ASES EN LA MANGA

Querid@s Amig@s:
Espero que vuestras vacaciones hayan sido (o estén siendo) tan fantásticas como las que he tenido yo. No he visitado parajes exóticos ni realizado actividades totalmente fuera de lo normal, pero quizá por eso mismo me he encontrado con las circunstancias que necesitaba y eso es precisamente lo que quería compartir con vosotr@s.
Las circunstancias de nuestra vida generan en nosotros una especie de determinación emocional, puede que radique ahí en primer lugar, un error para impedirnos ser felices. En estos días de regreso a la vorágine o a la rutina laboral, que de todo hay, muchas veces nos sentimos alienados de nuestra propia existencia por mor de todas esas circunstancias que no podemos controlar.
Y mi consejo para esta semana es precisamente ese, que no controlemos lo que se escapa de nuestro control. En demasiadas ocasiones nos sentimos frustrados, cansados, desilusionados o simplemente tristes, porque las circunstancias que nos rodean no son las que habíamos planificado anteriormente. Pero en muchas ocasiones no queda más remedio que barajar los datos de la manera en que están y no de la forma en que nos gustaría que estuvieran.
Un buen jugador no es aquel que gana siempre cuando tiene buenas cartas, un buen jugador es el que saca todo el provecho posible de lo que tiene en la mano, aceptando en ocasiones que esta mano es mejor pasar y esperar mejores oportunidades. Porque oportunidades hay siempre para el que sabe buscarlas.
Bastantes de las personas que vienen a visitarme, profesional o informalmente, me comentan sus problemas e historias con la ingenua pretensión de que les de un consejo acerca de lo que hacer o de lo que no hacer, en clave de los párrafos anteriores, me piden que controle sus circunstancias. Evidentemente, el primer consejo que les doy es que me expliquen cuáles son esas circunstancias y ahí nace el cambio verdadero.
¿Os habéis fijado cuántas veces nos perdemos la oportunidad de vivir lamentándonos por la vida que nos ha tocado? Evidentemente, si tuviéramos todos los ases sería mucho más fácil, aunque puede que el juego resultara tremendamente aburrido. Lo divertido es escamotear esa mano que parecía perdida porque hemos sabido leer y jugar nuestra mano con maestría.

(Imagen de: caffelatte.es)

Conocer por tanto las circunstancias, en vez de huir de ellas, se convierte en el requisito imprescindible para construir nuestra propia evolución. Circunstancias que son físicas, emocionales, sociales, laborales, etc… De ahí que el conocimiento profundo de nosotros mismos y lo que nos rodea haya sido un tema recurrente en muchos de mis artículos.
Con los datos en la mano, habrá posibilidades deseables pero imposibles de cumplir, por poner un ejemplo tosco: Si mi salario es de X y para comprarme un súperdeportivo necesitaría un salario de 100X tengo varias opciones, o me paso por el concesionario llorando mi lastimera situación o reconozco que en las circunstancias actuales ese flamante deportivo de color rojo no está destinado a mis manos. Al menos de momento…
Y aquí viene la segunda parte del invento este al que llamamos vivir, porque soñar significa pedir otra carta de la baraja. Lo mejor del asunto es que suele haber ases escondidos en todas las mangas, porque no estamos aquí para sufrir. La abundancia es un regalo natural, aunque algunos se empeñen en vendernos lo contrario en cada noticiero. Sucede, sin embargo, que a veces equivocamos soñar con apegarnos a ese sueño, olvidando el polvo del camino que pisamos y como decía un gran pensador llamado Ibáñez, por boca de su Mortadelo: “Ojos que no ven, patinador que se la pega” (o peregrino incauto, podríamos añadir).
Un cambio radical de “suerte” quizá nos acerque a la materia de nuestros sueños, pero la esencia de los mismos se basa en un concepto un poco distinto: Evolución. El cambio supone abandonar unas circunstancias para instaurarse en otras (mejores o peores según el caso). Evolucionar significa caer en la cuenta de que todas las herramientas con las que construir nuestros sueños están al alcance de nuestra mano, aunque a veces haya que buscar en el lodo de unas circunstancias que no nos gustan o que nos desagradan.
Si conseguimos mirar un poco más allá de las apariencias, extraer la belleza esencial de nuestra vida y construir nuestra propia evolución, a pesar de nuestras realidades concretas, entonces nuestros ojos reflejarán que llevamos las mejores cartas del mazo y nadie se atreverá a afirmar que estamos jugando de farol, pues resulta que siempre tenemos un par de ases para sacar en el más acuciante de los momentos.
Feliz semana a tod@s
EDU

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