DOS DÍAS DE DESCANSO

No sé a vosotros pero a mí me resulta bastante curioso como a veces, en las novelas, en las películas o incluso en la vida cotidiana los pequeños detalles son los que se quedan más grabados en la cabeza o en el corazón. A mí me sucedió con uno de los detalles de “Sexo en Nueva York 2”. Una de las protagonistas, decide, junto con su marido, darse dos días de descanso en su matrimonio para poder “hacer esas cosas que uno quiere y al otro le molestan”. Como podéis imaginar, el detalle, en el guión, da para algunas anécdotas, pero yo quiero centrarme en el juego de espacios que se produce y de paso, echar un cablecito a alguien que pueda sentirse culpable por querer coger “dos días de descanso”.




Parece que cuando alguien decide comprometerse en una situación, ya sea con una pareja, una empresa, un amigo, amiga, o cualquier otra que se os ocurra, firme una especie de contrato de exclusividad en el que la persona queda definitivamente anulada a favor de esa institución común. Este hecho, que en principio puede resultar el “estado ideal de las cosas” abre por sí mismo el abismo de los problemas. Con demasiada frecuencia parece que la relación ideal es aquella donde dos forman un solo uno. Sin embargo, la relación verdaderamente sana se da entre dos personas que mantienen y cuidan su individualidad, siendo conscientes de que, también, son parte de un todo mayor.

Por todo esto, puede ser positivo tener algo de “descanso” en la relación, cuidarse a sí mismo, no renunciar a todo lo que me hace crecer, sentir y desarrollarme como persona. ¿Cómo si no voy a poder compartir lo que soy?¿Cómo si no voy a ayudar al otro a seguir creciendo?¿Cómo si no va a resultar agradable y enriquecedora mi compañía? Igual que un tronco arde más cuando se separa del que le hizo arder, una relación (sentimental, de amistad o laboral) se enriquece más cuando sus miembros son individuos completos y no las medias naranjas que la literatura o el cine nos hacen creer.

La magia existe, no cabe duda. El primer chispazo de emoción que hace que me embarque en una aventura vital es imprescindible. Pero como la artificialidad de los fuegos fatuos, la magia también desaparece si no se cuida, cuando el chispazo desaparece, el fuego se mantiene a base de desarrollo personal. Disfrutar un momento de la hermosa compañía de mi propia soledad es el mejor antídoto contra el aburrimiento. Compartir las experiencias y las emociones cuando se vuelve al seno de la relación, volcando en la sala común lo vivido en soledad, trae como consecuencia un huracán de nuevas perspectivas, un necesario periodo de oxigenación que refresca y entusiasma. Debemos ser valientes para dar un paso más allá de la rutina diaria. Sorprendernos a nosotros mismos para sorprender a quien comparte nuestra vida, reclamar el oxígeno necesario para respirar “fuera de la torre de marfil”.

Probablemente si hiciéramos una encuesta de por qué la gente abandona sus relaciones, muchos de los entrevistados nos contestarían: “se acabó la ilusión”. Probablemente alguno o alguna de quien lea esto haya sufrido esta falta de ilusión en ellos mismos o en sus compañeros de viaje. ¿Existe algún antídoto contra la rutina?¿Es posible el don eterno de beber los vientos por el otro? Yo diría que no… afortunadamente. Los momentos iniciales de una relación se caracterizan por una especie de sumisión personal al espacio común, realmente esto es bueno y necesario, pues me permite conocer y valorar al otro con quien comparto mi vida. Sin embargo, mantener ese estado más allá de lo imprescindible puede hacerme caer en el error de abandonarme a mí mismo, lo que generará un círculo vicioso de predecibles consecuencias.

 Supongamos la siguiente escena: Luis y Sara se acaban de conocer, a Sara le ha gustado Luis porque le ve como alguien “diferente”, puede citar a Schopenhauer y hacer un chiste irónico casi en la misma frase. Al parecer la atracción es mutua, deciden quedar una segunda, tercera vez, la relación se consolida, aparece el amor, el deseo…Todo parece perfecto. Sin embargo, el tiempo que pasan juntos les impide a ambos seguir desarrollando las capacidades que un día les unieron y al cabo de unos años aparece el tedio y el hastío, compañeros incansables e indeseables de la falta de espíritu aventurero. Por mucho que nos duela reconocerlo, el ser humano se acostumbra a la estabilidad, necesitando mayores dosis de cualquier elemento que se cruce en el camino. La buena noticia es la siguiente: Nuestro poder de desarrollo es infinito, por lo tanto, dejarse llevar por uno mismo de vez en cuando supone mantener cierta tensión imprescindible para que el otro quiera seguir estando a mi lado, para no perder la admirable capacidad de sorprender y sorprendernos.

No se quieren más los que pasan más tiempo juntos, sino el que comparte más su vida. El que tiene más vida para compartir, el que no ha perdido la capacidad de soñar que otro mundo es posible, el que cada mañana, cuando se despierta al lado de su pareja, cuando ficha en el mismo reloj desde hace veinte años, cuando otra tarde de sábado más queda con la misma pandilla del colegio, mira fijamente a los ojos del otro, se ve reflejado como en un espejo y es capaz de tender la mano para decir: “Hoy he vuelto a soñar, es un sueño distinto, pero quiero soñarlo, un día más, a tu lado, ¿quieres soñar conmigo?”

Un beso y un abrazo muy fuerte a todos y todas las soñadoras

EDU

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho CADA, comparto totalmente tu idea de mantener nuestro pequeño espacio en el que poder seguir creciendo y sobretodo generar anecdotas que poder compartir con tu pareja, no obstante existen veces en las que usar tu espacio en el momento en el que tu quieres, puede que al otro no le venga lo bien que debería esperarse y eso es una fuente de conflictos, es bueno en ese inicio de la relación no dejar de hacer lo que venías haciendo de forma radical, sino intentar compaginar esa parte individual con la pareja...

    Lo dicho muy buena reflexión sigue así!!!

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  2. Vaya...Parece que me ha quedado un post muy CADA...jajaja...No pasa nada, me alegro enormemente que te haya gustado y que compartas la idea de mantener ese espacio que no sólo no aliena sino que estimula y enriquece el espacio común. Y muchas gracias por los ánimos, siempre nos estimulan a seguir. EDU

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