NO TENGAS MIEDO A EMPEZAR

Hoy me ha costado escribir el post de esta semana, sentado delante del ordenador, con la página en blanco, un título a modo de idea en la cabecera y las palabras engañosas que no querían convertirse en pulsaciones de los dedos.
No sé si alguna vez habéis tenido la experiencia de escribir de forma más o menos regular, pero tarde o temprano, siempre aparece esa sensación que algunos llaman “bloqueo del escritor” o “miedo a la página en blanco”. Como podéis imaginar, mi cabezota naranja ha empezado a encontrar asociaciones a esta situación. Así que se me han ocurrido un par de preguntas que quizá merezca la pena contestar: ¿Por qué nos asustan tanto las situaciones novedosas? ¿Cómo enfrentar esas situaciones que no tienen límites ni normas?.

Empezar algo nuevo siempre tiene algo de crítico. Cualquier comienzo es una oportunidad, pero como tal también está marcada por una serie de contratiempos y posibles obstáculos. Creo que uno de esos obstáculos es la impaciencia, querer llegar en seguida a cualquier sitio, saber exactamente lo que uno quiere es un lujo que en la vida no se suele dar. Por ello muchas veces necesitamos contar con un poco de perspectiva, aunque guiados por un boceto. Desgraciadamente, la perspectiva sólo la da el tiempo y ese es un personaje que tiene una mala costumbre: no tiene prisa. Recuerdo algo que leí el otro día, que un pintor realmente genial se deja llevar por los colores que aparecen en el lienzo, con cierta flexibilidad. Por el contrario, aquellos más mediocres son incapaces de abandonar la idea original que esbozaron en su cabeza.

La vida también está llena de pinceladas de experiencia, cada una nos abre posibilidades con las que ni siquiera habíamos soñado, sin embargo, muchas veces no conseguimos dejar a un lado esa idea irreal de lo que debe ser nuestra vida, en vez de aceptar de una vez por todas que en este mundo, no existe el debería, la vida, sencilla, simple y definitivamente, es. El mejor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos es llenar de color nuestro universo, eso significa disfrutar de los pequeños milagros del día a dia.

Llamar a un amigo al que hace tiempo que no vemos, dar un paseo al aire libre, sentarse a observar el murmullo del mundo en una plaza, volar sobre las hojas de un buen libro, saborear despacio, devolver una sonrisa, o ver que te la devuelven…Pequeñas pinceladas alejadas de la idea original, absurdas quizá, pero que van tiñendo de color ese primitivo folio en blanco, alejado de las convenciones, de los estereotipos, de los pensamientos encadenados y encadenantes. Pinceladas de maravilla envueltas en el poco glamouroso papel de la cotidianeidad, pero que encierran en sí mismas el motivo fundamental por el que estamos aquí: Sencilla, simple y definitivamente…VIVIR.


En este espacio en blanco, donde las barreras no existen sino en nuestra imaginación, podemos jugar, jugar a ser quien nos de la gana, jugar a ser aquel que un día soñé y que nunca me atreví a madurar, jugar a acercarme un poco más a esa persona que espera pacientemente a ser redescubierta por mí mismo, alejada del dolor, alejada de los convencionalismos, alejada del incesante bombardeo mental de los “debería”. Un amigo fiel y expectante que no se cansa de aguardar que un buen día, sin saber por qué, decidamos empezar a escribir una nueva hoja en el diario de la experiencia.

Nunca sabemos por qué la hoja que escribimos se termina, pero como el escritor, sabemos que las palabras van llenando el papel e incesantemente tendremos que enfrentarnos a nuevas páginas en blanco. Podemos decidirnos por describir los mismos personajes o podemos investigar nuevas personalidades, podemos sentir miedo en ese preciso instante en que damos la vuelta al cuaderno y aparece ante nosotros el papel aún inmaculado. Podemos quedarnos encerrados en nuestro miedo o atrevernos a imaginar, primero una palabra, luego otra y finalmente un raudal de conexiones sorprendentes que me hagan exclamar que soy quien quiero y no alguien que me imponen desde fuera.

A fuerza de escribir, de vivir, quizá pueda volver a descubrir los motivos y las razones de mis decisiones, quizá pueda recordar que la única forma de terminar el libro de mi existencia es llenar más y más páginas en blanco. Buscar la palabra exacta, el verso envuelto en la cadencia que me hace vibrar, el suceso concreto que me embarga. Encontrar en el sonido de lo que hago la auténtica razón para continuar adelante, porque el argumento general siempre vuelve, envuelto en otros trapos, pero intacto, embriagador y sugerente.

Tenemos la opción de volver atrás, quedar enganchados en la nostalgia de aquellas primeras y lejanas páginas. Pero el estímulo es reescribirlas con nuevo ímpetu, no se puede vivir del pasado. El objetivo es aprovecharnos de él para lanzarnos una y otra vez a la aventura de vivir. Imaginar es el primer paso que conduce a la experiencia y en la experiencia se encuentra el núcleo de la verdadera felicidad. De nada nos sirven los recursos, las circunstancias, las personas, facilidades o dificultades que nos rodean, si no somos capaces de construir con todo ello nuestro propio y auténtico caminar, ese camino que como decía Machado, se hace camino al andar.

Feliz semana a tod@s y enhorabuena porque más allá del miedo, tenemos hoy, como cada día, una nueva y preciosa hoja en blanco que escribir.

EDU

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