LO QUE NO DUELE NO ES IMPORTANTE

Ayer estaba cenando con un amigo y, de pronto, vi una quemadura en su brazo, como si se hubiese quemado con la plancha. Le pregunté qué le había pasado y mirándose el brazo con indiferencia dijo: “no tengo ni idea”. Inmediatamente añadí: “no te preocupes, si no duele no es importante”. Según pronunciaba estas palabras analicé el sentido que tenían y cómo podían trasladarse a diferentes situaciones para comprobar si era posible generalizar tal afirmación.

Veamos; que el Real Madrid perdiese ayer la semifinal, en la tanda de penaltis, pudo resultar muy doloroso para muchas aficionados y, sin embargo, ¿acaso eso es, para ellos, realmente importante?
Empecemos por diferenciar entre dos tipos de dolor. Por un lado está el dolor físico y, por otro, el dolor psíquico o, podríamos decir, emocional.
Bien sabido es que el dolor físico se olvida con facilidad. Por ejemplo, recuerdo a una amiga mía que me contó que mientras estaba de parto le decía a su pareja “la próxima vez, recuérdame lo que duele esto para que decida no tener más hijos”. Y, por el contrario, a las pocas horas cambiaba su argumento para decir: “no es para tanto, mañana mismo traería al mundo otros dos o tres”.
Afortunadamente, el afrontamiento ante el dolor fisiológico es inmenso. Eso nos ayuda a afrontar enfermedades y a perpetuar la especie. Ese poder de recuperación nos hace valientes ante los incidentes y nos salva, muchas veces, la vida.
Aunque, por supuesto, no todo el mundo tiene la misma cota de dolor. Habrá gente que lo aguante todo y no le suponga nada y habrá personas para los que nada lo sea todo.
Sin embargo, lo que siempre me pregunto es, por qué la naturaleza no nos dio la misma capacidad de recuperación con el dolor emocional. ¿Por qué un dolor de estómago, que dura unas horas,  el resto del tiempo se me olvida y un revés de la vida, en un momento dado, puede marcar el global de mi existencia?

(Imagen de: pensandoenpsicologia.com)

Llegando a la segunda parte del discurso Lo que no duele no es importante, podríamos afirmar que, si aquel contratiempo no fue tan doloroso, quizá tampoco fue tan trascendental.
Muchas veces, incluso, nos sorprendemos a nosotros mismos afrontando sin dificultades algo que creímos que hubiera podido ser terrible. Quizá, en ocasiones, asignamos números erróneos a nuestra escala de valores. Puede que confundamos la importancia de conseguir algo con la obsesión por ganarlo.
¿Eso quiere decir que, si perdí aquello que amé y luego no me dolió como pensaba, la pérdida no significó tanto para mí? ¿Lo amaba menos de lo que creía? Bueno, aquí también entra en juego la capacidad de superación.
A lo mejor, después de todo, puede que el dolor emocional sí esté regulado de forma parecida al dolor físico.
Yo siempre he sido de la opinión de que el tiempo NO todo lo cura, pese a lo que el tópico parece insinuar. Hay cosas que se superan, otras que se livianizan y algunas que quedan ahí y que lo único que hacemos es entretener a nuestra mente eternamente, para que no vuelva sobre ellas. Una herida mal curada acabará por provocar un daño posterior. Una herida emocional mal curada acabará por provocar un daño colateral.
El dolor no entiende de tiempo ni de momento. El dolor no entiende de fronteras. El dolor no respeta a nadie ni se compromete con nadie.
El dolor, cuando llega, protagoniza nuestra vida. Sumidos en él, no parece existir otra cosa.
Aunque no estemos seguros de que en ausencia de dolor se pierda importancia, quizá si podamos entender que lo importante tampoco tiene, necesariamente, que doler.
Eso de “la belleza hay que sufrirla”… pues a ver: ¡sufrimientos los justos!
Así pues, querido lector, mi consejo para esta semana es: sufre lo justo; ni más ni menos.
No llores por la pérdida que puedas reponer ni le asignes demasiada importancia al dolor…
CADA.


2 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo CADA!!El dolor siempre termina pasando y en la mayoría de los casos no duele tanto como creíamos que iba a doler. Lo más importante, como dices, es que las heridas queden cerradas, para que luego no aparezca el miedo a que nos hagan daño. Muchísimas gracias por el artículo y por el blog.

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  2. Gracias a ti por seguirnos!

    Por desgracia siempre puede existir un dolor que, aunque no se presente con la misma intensidad, marque la existencia.
    Vivir con ello también es importante.

    Un saludo afectuoso,

    CADA

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