VIVIR LA VIDA INCONDICIONALMENTE

Hace algún tiempo tuve conocimiento de un hecho que me hizo caer en la cuenta de una actitud fundamental, de esas que pueden incluso hacernos cambiar de opinión sobre la vida entera. El hecho en sí mismo es bastante simple. Un grupo de amigos, una copa de vino y alguien que se le ocurre una pregunta: ¿Si tuvieras que definirme con una sola palabra, cuál sería? (Por cierto, os invito a realizar esta experiencia en vuestro círculo íntimo, cuanto menos es sorprendente). A uno de estos amigos le definimos como “incondicional” y más tarde, volviendo a recordar la anécdota y valorando en su justa medida la definición, comprendí meridianamente dos cosas: La primera, que no es fácil ser “incondicional”, la segunda, que probablemente sea esa actitud la que esté en la raíz de la alegría de vivir de mi amigo. Y siendo este un blog sobre actitudes positivas y alegrías de vivir, ¿qué mejor escenario para escribir unas líneas al respecto?

Habitualmente no somos conscientes, pero tengo la ligera sensación de que andamos por la vida poniéndole condiciones constantemente. En nuestra cabeza, estas condiciones se expresan en pensamientos del tipo “Si…entonces” y podemos ver ejemplos de ello desde que nos despertamos hasta que nos vamos a dormir. Incluso nos pasa con los pequeños chantajes emocionales que hacemos con los niños cuando queremos que nos den un gesto de cariño: “Si me das un beso…te doy una galleta”. Bien pensado, quizá estos aparentemente inofensivos chantajes son los que van creando en nuestro interior la estructura necesaria para entender que es lícito y positivo andar poniendo condiciones a cada oportunidad.

Si haces esto, entonces yo haré aquello. Si me das, entonces te daré. Si me quieres, entonces te querré…Desgraciadamente la vida y el Universo son demasiado grandes como para dejarse engañar por nuestros chantajes y se mueve en otros términos. Si existiera algo parecido al pensamiento universal (personalmente creo que existe, pero lo establezco en condicional para no influir en tus creencias) sonaría más bien a esto: “Si quieres algo, pídelo y actúa en consecuencia, lo demás vendrá por añadidura”. Como podemos comprobar, ambas estructuras son completamente diferentes. La vida no tiene condiciones, se nos ha dado. No me imagino a ningún ser superior entrando al útero materno para preguntarle al futuro bebé: “Mira chavala, te voy a poner en este mundo para que sufras, rías, te diviertas, ames, seas amado, crezcas y te desarrolles, pero vas a tener que cumplir un par de requisitos, unas cláusulas sin importancia, firma aquí, aquí, aquí…” Siempre hemos oído decir que los niños vienen con un pan bajo el brazo, pero no he visto ningún infante que apareciera con un contrato…



Y si la vida nos ha puesto incondicionalmente en este mundo, ¿Por qué nos empeñamos en vivir en función de un montón de renglones escritos en letra pequeña que sólo existe en nuestro pensamiento? En realidad, esto no es más que otro ejemplo de que esperamos que la felicidad nos venga dada en un futuro, sin darnos cuenta de que la verdadera plenitud se encuentra en disfrutar lo que vivimos en este preciso instante. Es como estar en la ducha, un sábado por la tarde y andar pensando, cuando salga de aquí y me tumbe relajado en el sillón seré feliz, para comprobar luego que no podemos estar quietos ni dos minutos antes de pensar que queremos salir huyendo del mismo sofá que instantes antes envidiábamos y anticipábamos como el clímax de la experiencia humana.

Pero esto no sólo sucede con nuestro ser interior e íntimo. En la vida en común, ya sea en pareja o con cualquier otro congénere anónimo de los que nos encontramos por la calle. Cuántas veces nos encontramos diciendo aquello de “Mira, si yo haría esto por ti, pero antes…deberías hacer eso o aquello” Y el esto o el aquello nunca llega porque claro, el otro, que no es tonto y se ha criado en las mismas reglas del juego que yo, alza su mejor sonrisa para decirme que me quiere mucho de la siguiente manera: “Encantado de hacer eso o aquello, pero antes deberías hacer esto por mí” Y así, entre condiciones, se nos pasa la vida entera sin que ninguno de los dos nos movamos ni un ápice de una situación que no nos favorece en absoluto.

Y yo me pregunto: ¿No sería más sencillo, más divertido y más feliz si nos encontráramos sincera y honestamente para decirnos me apetece hacer y por lo tanto hago? Las consecuencias están implícitas en la misma acción. Quizá sea hora de acabar con los condicionales, con los condicionantes y con los sucedáneos. Porque no nos engañemos, una existencia basada en el ya veremos ni es vida ni es nada. Probablemente la vida en tetrabrick, pasteurizada, desparasitada y desnatada, es mucho más segura, ni duele ni indigesta. Pero el que ha probado el auténtico sabor de vivir, aun a riesgo de alguna que otra indigestión, puede decirte sin reservas que lo del tetrabrick es una auténtica basura…

Nadie puede andar mis pasos por mí. Por muchas condiciones que le ponga a la vida, el sendero sigue estando ahí delante, con sus cuestas, sus bajadas, sus piedras, sus charcos y sus paisajes inconmensurables. En realidad, todas esas condiciones no son más que la excusa del niño pequeño que se sienta y grita que está demasiado cansado como para seguir adelante. Pero como diría, probablemente, una de mis maestras, que además es una de mis mejores amigas, ya es hora de sorberse los mocos, limpiarse la nariz, secarse las lágrimas, coger la mochila y echar a andar. Sin condiciones, sin excusas, sin envidiar el trecho del camino de al lado, porque no tengo ni idea de lo que al de al lado le queda aún por caminar, porque aunque no queramos enterarnos, la responsabilidad de tu vida es única, irremediable e incondicionalmente tuya.

Que tengas una feliz semana, sin condiciones.

EDU

INSTALACIÓN DE LA PIZARRA DIGITAL HITACHI FXTRÍO

Visita el link de acceso al vídeo en youtube que muestra cómo instalar un kit digital de hitachi.



http://www.youtube.com/watch?v=8yh94g4ADcI




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CADA RENOVADA

Tras un largo verano, Cada vuelve renovada de la intervención de estética que la tuvo alejada de su centro de operaciones, sito en la famosa calle Benigno Soto, 16 de Madrid. Este era un regreso muy esperado, pues coincidiendo con el año escolar, uno de lo grandes proyectos de gente EduCada "El concurso de post" daba su inicio y era imprescindible su presencia.



Desde su despacho, nos recuerda que estamos en el ecuador del concurso y ya tenemos varios post que derán mucho de qué hablar. Recordad que el ganador o ganadora del concurso, conocerá en persona a EDU y CADA y podrá grabar con ellos una entrevista que, si desea, se subirá a YouTube.

Saludos EDU

INCONFORMISTA POR NATURALEZA

Nos pasamos la vida haciéndonos preguntas sobre el por qué de las cosas. La curiosidad humana es existencialista. Necesitamos saber, precisamos auto-satisfacernos y, sobre todo, darnos explicaciones que encajen en nuestra lógica.
Nos ponemos objetivos a corto, medio y largo plazo. Algunos están abocados a cumplirse y otros, jamás estarán a nuestro alcance.
Nos levantamos cada día con metas, aunque ni siquiera nos percatemos de ellas. Cada momento de nuestra vida secunda un foco de interés, una finalidad.
A veces, el problema reside en pensar demasiado. Entonces, uno se para un momento, deja de escuchar a su cerebro y actúa. Esa actuación está movida por un instinto mayor. Y, en ocasiones, funciona. Es como si la inteligencia intuitiva se hubiese levantado de golpe. La sensación final lo llena todo de satisfacción. Pero… ¿Cuánto dura esa emoción?
Cuando decidimos pasarlo bien un rato y olvidarnos de todo, ¿no estamos distrayendo a nuestro cerebro para que no piense? Cada día necesitamos entretener a nuestra mente para no volvernos locos en un mundo interior que sólo busca auto-complacencia y porqués existencialistas.

Para la mayoría parece fácil ir por ahí con el automático puesto. Están en un sinfín de tareas y las van completando sin más. La gente se marca objetivos que, de alguna manera, son realizables. En general, cada uno parece admitir su condición y, sobre todo, aceptar que, en esta vida, no se puede tener todo.
¿No se puede?
Cuando uno vive creyendo, de alguna manera, que sí puede tenerse todo, comienza el inconformismo sin límites. Sin duda, vivir esa situación es agotador porque se aspira a más en cualquier aspecto: más lujo, más comodidad, más conocimiento, más inteligencia, más actividad.
En el fondo se sabe que no se puede, pero no quieres creértelo. ¿Por qué no? Si está en mi cabeza y puedo darle forma, es posible.
Lo negativo reside en tres aspectos fundamentales. El primero, que no te da la vida para tanto. Alcanzar lo inalcanzable conlleva demasiados esfuerzos y mucho tiempo. El segundo, que nunca estás satisfecho contigo mismo. La inconformidad absoluta es un problema para con uno y crea discusiones de auto-yo terribles. No hay freno. Todo va siempre cuesta abajo y a toda velocidad. El último aspecto es el peor de todos: nadie te comprende.
Asumido que se trata de un bucle en el que no hay solución, sólo puede hacerse una cosa: cuando no se conocen las respuestas, lo mejor es no hacerse preguntas.
Sería bueno aceptar que cada uno es como es. ¿Por qué nos empeñamos en cambiar a las personas de nuestro alrededor en lugar de aprender a aceptarlas? A veces es difícil y muchas otras sólo pretendemos entender. He aquí la segunda máxima: no trates de comprender, sólo de aprehender.
Y para todos aquellos que vagan por ahí preguntándose por qué soy un inconformista por naturaleza, que les quede el consuelo de que su inconformismo les puede hacer crecer y su crecimiento es el motor del mundo para muchos otros…
CADA.

CONCURSO I (2011): 1 AÑO DE GENTE EDU-CADA

EDU y CADA cumplimos 1 AÑO y queremos celebrarlo con vosotros/as. Por esta razón hemos puesto en marcha un concurso de posts. Estas son las bases del concurso. Anímate!!

(Imagen de: parquesdediversiones.net)

1.    Para participar sólo tienes que escribir un post sobre tema libre y enviarlo a nuestro correo: gente.educada@gmail.com
2.    No se admitirá ningún post sobre temas con connotaciones religiosas, políticas o sexuales. Esos temas serán desechados en el acto.
3.    Cualquier persona puede escribir un post. No hay edad mínima ni máxima, ni ningún otro tipo de condición. Además, pueden enviarse tantos como se desee.
4.    Entrarán en el concurso todos los posts recibidos desde hoy y hasta el 30 de octubre de 2011.
5.    Los cuatro posts considerados finalistas, por EDU y CADA, se publicarán el jueves 10 de noviembre de 2011. Los lectores decidirán el post ganador. Para ello podrán realizar los comentarios que deseen en su post preferido. También se podrá marcar la opción “me gusta” en Facebook. El post que más comentarios y más “me gusta” reciba será considerado el ganador.
6.    El ganador, o ganadora, del concurso conocerá en persona a EDU y CADA y podrá grabar con ellos una entrevista que, si desea, se subirá a YouTube.
7.    Todos los posts que se publiquen en nuestro blog tendrán la firma de sus autores, que consistirá en: Nombre completo, edad y lugar de procedencia.
8.    Si el ganador o ganadora fuera menor de edad, deberá contar con el consentimiento de sus tutores legales para conocer a EDU y CADA.
9.    Si el post enviado contuviese alguna imagen, el autor deberá asegurarse de que dicha imagen es propia o no contiene copyright, escribiendo en el pie de la misma su procedencia.
10.  El envío de un post a nuestro mail supone la cesión de un escrito que es propio de quien lo envía y auténtico. No se podrán plagiar textos. La autoría del escrito se publicará sólo en nuestro blog, pero EDU y CADA no se hacen responsables de las copias que terceros pudiesen hacer, por lo que los autores aceptan que nuestro blog es un medio de difusión libre.
11.  La participación en el concurso supone la aceptación de estas bases.

SUERTE A TODOS LOS PARTICIPANTES!!

EDU y CADA.

ESTAR EN PAZ CON UNO MISMO

Hay un antiguo cuento oriental que me gusta especialmente. Un buen día, el emperador lanzó un edicto en el que ofertaba un concurso. En él pedía que los más reputados pintores del reino plasmaran en un lienzo la esencia de la paz.  Artistas de todos los rincones del Imperio, conocidos y desconocidos, enviaron sus trabajos a la corte. Las gentes, expectantes, visitaban cada día la exposición, haciendo cábalas sobre quien se llevaría el premio final. Al cabo de dos meses, el emperador estableció los finalistas del concurso. Eran dos lienzos muy hermosos, elaborados con una técnica depurada y exquisita. El primero de ellos representaba una hermosa puesta de sol en un lago, escondido en las faldas de una montaña impenetrable. Sus cumbres, tocadas por nevadas perpetuas, reflejaban el ocre y el púrpura del crepúsculo. El agua clara estaba en calma perfecta. Al verlo la multitud exclamó, sorprendida: “No hay duda, este lienzo, realmente, refleja la esencia de la paz”. El otro candidato exponía una gran tormenta entre montañas, los relámpagos iluminaban y surcaban el cielo, el agua arreciaba sobre los árboles, combados por la fuerza del aire. Fieras de ojos brillantes acechan desde siniestros rincones. En mitad del paisaje tenebroso, apenas perceptible, una pequeña luz contrasta con la reinante oscuridad. En ella se observa un eremita, meditando en silencio.
Finalmente, el emperador emitió su veredicto y ante la sorpresa de cortesanos y gente llana, declaró ganador al segundo lienzo. Todos murmuraban extrañados, dudando de la salud mental de su anciano regente. Consciente de la impopularidad de su decisión, el sabio alzó su voz para exponer las razones de tan enigmático resultado: “Es fácil sentirse en paz cuando las condiciones son favorables, realmente este cuadro, dijo señalando las montañas doradas, transmite una serenidad difícil de igualar, habiendo obtenido el honor de ser finalista del certamen. Sin embargo, la verdadera paz interior se demuestra cuando afuera, las circunstancias son tan adversas como refleja este otro”.
Al comprender los motivos de su decisión, la multitud estalló en vítores, aclamando la sabiduría de su anciano emperador.

Al igual que el anciano emperador del cuento, yo también considero que la paz interior es una conquista personal. Una conquista que tiene que ver más con nuestras decisiones que con las circunstancias que nos rodean. Ciertamente, en numerosas ocasiones esas mismas circunstancias son la excusa perfecta para no mirar dentro de nosotros mismos, para dilatar en el tiempo la decisión final: Perdonar nuestros errores y ahondar en la conquista de nuestra propia felicidad.



Aún con todo, la paz también tiene una dimensión social. Por un lado, nos ayuda a transmitir esa quietud de espíritu a quienes nos rodean. ¿Acaso no nos sentimos mucho más relajados y felices con personas que nos transmiten tranquilidad y calma que con aquellos otros que nos absorben la energía con su belicosidad?. Por otro, como seres en el mundo, también existen momentos para dejarse llenar por la paz de otros. Quizá es un error tratar de buscar la felicidad y la quietud exclusivamente en uno mismo. Es cierto que cualquier decisión tiene el cariz y la responsabilidad propia de quien la decide. Pero desde mi punto de vista, la vida nos ha puesto compañeros de camino para hacernos más sencillo ese mismo caminar.

A propósito de esto recuerdo una pequeña anécdota que me sucedió en el Camino de Santiago: Era el penúltimo día y había comenzado a sesenta kilómetros de mi meta, tras veinte días de caminata. A las tres de la tarde, cansado y agobiado por una de esas rectas interminables donde no ves otra cosa que matojos a ambos lados de un sendero convertido en pedregal, aparecieron de pronto ante mí tres chavales, dando muestras de acabarse de despertar tras una buena juerga nocturna. Efectivamente, se preparaban para comer en una casa al pie del camino. Al preguntarles por un lugar para descansar me comentaron que el bar más cercano se encontraba como a  ¡dos horas!. Tal debió ser mi desilusión que, sin mediar palabra, me invitaron a tomar asiento y compartir una cerveza fría con ellos.

Desde luego, hubiera sido absurdo declinar tan generosa invitación urdiendo como excusa mi obligación de seguir caminando. En la vida hay tiempo para todo, o debería haberlo, tiempo para el encuentro íntimo y personal con uno mismo, tiempo para los otros, tiempo para dar y tiempo para recibir, tiempo para inspirar y tiempo para expirar. Contrarios que se complementan y se mantienen, sin los cuales el todo no sólo es difícil, sino materialmente imposible. Respirar consiste en tomar y dar aire, vivir consiste en dar y recibir, crecer significa retroceder para tomar impulso.

Volviendo al tema central que nos ocupa hoy, la paz es una conquista personal que no puede delegarse en nadie más que en uno mismo, sin dejarse amilanar por las adversidades. Pero esa conquista también se basa en aceptar de los demás la porción de ayuda que todos necesitamos. Una ayuda que cuando se ofrece con generosidad debe ser acogida con la humildad necesaria para aceptar que no sabemos todo, que no tenemos todo, que no podemos prescindir de la mano amiga que nos acompaña.

Y puesto que necesito de los otros, la última conclusión que me gustaría compartir con vosotr@s hoy es que también es necesario, en la aventura de vivir, el coraje para ofrecer esa paz, esa calma, a quien camina angustiado y pesaroso. La violencia es el recurso ignorante del animal acorralado, lo que nos conecta con nuestro instinto más primitivo. La quietud es la consecuencia del desarrollo personal, el as en la manga de quien ha encontrado, en su propio yo, el tesoro inagotable de la verdadera esencia de ser humano.

Feliz y pacífica semana para tod@s

EDU

NO TE QUIERES ENTERAR

Se supone que la palabra escrita es uno de los avances más grandes de nuestra historia. De hecho, marca el inicio de ésta. Su existencia nos ha supuesto grandes ventajas cada vez mayores. Pero todo esto, sólo se supone. Si lo piensas bien, desde que apareció en tu vida no ha hecho más que traerte problemas.

La primera vez, fue cuando empezabas a escribir y la profe te decía constantemente: “Mal. Coge bien el lápiz. No aprietes tanto. Estás ensuciando el papel”. Era aún más humillante cuando agarraba la goma de borrar y eliminaba líneas sin piedad y te mandaba repetir. Pero, vamos a ver: ¿no dicen los grafólogos que el formato de escritura es único y denota la personalidad de cada uno? Entonces, ¿qué pasa? ¿No te gusta cómo soy?

Como si esto no hubiese sido suficientemente trágico, parecía que el paso de lápiz a bolígrafo no iba a producirse nunca. Todos tus compañeros ya escribían con boli  y tú seguías con el lápiz; seguramente porque a la profesora seguía sin gustarle tu personalidad…

En vista de que no avanzabas con el tema de la disgrafía, decidieron que rellenases cuadernillos de escritura. Sí, de esos que todos tenemos el nombre del tío que los inventó en mente…

Tras una vida escolar marcada por las dificultades con tu cuaderno, llega la selectividad y te limitan el espacio del papel. No, si ahora va a resultar que tengo que hacer letra de pulga para expresar lo que sé!!

¡Menos mal que llegó la universidad! Apuntes en folios y con cualquier letruja. Ahora sí podías ser tú mismo. Claro, hasta que un compi te demandaba los apuntes. Eso sí, te los pedía sólo una vez. Nadie se atrevía a repetir.

Pero todo esto, sólo es una introducción, para llegar al quid de la cuestión: la palabra escrita dificulta el entendimiento humano.

Si en una conversación habitual, ya nos cuesta entendernos, ni qué decir cuando se trata de Mail, MSN, SMS, WhatsApp o cualquier vía que utilicemos. Hay mil razones para malinterpretarse cada día con diferentes personas y por distintas cuestiones.

(Imagen en: helektron.com)

En el trabajo, por ejemplo, cuando el cliente te llama para decirte que lleva dos semanas esperando que le contestes al mail. (Sí, ese que no has recibido o que se fue a la carpeta de virus y ni te enteraste). Y ni qué decir si las relaciones son internacionales. Los dejes del idioma provocan confusiones de grandes dimensiones. Yo misma, ahora, no sé si me han dado el visto bueno o no a un proyecto y es sólo un problema de interpretación con el mail que he recibido al respecto.

Pero las peores aclaraciones, como siempre, son con las personas del entorno inmediato. Cuando entras en la dinámica de mensaje que viene y va se lía la madeja y no hay forma de desenredar esos asuntos.

La dificultad está en la entonación. Ya sabes eso que comentan de: “No es lo que dices, es cómo lo dices”. Pues ese es exactamente el problema; por escrito no hay un cómo. Así que cada cual interpreta según lo que cree. Este conflicto, en ocasiones me saca de mis casillas.

Seguramente, todos tenemos la experiencia de malinterpretaciones de este tipo. Algunas, incluso cómicas. Por ejemplo, la vez aquella que le mandé un SMS subido de tono a un tío mío en lugar de mandárselo a un amigo. O esa ocasión en la que recibí un SMS invitándome a una fiesta, de un completo desconocido. A la media hora, me preguntaba por qué no contestaba; veinte minutos más tarde insistía en dónde me había metido; quince minutos después me agobiaba diciendo que ya estaban todos en la fiesta y que a qué hora pensaba llegar. A los diez minutos, me metí en la ducha. ¡Con tanta insistencia iba a tener que ir!

Actualmente hay varias vías de solución al problema. La primera debería ser sencilla y lógica: USA EL TELÉFONO Y HÁBLAME. Ya… pero el SMS es más cómodo. Tú lo envías y ya te contestará cuando le venga bien. Así nunca se molesta. Es rápido, barato…

Desde luego, hay personas que no están dispuestas a mantener conversaciones escritas con amigos porque ya se han escaldado de todo tipo de situaciones incómodas que éstas les han creado.

Las compañías dedicadas a mejorar estas conversaciones se han dado cuenta del problema de dotar de entonación al discurso y han incorporado la posibilidad de iconos a sus mensajes escritos. Esto ayuda, pero no es la panacea.

De todas formas, y para ser sincera, a mí me gusta la palabra escrita. Además de permitirte decir todo aquello que te costaría afrontar en persona, da la posibilidad de mantener un discurso fluido y sin interrupciones, que pueda estar cargado de sentimentalismo si así se desea. La palabra escrita perdura en el tiempo y posibilita la rememoración.

Llegados a este punto, lo único que puedo terminar por decir es que, en ocasiones, debemos medir enormemente lo que escribimos, pero otras, leer aquello que esperábamos escuchar desde hacía tiempo puede producirnos una satisfacción inmensa.

Ya sabes aquello de: “una imagen vale más que mil palabras”; pero, quizá no, si son escritas…

CADA.

Resumen de la contribución que la música aporta al desarrollo de las 8 competencias básicas


1. Competencia en Comunicación Lingüística

Esta competencia hace referencia a la utilización del lenguaje como instrumento de comunicación oral y escrita, de organización de ideas, emociones y conductas. El aprendizaje musical contribuye al desarrollo de esta competencia en la mayoría de las actividades que se realizan en clase ya que los alumnos tienen que conocer y utilizar constantemente el vocabulario musical específico. También se trabaja con el lenguaje en la interpretación vocal de canciones, lectura de partituras y en la expresión de ideas, opiniones y emociones relacionadas con las distintas manifestaciones musicales

2. Competencia Matemática

Esta competencia hace referencia a la habilidad para utilizar razonamientos matemáticos. Dentro de las actividades musicales contribuyen notablemente a desarrollar esta competencia el análisis y lectura de la partitura ya que el ritmo musical está basado en las figuras musicales relacionadas entre sí por una proporción matemática cuya unidad es el pulso. También adquirimos la competencia matemática trabajando conceptos básicos como los intervalos, la armonía, los fundamentos físico-matemáticos del sonido, el metrónomo, etc.


3. Competencia en el conocimiento y la interacción con el mundo físico

Esta competencia capacita al alumnado para desenvolverse en ámbitos como la salud, el consumo y la tecnología que nos rodea. El aprendizaje musical contribuye a desarrollar esta competencia ya que el ruido y la contaminación acústica es un tema que se trabaja en todos los niveles. Además, durante la interpretación de las obras se incide en la necesidad de evitar el ruido, tocar con musicalidad, cuidar la voz y conseguir hábitos musicales saludables.

Continúa la siguiente semana...

VIVIR EN LA INCERTIDUMBRE

Pues sí, por más que en ocasiones no queramos reconocerlo, somos animales de costumbres. Basta con observarnos un poquito, nos gusta sentarnos en el mismo sitio, con la misma gente, incluso cuando vamos al cine. Yo mismo suelo, cuando salgo de vacaciones, llamar al hotel “mi casa”, en un infructuoso intento de dotar de seguridad sus habitualmente frías habitaciones.

Por todo ello, una de las peores experiencias que podemos atravesar en nuestra vida es la incertidumbre, esa sensación pegajosa en la boca del estómago que nos recuerda, insistente, que no sabemos lo que va a suceder mañana, que cualquier vida que se precie está instaurada en el proceso inapelable del cambio y que por más que lo intentemos, la existencia es absolutamente impredecible.

Como reza el viejo proverbio, cuando no puedas vencer a tu enemigo…únete a él. Y puesto que la incertidumbre es tan notoria como que el sol se alza cada día, cada nueva jornada trae su propia ración. No podemos evitarlo, así que más nos vale adaptarnos para poder seguir creciendo paso a paso, más allá de nuestras seguridades.

Cuando la duda se instala en nuestra piel es difícil mantener fría la cabeza y más aún el corazón, es difícil instaurarse en la paciencia necesaria para advertir que la ficticia sensación de control con la que nos levantamos, vamos a trabajar y cumplimos unos horarios no son más que un vano intento de luchar contra esta faceta, una más, de nuestra existencia. Sin embargo no todo está perdido, como os he recordado en numerosas ocasiones a lo largo de estos post, el momento presente es un amuleto imprescindible para sobrellevar la incertidumbre cotidiana. Y esto por numerosos motivos.

En primer lugar, nos evita las preocupaciones que no conllevan nada. Antes hemos comentado la falsa sensación de control que producen las rutinas diarias, sin embargo, aunque esto no deja de ser cierto, también hay que admitir que reconocer esas situaciones que escapan a nuestras acciones, procura paz a la cabeza y al corazón. No sé dónde trabajaré mañana, pero sí sé lo que puedo hacer ahora, no puedo predecir con quién me obsequiará la vida, pero puedo aprovechar este instante para decirle a las personas que quiero que las quiero, pues no sabemos si tendremos otra oportunidad de hacerlo.



No os digo esto con el fatalismo de quien considera la existencia un sinsentido embaucador, un sueño que hay que recorrer. Al contrario, hemos tenido la oportunidad de vivir, de crear, de pensar, de sentir… ¿No resultaría muy ingrato dejar de hacer todo ello por preocuparnos en exceso del mañana? Recuerdo un momento de mi vida especialmente lleno de incertidumbre, una decisión vocacional que afectaba a todas las facetas de mi existencia y caminaba por mi sendero vital sin encontrar horizontes ni referencias. En aquel momento, uno de esos maestros que están cuando y donde tienen que estar, me dijo: “Te basta con tener la suficiente luz como para dar el siguiente paso, ¿qué te importa no ver el camino entero?”. Ese consejo me ha acompañado a lo largo de muchos años y consecuentemente, a lo largo de muchas tribulaciones, ni más ni menos que los demás, pero las mías. Y en esos instantes de desconcierto, cuando estás a punto de tirar la toalla, cuando la negrura se hace tan densa que apenas te atreves a caminar, siempre hay una luz, pequeña, apenas perceptible, pero suficiente para dar el siguiente paso, el único que efectivamente es posible. Cuando echas el pie adelante, pisas en firme y entonces otra pequeña luz te indica un nuevo paso y así, poco a poco, la jornada se hace puesto que como decía el poeta: “Se hace camino al andar”. Y que me perdonen los críticos de Machado si la intención de D. Antonio no era tan trascendente al regalarnos ese verso.

Cuando uno de mis pacientes se siente abrumado por la incertidumbre siempre les pongo el mismo ejemplo. Imagina que tienes que subir una escalera. Te gustaría poder llegar al último escalón, por supuesto. Pero si mides mal el salto es bastante probable que te abras la crisma, así que parece mucho más sensato subir los escalones de uno en uno, cada cual cuando toca y así, sin que apenas te des cuenta, llegarás al final.  Así que en momentos de incertidumbre, a pesar de que el sentido común nos pueda indicar lo contrario, no es el momento adecuado para tomar decisiones, sino que es el momento de vivir, de aceptar que las reglas del juego también incluyen situaciones donde las reglas no existen, o donde somos nosotros, los propios jugadores, los que tenemos que crearlas.

Podríamos cambiar la famosa frase de “La vida es sueño” por “La vida es juego”, porque estamos en el mundo para jugar, experimentar, tocar, sentir, sufrir, sí, a veces. Pero el que no está dispuesto a perder, no arriesga y no gana nunca, el que no está dispuesto a hundirse en la tristeza tampoco experimentará la exaltación de la alegría, el que no afronta el cansancio y el dolor de la subida nunca será capaz de admirar el verde de los pastos que se esconde en los valles y el que no es capaz de hundirse en las profundidades de uno mismo será incapaz de resurgir al cielo azul del desarrollo personal.

Por supuesto, esto es una decisión personal, puedes escoger transitar por los fáciles grises, sin problemas. Pero cuando la incertidumbre llegue, no habremos podido actualizar las estrategias necesarias para evitar que el gris se convierta en oscuridad impenetrable. Quizá nunca llegue a lo más alto, pero yo prefiero quedarme en la falda de la montaña a tener que reconocer que me hundí en el miedo que me inspiraban sus pendientes. Además, por más difícil que parezca, siempre, siempre, hay una cima que nos recuerda que el esfuerzo no fue vano.

Feliz semana a tod@s

EDU