LAS BICICLETAS...Y MÁS...SON PARA EL VERANO

El verano se ha instalado en nuestro ciclo anual de manera inexorable, con altas temperaturas y con el preciado aroma de las vacaciones, el sol y la playa a la vuelta de la esquina…En estas condiciones, es habitual conectar con todas aquellas aficiones que por diversos motivos, no podemos realizar durante la rutina diaria de otras épocas.

Pero el verano, además de diversión y asueto, también esconde algunos peligros para la salud física y emocional, que conviene prevenir para evitar males futuros.
Los dos peligros estivales por excelencia, desde el punto de vista de la salud, son la pérdida de hidratación y la exposición solar.

La primera se evita con un consumo mayor de agua, como es lógico, puesto que el cuerpo suda para mantener la homeostasis de la temperatura corporal. Sin embargo, no siempre una buena hidratación proviene exclusivamente de una mayor ingesta de líquidos. Las comidas copiosas, el consumo de grasas, la ingesta de alcohol y otros factores, hacen que nuestras células necesiten más hidratación.

Es fundamental aumentar durante esta época del año el consumo de crudos, que aportan el agua propia de vegetales y frutas, acompañadas de fibra y nutrientes específicos, de forma que aseguremos que el agua ingerida llegue correctamente a su destino.


Un gran consejo en este sentido es aumentar el consumo de batidos verdes, que proporcionan agua y nutrientes, permitiéndonos un estilo de vida menos rígido que la típica comida de “cuchillo y tenedor”. Si entre nuestros batidos incluimos un alto porcentaje de alimentos con betacarotenos (papaya, mango, zanahoria…) estaremos además protegiendo nuestra piel del segundo de los factores negativos del verano por excelencia: la excesiva exposición al sol.

Ya comentamos en un post anterior los beneficios del sol y su relación con la vitamina D. Sin embargo, en exceso, el sol es causa de insolación y estrés oxidativo, la exposición a los rayos UVA es factor de riesgo para el desarrollo de melanomas y en general, no conviene, como sabemos, tomar baños de sol de más de quince minutos, evitando siempre las horas centrales del día, aun con protección solar (este apartado de los protectores solares los trataremos en otro momento, que tiene su miga).

Pero el verano no es sólo la estación del sol, también es el periodo vacacional por antonomasia y desde la salud integrativa, no sería adecuado terminar esta entrada sin ofreceros un par de consejos para mejorar la salud emocional durante esta época.

Al verano llegamos cansados, después de esfuerzos importantes para terminar nuestras tareas, en previsión de esas vacaciones donde no vamos a trabajar, por lo que hay que dejar cerrados todos los temas. En primer lugar, no somos imprescindibles, ninguno. Así que tranquilo, no se va a caer el mundo porque te vayas quince días a una casa rural sin móvil ni conexión wi-fi. Desconectar es importante, porque permite al cerebro recuperar sus niveles de neurotransmisores y al resto del cuerpo, eliminar toxinas y en definitiva, descansar y regenerarse.


No confundamos, en cualquier caso, descansar con “no hacer nada”. En muchos casos, las vacaciones suponen un radical cambio entre el estrés diario y la ausencia absoluta de motivación. No hacer nada es eso, nada y la nada está reñida con casi todo, incluyendo la felicidad.

La mejor forma de disfrutar de las merecidas vacaciones es hacer caso al cuerpo, escucharnos, realizar esas actividades que no nos permitimos por creer que nos falta tiempo. Disfrutar es recuperar el pulso de la propia vida, la atención a lo que estamos haciendo ahora, sin prisas, sin relojes, sin obligaciones.

Es gracioso comprobar cómo salimos de la oficina para caer en un tour organizado, donde todo está pautado, cronometrado y escrito, convirtiendo una visita turística en una carrera de obstáculos para marcar con una “X” la casilla del monumento correspondiente. Vivir no tiene nada que ver con la planificación excesiva, vivir es dejarse sentir, aumentar la conciencia, recuperar el gusto de hacer algo “porque sí”, sin más meta ni función que la del mero disfrute.

Desde el punto de vista energético, el verano es naranja, como el segundo centro energético del cuerpo. Es una estación para el placer, para el sentir. Este centro energético es el responsable del disfrute, más allá de la sensualidad. Es el punto de partida para recuperar el gusto por la tierra, por lo natural, para quitarnos de encima los convencionalismos absurdos y recuperar la capacidad de, sencillamente, ser. No hay mejor consejo para ello, que sumergirse en el agua (del mar, del río, del pantano), desnudos y sin absurdas vergüenzas, quitándole a la desnudez la falsa idea erótica que nos ha robado este mecanismo de conexión con nuestro cuerpo.


La experiencia de sumergirnos desnudos nos retrotrae al nacimiento y puede convertirse en un segundo renacer, una experiencia de abandono, confianza y desapego, probablemente, el mejor regalo que nos podemos hacer a nosotros mismos, precisamente, al margen de lo que hacemos habitualmente, que es llenarnos de ropa en el periodo de rebajas.

Esperemos que disfrutéis de estos consejos, feliz y saludable semana

EDU y CADA

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