituir por sí mismos una puerta a nuestro interior.
-         Experiencias olfativas: Supongo que estaréis de acuerdo en el valor terapéutico del aroma del café recién molido o pan recién hecho. A veces, simplemente me quedo parado en la acera, ensimismado en el rastro de un perfume anónimo. El olfato es volátil, pero nos brinda dos o tres segundos de felicidad garantizada. 
-         Experiencias gustativas: Con el olfato, el gusto es el sentido que más cerca está de las emociones, los amantes del chocolate saben bien a lo que me refiero. ¿Habéis probado a degustar con toda vuestra atención, el rápido café del desayuno? Muchas veces nos quejamos de comer solos, debido a los horarios incompatibles de la familia, aprovechemos esa soledad para disfrutar bien de los sabores.
-         Experiencias propioceptivas: El simple gesto de andar, el bipedismo que nos hace humanos, también nos conecta con nosotros mismos. Yo disfruto especialmente del gesto de elevar la rodilla al subir una pendiente. Correr se convierte así en algo nada monótono. Otra sensación maravillosa es poner las palmas hacia arriba, simplemente, pero carga de energía, ¿Te atreves?.


Lo importante, como todo en la vida, no es el qué, sino el cómo. A continuación tenéis una pequeña guía para disfrutar de vuestras propias experiencias líricas:

1.- Ten los sentidos abiertos: Déjate llevar por tus sensaciones, presta atención al mundo que te rodea y no al que llena tu mente. El primer paso para llenarse de algo siempre es dejarle hueco.

2.- Cuando algo capte tu atención, párate: La prisa y el ruido suelen ser un matrimonio bien avenido, para desconectar uno, sólo hay que desactivar al otro. Casi todo en este mundo puede esperar, pero los momentos mágicos pasan y no vuelven.

3.- Concéntrate en el sentido que disfruta, cuando mires, cierra los oídos. Cuando escuches, cierra los ojos. Los psicólogos nos dicen que la atención es un recurso limitado, por eso, si nos concentramos en una sola sensación, todo nuestro cerebro trabajará para ella y no habrá hueco para el incesante ruido de pensamientos que nos atruena cada instante.

4.- Date un par de segundos antes de reiniciar tu actividad: La memoria también sabe de sentimientos, una emoción y un recuerdo se refuerzan entre sí. Esto tiene múltiples aplicaciones pero lo que aquí nos interesa es que cada vez que estemos relajados, recordaremos nuestra experiencia, lo mismo que revivir esa experiencia hará que encontremos ese estado de relajación. ¿No os resulta apasionante?.

Este hábito nos permite disfrutar de un verdadero momento para nosotros mismos, que puede ir desde un simple segundo hasta varios minutos. Lo importante no es la duración ni la intensidad, poco a poco notarás que tu atención es más potente para disfrutar con plenitud de todo lo que te importa. Desde una buena conversación alrededor de una copa de vino hasta la comida recalentada del trabajo. Cualquier instante puede ser “tu momento”. Te animo a intentarlo y a compartirlo con todos nuestros seguidores.

EDU

EDU Y CADA A PUNTO DE SER PRESENTADOS OFICIALMENTE

Edu y Cada llegarán a Madrid el próximo lunes. Esperamos que muy pronto podáis conocerles. En breve harán su primer vídeo de presentación. Para todos sus seguidores han creado una sección de respuesta a dudas relacionadas con el sector educativo.



Muchos/as de vosotros/as estaréis deseando ver la cara de nuestros amigos...

...El secreto está a punto de desvelarse...

CON LA SOGA AL CUELLO

Hay pocas cosas que no se solucionen con una bola de helado de dulce de leche...

Todos, en alguna ocasión, nos preguntamos si ha llegado el momento de dar el cambio. ¿Es hoy el día en el que tengo decidido dar un giro a mi vida? ¿Estoy preparado? ¿No tengo miedo? ¡Claro que lo tengo!

Cualquier cambio supone afrontar un reto. Muchas veces sabemos que debemos considerar ese aspecto, pero no lo hacemos porque estamos demasiado acomodados en una situación determinada. Nos engañamos. Hay estados que no son cómodos pero creemos que sustituirlos por otros nos podría dejar aún peor. Y entonces ocurre esa fatalidad en la que empieza a correr el tiempo sin control. Los días se siguen, los meses pasan, los años se vencen y la vida se va recubriendo de una especie de manto oscuro que todo lo tapa. Nunca es demasiado tarde. Nunca.



En ocasiones, buscamos apoyo de las personas que más queremos para que nos lancen ese cable que deseamos. Es decir, queremos oír algo concreto. Pero lo que suele suceder es que "quien bien te quiere te hará llorar" y más que un cable te acaban por poner una soga al cuello. Me miro al espejo y pienso: tengo que aprender a aceptar a la gente tal y como es. No es justo que espere cosas de nadie porque cada cual actúa como lo siente, no como yo quisiera.

Pero a veces, esto es lo mejor. Porque en lugar de esperar palabras de consuelo te llega un buen meneo que en el fondo te sirve para despertar. Al final, es una ayuda.

Hay que sacudirse el polvo que llevamos encima. Hay que hacer cosas que nos llenen de satisfacción. Hay que mirar al frente con decisión.

Vale, ya lo he decidido. Y, ahora ¿qué? ¿cuál es el siguiente paso?

Lo mejor en estos casos es quedar con un buen amigo para compartir un helado de dulce de leche. Unas risas, unos consejos y unos comentarios plagados de sinceridad pueden ajetrear nuestros más profundos pensamientos.

¿Tendrá la culpa de todo el helado? (...)

CADA

DÉJATE ACONSEJAR SOBRE MOBBING

Tristemente y una vez más, el “mobbing” está de moda. En esta ocasión ha saltado a la palestra por culpa de un psicópata convertido, por mor del dinero, en presidente de club de fútbol. Más allá de la popularidad de la víctima y del ámbito del deporte-espectáculo que es uno de lo que más dinero mueve en el mundo, este fenómeno laboral es un viejo conocido. Ataca diariamente a muchos personajes anónimos, convirtiendo su trabajo y su vida cotidiana en un verdadero infierno con forma de reproches, sabotajes, mentiras, desencuentros y toda una gama de creativas manipulaciones cuyo único objeto consiste en desfondar psicológicamente a la víctima para lograr su salida de una organización.


No quisiera extenderme en definiciones facultativas o en cifras de victimización y coste empresarial, por más que puedan llegar a ser escandalosas. Me gustaría que este “post” se convirtiera en un pequeño faro de esperanza para todos esos hombres y mujeres, ciudadanos de a pie, que se levantan cada mañana pensando “¿Qué va a pasarme hoy?”.



Lo primero que quisiera decirles es que el “mobbing”, como los oscuros movimientos del mafioso, vive y se alimenta en el silencio. Pequeñas conductas que aisladamente no serían más que conflictos laborales sin importancia, se orquestan en una auténtica estrategia de terror. Por ello, la defensa es clara: COMUNICAR. Compañeros, departamentos de Recursos Humanos, familia, responsables del maltratador, asociaciones de víctimas..., todo escenario es válido a la hora de poner sobreaviso al mundo de que en una determinada empresa, un lobo anda suelto, aunque vista una piel de cordero o disimule el hedor con eau de parfum.

Tras la comunicación viene la ACCIÓN:No sé qué hacer”. Como profesional he oído muchas veces esta expresión, síntoma de la indefensión y la impotencia que socavan el desempeño laboral del trabajador. Lo primero es cumplimentar un archivo con la insana comunicación, ese correo, una queja, un inesperado cambio de horario…Como aquí lo importante es el carácter estratégico del mobbing, los pequeños detalles son fundamentales para poder demostrar que efectivamente tratan de “hacernos la vida imposible”, además, es un antídoto precioso contra la sensación de no puedo hacer nada.

Otra tarea es continuar con la vida habitual, en la medida de lo posible. Los periodos de ocio son imprescindibles para disfrutar de nuestras aficiones. Ya sé que esto es más fácil de decir que de hacer, pero por favor, querido amigo:”No malgastes tu vida recreando o tratando de adelantarte a lo que el maltratador va a hacer mañana”. El mejor consejo es registra y olvida.

En más ocasiones de las que me gustaría recordar he compartido horas con personas muy válidas, con una vida feliz, que poco a poco, van desgastando sus recursos y habilidades hasta que la desesperación les puso en mis manos. Cuando todo ha fallado, las estrategias ya no sirven, así que no malgasteis vuestras maravillosas dotes luchando contra esos tipejos y tipejas cuyo único destino es hacer la vida imposible a los demás. No hay causa, ni motivo, ni excusa, por lo tanto no lo busques. No se trata tanto de encontrar aquello que hice mal sino de descubrir y desempolvar todas mis habilidades, poniendo en juego las pocas o muchas posibilidades que me ofrezca el entorno laboral. Si me exigen un reto imposible, he de justificar mis razones de que el plazo es imposible y continuar trabajando a un ritmo lógico. Si me dejan sin trabajo, he de usar ese tiempo para hacer algo productivo: La formación es un salvavidas inigualable. Si me insultan…hago testigos aunque sólo sea registrando por escrito el hecho. Si me…imaginación y buen humor, siempre funciona y en muchas ocasiones de forma asombrosa.

Quizá una de las cosas que echo de menos cuando los expertos hablan de “mobbing” es dejar claro aquellas estrategias que no funcionan porque suponen un empeoramiento de la situación, no pretendo ser exhaustivo, pues mi ámbito ha sido el experiencial y no el académico, pero me gustaría que éstos “trucos” ayuden a víctimas, amigos y familiares a dejar de darse de cabezazos contra el muro del terror, aprovechando sus maravillosas habilidades en aquello que realmente importa. Trataré de ser muy claro y conciso.


Estrategias que NO funcionan en un caso de “Mobbing”:

- Trabajar más, más duro, más rápido…Siempre habrá una tarea más en mi lista

- Razonar con el maltratador. El quiere molestar, no busca nada de mí.

- Justificar al maltratador. No hay excusas y los porqués ya importan poco.

- Enredarme en batallas “quijotescas” en busca de un gran objetivo. Estas batallas son para las asociaciones, el mayor fruto de nuestra democracia participativa. En la mayoría de los casos, una lucha individual sólo esconde un deseo de ser productivo, aunque mal encaminado.

- Usar las mismas armas que el maltratador. Esto sólo nos convierte en otro terrorista más

- Tratar de anticiparme al maltratador. Malgastaré muchas energías en tratar de prever la próxima jugada. Lo malo del asunto es que la realidad siempre supera a la ficción

- Recrear situaciones de acoso con objeto de encontrar qué pude hacer mejor. Siento ser repetitivo, pero esto es fundamental, NO HAY RAZONES, no las busques.

- Dejar de hacer las cosas que me gustan o me interesan. Pasear por un parque a la sombra de los ocres otoñales es igual de hermoso seamos o no víctimas.

- Definirme como una “víctima de…”. Soy una persona en una situación determinada en la que no quiero estar, no una víctima sin escapatoria.


Como os decía, no quisiera ser exhaustivo, pero considero que algunas de estas actitudes son las que más daño han hecho a las personas que he conocido, imposibilitando enfocar sus energías de un modo más proactivo.

Por supuesto, no quería despedirme sin mandar todo mi apoyo, mi admiración y mi gratitud a todas las personas anónimas y conocidas que luchan día a día por erradicar esta lacra de sus vidas o de las vidas de los demás. Gracias por compartir conmigo vuestras experiencias, en ocasiones los periodos más oscuros de las mismas.

Como siempre, me encantaria recibir vuestros comentarios, muchas gracias.

EDU

COMBATIR EL SÍNDROME POSTVACACIONAL

Ayer me dí cuenta de que el verano ha terminado. ¿Alguien sabe cuando se acaba de verdad? ¿El día exacto en el calendario? ¡Eso da igual! El verano acaba cuando estamos todos de vuelta con un careto hasta el suelo y deseando aniquilar a nuestro despertador.

Así que, hice lo propio. cortarme el pelo!! ¿Qué otra cosa podía hacer? Ya sabéis, yo enfrento mi síndrome postvacacional con algún cambio. Pero para los que prefiráis buenos consejos, os dejo con el experto y espero que estas ideas os ayuden. ¡Suerte con vuestra vuelta al "tajo"!

CADA

Edu nos da algunos consejos para enfrentar el temido “síndrome postvacacional”




Llegadas estas fechas se acabaron las tan ansiadas vacaciones, los lunes al sol en la playa, los paseos por la montaña, los días largos del verano…

En principio el horizonte se muestra desalentador: rutina, estrés, vuelta a las preocupaciones, enfrentamientos laborales, el mundo se reduce en muchos casos a una pantalla de ordenador y una mesa de oficina. ¿Podemos cambiar esta desoladora realidad? Ciertamente no, pero lo que sí podemos hacer es variar nuestra forma de enfrentarnos a ella.

Uno de los secretos de la felicidad consiste en no desgastarnos tratando de modificar aquello que no depende de nuestra voluntad. Como reza el famoso dicho, “Dios, dame paciencia para soportar lo que no puedo cambiar, valor para modificar lo que sí puedo y sabiduría para distinguir entre ambos”.

Aplicando éste punto de vista a nuestra cotidiana realidad, uno de los peligros tras el aterrizaje en el trabajo es el llamado “síndrome postvacacional”. Este síndrome se caracteriza por mayores niveles de estrés, apatía, desgana, pensamientos catastrofistas, pérdida de autoestima y por consiguiente, peor desempeño laboral, lo cual puede desembocar en una peligrosa espiral de confirmación de nuestra pobre competencia, que generará mayor ansiedad y estrés.



Romper esta espiral depende de factores físicos, emocionales y de pensamiento, vamos a ver algunas pequeñas pautas de cada uno de ellos:

Nivel físico: Sin querer pecar de repetitivo, el consumo de sustancias como café, tabaco, excitantes, alcohol o comidas altas en grasas pueden llevarnos a generar mayor estrés, sobre todo cuando hemos podido aprovechar el periodo vacacional para llevar una vida más saludable en este sentido

El segundo componente es fundamental: la práctica de un ejercicio físico moderado. Con la “operación bikini” los gimnasios hacen el agosto, todos buscando ese cuerpo soñado que nos ayude a lucir bien en la playa o la piscina. En muchos casos, los viajes al interior nos dan la oportunidad de “patear” montañas y valles de inusitada belleza o desengrasar esa bicicleta oxidada que guardábamos en la cochera. Esto hace que al llegar Septiembre echemos un poco de menos el saludable hábito del ejercicio, encerrados en la oficina y sentados muchas más horas de las que serían recomendables.

Así que ya sabéis, no hace falta volver al gimnasio, pues el otoño es un momento maravilloso para recorrer parques y jardines, visitar bosques caducifolios, con sus tonadas ocres, recoger setas, hacer esa excursión al campo que siempre dejamos para otro momento…La imaginación corre libre cuando el cuerpo está presto

Nivel emocional: Con el descenso de horas de sol y la llegada de las lluvias, el estado anímico se resiente, nos sentimos más tristes y vulnerables, lo que nos incita a estar más sensibles o reactivos ante las amenazas exteriores. Un buen lugar para comenzar es ejercitarse en algún tipo de técnica de relajación. Aquí como en todo la oferta es amplia y variada, todo depende de nuestra forma de ser y dónde nos sintamos más a gusto. Desde el entrenamiento autógeno a la meditación, pasando por ejercicios como el Yoga o Pilates, estas técnicas nos brindan la oportunidad de conectar con el mundo de una forma menos reactiva y por lo tanto más amable, lo que no sólo redunda en una mayor relajación interior sino que así colaboramos a crear un ambiente más humanizado.

Para aquellos principiantes dos consejos: El primero, paciencia, Roma no se construyó en un día. No debemos obsesionarnos con alcanzar un determinado estado o conseguir resultados concretos, el arte de la relajación consiste precisamente en no agobiarse por objetivos y metas y centrarse en el modo de alcanzarlas.

El segundo consejo: una sencilla práctica de relajación consiste en la siguiente. Siéntate en una silla con la espalda erguida. Intenta buscar un momento en el que consideres que no tendrás interrupciones, si tienes hijos, puedes pedir a tu pareja que los cuide durante este ratito para que no te molesten. Desconecta el móvil, cierra los ojos y respira tranquilamente. No es necesario respirar de una forma concreta, simplemente presta atención a la respiración. Cómo el aire entra y sale de los pulmones, el cosquilleo en la nariz, el frescor que el aire limpio te comporta. Si algún pensamiento perturba esta paz, no te preocupes, simplemente déjalo estar y vuelve a concentrarte en la respiración. También puede ayudarte encender una pequeña vela, cuando te despistes abre los ojos y contémplala. 15 minutos al día de este simple ejercicio pueden causar grandes beneficios.

Nivel de pensamiento: En muchas ocasiones y aunque no seamos totalmente conscientes del proceso, nuestra mente juega con nosotros reforzando automáticamente el ciclo pensamientos negativos-falta de competencia-bajada de autoestima-descenso del desempeño que desemboca en más pensamientos negativos y así continuamente.

Una sencilla técnica consiste en reconocer esos pensamientos negativos, así, cuando nos sintamos alicaídos podemos preguntarnos: ¿Qué estoy pensando?¿Qué pasa ahora mismo por mi cabeza? Podemos registrar esos pensamientos más habituales en una hoja de papel, junto con la situación que desencadenó el pensamiento. En otro momento, quizá después de los quince minutos de relajación, podemos tratar de buscar alternativas más realistas: ¿Mi jefe no me soporta o quizá ha recibido una llamada que le ha dejado ofuscado?, ¿Nadie me habla o es sólo la secretaría?, al fin y al cabo no podemos caerle bien a todo el mundo. ¿Realmente mi marido/mujer/pareja no me escucha o es que le he pillado en un mal momento? Éstos son sólo algunos ejemplos pero puede ser realmente divertido encontrar alternativas más realistas para ésos “siempre”, “nunca”, “todos” o “nadie” que paralizan nuestra acción.

En resumen: Una buena dosis de ejercicio, una pizca de relajación, un generoso chorrito de reestructuración del pensamiento y grandes cantidades de buen humor son la mejor receta no sólo para enfrentarnos al trabajo sino también una magnífica oportunidad para comenzar el curso plenos de energía y buenas vibraciones. Al fin y al cabo, como muy bien sabe la cultura oriental: Todo problema trae consigo su propia oportunidad.

Espero que estos simples consejos revitalicen vuestra “vuelta al cole”.

¡¡¡Me encantaría recibir vuestros comentarios!!!

EDU

LA NOCHE MÁS INTRIGANTE DE EDU


En cualquier viaje, sobre todo los que se hacen a pie, los días están plagados de anécdotas y experiencias imborrables. Le pedimos a Edu que nos cuente una de las que más le haya marcado, se queda pensativo durante unos instantes, rascándose la barba en un gesto suyo muy particular.


Nos mira con seriedad antes de responder:

Sería difícil e incluso injusto quedarme con una sola anécdota, porque todas son importantes y se engranan como un gran caleidoscopio experiencial que da sentido a lo bueno y lo malo que has vivido. Aún así me gustaría compartir con todos nuestros seguidores un hecho realmente asombroso que me sucedió en el cementerio de Niembro, del concejo de Llanes (Asturias).

Esta historia comienza bastante antes, en Castrourdiales, donde tenía pensado tomar el autobús hasta Llanes para unirme a Cada. Sin embargo, el autobús que tenía previsto coger no tenía plazas vacantes así que me dije a mí mismo: “Si debes quedarte más tiempo en Castro, por algo será”.

Efectivamente pude visitar la localidad, un bello enclave marinero de barcas multicolores y exquisita gastronomía. También me permitió conocer a muchas personas y reencontrarme con viejos amigos.

A la mañana siguiente decidí que cuando llegara a Llanes avanzaría lo que pudiera para dormir allí donde me llevaran mis pies, sin un destino prefijado. Tras un agradable trayecto en autobús, llegué a Llanes y mis pasos me llevaron hasta la Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, en Niembro. La iglesia, junto con el pequeño cementerio de la localidad, se encuentran enclavados en un paraje mágico. Ambos son conocidos por haber sido escenarios escogidos por el cine y la televisión.

Llegué al cementerio en torno a las siete y media, tras inspeccionar el pequeño atrio decidí que sería un buen sitio para dormir, tranquilo y resguardado del viento y la humedad.

Cené frugalmente de lo poco que llevaba en la mochila mientras esperaba que la legión de visitantes fuera abandonando el lugar. Traté de disimular para que no se percataran de que tenía planeado dormir allí mismo. Cuando a las 22:00 horas la última pareja de curiosos se despidió de mí, extendí mi esterilla, abrí mi saco y me dispuse a pasar una velada de descanso.

Nada más lejos de la realidad, como enclave famoso, todo el edificio quedó iluminado por inmensos focos y me costó coger el sueño, antes de que se apagaran sucedió el hecho más escalofriante de mi vida, es ingenuo pasar la noche, solo, en un cementerio y pretender que lo sobrenatural no te alcance.

Era noche cerrada, la pleamar había invadido la bahía y una extraña canción me arrancó de los brazos de Morfeo. Una voz femenina, de inusitada belleza y armonía, entonaba una canción en euskera. Las únicas palabras que pude identificar fueron “Begoña” y “Bilbao”. El volumen era tan potente y la voz tan perfecta que temí pudiera ser una grabación, así que saqué la cabeza del saco de dormir y busqué un megáfono que no encontré. La voz me llegaba de la parte de atrás de la iglesia, sin una sola distorsión, esperé, inquieto, aún metido en el saco pero ya incorporado. Cuando la canción terminó, la persona comenzó a silbar la melodía, ciertamente pegadiza, el silbido me llegaba con tanta fuerza como antes la canción.

Yo estaba resguardado por eso no resultaba fácilmente visible, a pesar de que todo el pórtico estaba iluminado, esperé un poco más conforme el sonido se acercaba lenta pero inexorablemente hasta mi improvisado dormitorio. Entonces la vi, entre las columnas, a la luz de los focos. Una chica de pelo moreno cortado en media melena. Vestía pantalones cortos, vaqueros, hasta medio muslo y una camisa de cuadros estilo canadiense. Una pequeña mochila a la espalda era su único complemento. Ahora que te estoy contando esto caigo en la cuenta de algo: no recuerdo que proyectara ninguna sombra.

Durante apenas un milisegundo varios pensamientos cruzaron mi mente:”Puedo llamarla, pero entonces la asustaré” “¿Y si se vuelve y su cara no es lo que espero?””Mejor me quedo quieto””Puedo seguirla”

Finalmente, la curiosidad ganó a la prudencia, salí del saco y me calcé las botas, sin acordonarlas, como dormía en la calle ya estaba vestido, así que apenas tardé unos segundos en salir del pórtico.

La Iglesia sólo tiene un acceso y la verja del cementerio estaba cerrada con un candado para impedir el paso. Fui rápido hasta las escaleras frontales, desde allí tenía como un kilómetro de vista hacia ambos lados, el mar a mi espalda, la carretera de frente…Y ni rastro de mi enigmática compañera, nada: Ni huellas, ni rastro de su figura, ni un leve murmullo de su voz. No sé si más confundido que asustado volví al saco, me tapé la cabeza mientras mi mente vagaba con imágenes de peregrinos perdidos en la noche, avisándome de los peligros del Camino. En medio del enjambre de pensamientos agoreros se elevó uno por encima del resto:”Sea lo que sea lo que has visto, algo que transmitía tanta paz no puede hacerte daño”. Y así, con este pensamiento tranquilizador, tan dulcemente como fui despertado, volví a caer en la bruma del sueño, bautizando a mi extraña visitante como “La Ninfa Euskalduna”. Antes de amanecer, aún me desperté de nuevo, las luces se habían apagado, el cielo asturiano titilaba de estrellas, la paz seguía invadiendo mi espíritu. Agradecí el regalo de mi Ninfa Euskalduna y volví a dormir.

EDU.

¿TE MERECES A QUIEN TE MEREZCA?

Puf! Otro lunes más... Eso es bueno, jajja! Si empieza la semana y estamos todos por aquí malo no es, jeje

La verdad, es que hoy pensaba hablar de otras cosas, pero cuando venía hacia el trabajo traía la mente en un asunto que me apetece compartir con vosotros/as.

Es curioso cuando alguien te dice: "eres una gran persona, te mereces a alguien que te quiera". ¿Alguna vez os han soltado esta frase? Parece un tópico pero, sin querer, acaba por aflorar una mezcla de sentimientos. Por un lado piensas que debes haberte vuelto una idiota, pero por otro te reconforta un poco. A veces, se dice algo así, simplemente, para no herirte. Otras, sé que se dice con el corazón. Eso creo que me quisieron decir. Era una sentencia mucho más larga. Se trataba de un discurso en el que se quería dejar entrever que te tienes ganado a quien quieras y que si esa persona no está ahí es porque no es digna... ¿No lo es?

Y, entonces, esta mañana recordé, sin querer, a ese chico de 17 años que conocí en un autobús cuando iba al instituto. Me lo encontraba cada mañana. Me guardaba el sitio y compartíamos unas cinco paradas. Tiempo suficiente para contarnos alguna que otra anécdota: libros que leíamos, deportes que practicábamos... y otros intereses lógicos de la adolescencia. Pero un día, me entregó un folio doblado y me pidió que lo leyera después. Cuando lo abrí descubrí una poesía escrita por él. ¡Madre mía! Y... ¿Ahora qué? Yo creí que sólo éramos amigos. Ni siquiera eso. Éramos concidos del autobús... La siguiente vez que le ví le desengañé. Lo hice con todo el cariño que pude o supe, pero no sirvió de nada. Se fue llorando y nunca más volví a verle.

Con el tiempo descubrí que ese no era su camino habitual, ni su autobús. Aquel año, yo sólo era una niña y no le dí más importancia a ese asunto. Pero hoy, de pronto, recordé a esa bella persona que pasó fugazmente por mi vida. Recordé a ese muchacho que me regaló aquel poema y pensé ¿qué habrá sido de él?

¿No os da curiosidad? ¿No os preguntáis alguna vez que habrá sido de esa persona que un día se cruzó en vuestro camino y de la que ya no sabéis nada?

A veces, me gustaría poder saber dónde está esa persona por la que siento interés y ver qué es de su vida. Me encantaría entrar a escondidas en su casa y verlo todo desde una perspectiva exterior. Observar. Sólo eso. Observar y marcharme.

Somos lo que la vida nos ha ido forjando. Nada nos deja impasibles. Nos vamos configurando a nosotros mismos según las compañías que tenemos, los trabajos por los que pasamos, los libros que leemos... Hoy soy la persona que soy porque ayer elegí estar en este u otro sitio; porque ayer me crucé contigo.

Pero quién sabe, quizá los caminos estén destinados a cruzarse más de una vez...

CADA.

¿POR QUÉ VIVIMOS TAN MAL?

Ayer pasé la tarde con unos amigos con los que tuve la suerte de poder hacer una reflexión conjunta.

Como cada mañana, salgo a correr temprano antes de venir al trabajo. Desde que empezó septiembre había observado un cambio paisajístico importante. Ya me había olvidado de cómo era Madrid cuando vuelve la actividad frenética.

Los pasados julio y agosto salía un poco antes de las 8:00 y a penas me cruzaba con nadie. Mi lindo barrio, surcado de arbolitos dejaba filtrarse el sol entre las ramas y aún podía respirarse una bocanada de aire fresco que aligeraba mi carrera.

Pero el día 1 de septiembre todo empezó a cambiar. Me levanté antes. Eran las 7:30 y ¡menuda sorpresa! ¡la calle estaba llena de gente! Y, además, es ese tipo de gente que te molesta. Ya sabes: repartidores de bebidas que llevan carros con cajas apiladas y hay que ir sorteándolos, Trabajadores trajeados que caminan a paso ligero y te entorpecen el camino, personas que tiran de maletas con ruedas, camioneros y personal de limpieza a diestro y siniestro...



Puf! Dichosa vuelta al cole! Ya estamos todos aquí... Es como el mal presagio de que por narices vuelves a la rutina, a las carreras constantes, a no tener tiempo ni de mirarte al espejo. Prisa, estrés, correr, nervios, cansancio... AAAAAAAHHHHHGGGGGG. Que alguien pise el freno que yo me bajo en la próxima!!

Y, de esto, precisamente charlaba ayer con mis amigos. ¡Qué mal nos lo montamos! Madrugas, trabajas, llegas tardísimo a casa, ganas poco, te cuesta llegar a fin de mes, duermes 5 horas escasas y con dificultades y vuelves a la rutina otra vez. Mi profesor de Pedagogía Laboral de la facultad solía decirnos: "y al final, te mueres".

Y es la pura realidad. todo, ¿para qué? ¿cuál es el objetivo? Y así fue como llegamos a esta odiosa conclusión. Vivimos muy mal. Y es porque queremos vivir así de mal; y eso es lo triste. Pensamos que las cosas deben ser así y nos auto-engañamos, porque no tienen por qué serlo. Debemos seguir un patrón de movimiento que se resume en trabajar y pagar facturas. Y para auto-complacernos y sentirnos satisfechos cogemos a los niños y vamos a pasar el domingo a un parque infantil y miramos cómo disfrutan y pensamos que hacemos lo correcto. Pero cuando llega la noche y te metes en la cama, en la soledad y silencio de la oscuridad sigues con los ojos como platos porque tienes esa especie de incomodidad que apodamos "nudo en el estómago". ¿Qué pasa? ¿Por qué mi vida no me llena?

Sencillo, esto ni puede llenar a nadie ni puede llamarse vida. Pero que no decaiga el ánimo, porque después de todo no está tan mal. Somos afortunados. Somos luchadores. Somos esos buscadores de sueños que algún día se harán realidad.

Y, mientras sigamos buscando estaremos forjando un objetivo...

CADA.

EDU Y CADA EN EL CAMINO DE SANTIAGO

Edu y Cada cuentan, en exclusiva, su experiencia Jacobea:




Edu y Cada cumplieron su peregrinación a la Catedral de Santiago de Compostela, custodia de la tumba del apóstol Santiago.

Edu y Cada recorrieron el conocido como Camino Norte, saliendo desde Irún, en la provincia vasca de Guipúzcoa, llegaron a Compostela atravesando tierras de Guipúzcoa, Vizcaya, Cantabria, Asturias, Lugo y Coruña.

Tras su ruta peregrina, nuestros protagonistas se han mostrado emocionados y muy contentos.

Cada: Todos los días tienes un recuerdo especial, a veces el Camino no se anda sino que se comparte y se vive con el resto de tus compañeros. Me quedo con la alegría de coincidir con gente que no habías visto durante unos días. Es increíble que puedas volver a encontrarte en los lugares más insospechados. Cuando esto sucede ves a la gente abrazarse, reir y emocionarse sinceramente.

Edu: Me ha impresionado muy gratamente el ambiente en los albergues, donde peregrinos desconocidos, de todas las nacionalidades y culturas se sientan en una mesa común para compartir las vivencias y aventuras del día. No falta la comida y emociona ver a personas que no se conocen animar, charlar e incluso curar las heridas de los demás.

Han compartido pasos y experiencias con otros peregrinos españoles, polacos, holandeses, alemanes, austriacos, checos, franceses, ingleses e incluso chinos. Cada quedó muy impresionada por este crisol de culturas: “Viene gente de todas las partes del mundo con experiencias y niveles culturales muy diversos. La comunicación se improvisa. Te das cuenta de la importancia de la lengua como vehículo para la comunicación, en muchos casos el nexo común es el inglés, pero puedes escuchar todas las lenguas del mundo. Ingenieros, obreros, estudiantes, profesores…Todos tienen cabida. Si buscas un lugar para olvidarte de los prejuicios y estándares sociales, no tengas duda, marcha a Compostela”.

En un mundo definido por la globalización económica y tecnológica, aún no hemos conseguido explorar las posibilidades de una verdadera globalización que abrace la cultura y la ética. Todavía somos defensores de lo “nuestro”, como si los “otros” fueran lo diferente, lo negativo, aquello de lo que debo defenderme para preservar mi individualidad y mi identidad.

Es curioso como el fenómeno global genera, en claro proceso regresivo, individuos en una búsqueda constante de fanatismo egocéntrico, definido por un hedonismo salvaje, una regresión a identidades diferenciadoras y un miedo exarcebado a lo diferente. Vivir la experiencia del “TÚ”, poniéndose de verdad las botas del otro, tratar de entender su cultura, su vida y su identidad, no desde una compasión idiota, sino desde un deseo genuino de querer “andar con”, supone un abrazo liberador que nos conecta con la verdadera experiencia de ser humano. Cuando las barreras de la diferenciación se vuelven borrosas, una nueva tierra de compromiso con el otro aparece sobre el horizonte, dando lugar a montañas de generosidad y a costas inexploradas de sencillez y gratuidad. El “YO” absurdo se diluye en gestos tan aparentemente insignificantes como compartir una botella de vino en la cena, curar un hombro dolorido o simplemente acompasar tus pasos a los de otro para charlar sobre cualquier cosa, convirtiendo un pesado tramo de carretera en un liviano paisaje de afecto y amistad.

La solidaridad no es un cuento de ONG´s para curar conciencias dormidas, la solidaridad es la consecuencia lógica que deriva de una experiencia directa del otro, una experiencia que encierra la gracia de sufrir las mismas heridas y gritar el mismo dolor, para curarse con la misma medicina y ser consolado por la misma mano amiga.

Cuando por fin aprendamos que nada nos separa del vecino, descubriremos con asombro las enormes posibilidades de una aldea verdaderamente global.

Edu nos comenta cómo muchos grupos de peregrinos se habían forjado en experiencias anteriores: La gente coincide en el Camino o incluso se llaman por teléfono para unirse, cuando hablas con ellos te cuentan que se conocieron tres, cuatro o cinco años atrás y desde entonces se mantienen amistades muy consolidadas. Algunos nos han invitado a su casa y te piden que les visites, que ellos se hacen cargo de todo. Esta genuina generosidad ha sido una lección muy valiosa”.

Tanto les ha gustado la experiencia que Edu y Cada han prometido volver:

“Nos encantaría regresar. Queremos dar las gracias de corazón a todos los peregrinos con quien hemos compartido algo, desde un vaso de agua hasta charlas de horas y risas. De todos hemos aprendido algo para el futuro”.

Estamos seguros de que el Apóstol Santiago estará encantado de volver a dar un abrazo a tan ilustres visitantes.