LA HUMANIDAD EN LA CAMA

En innumerables ocasiones, tanto Edu como yo, os hemos hablado constantemente de lo importante que es avanzar e ir hacia delante. Creo que podríamos resumir todos nuestros consejos en la palabra “CAMINO”.

Hace poco, yo misma me paré en medio de mi camino para tomar aire y recapacitar sobre el recorrido que estaba siguiendo. A veces, andamos sin más, inmersos en el día a día y no nos hemos detenido a pensar si los últimos kilómetros recorridos iban o no en la dirección correcta. Es la inercia la que nos impulsa. Uno no puede estacionarse mucho tiempo. Habrá que seguir y ya se considerará cuando se tenga ocasión. Pero una mañana, te levantas con la sensación de ahogo y el no poder más. Seguramente ya ni sabes lo que te había impulsado a moverte en un primer momento, pero no puedes perder ni un minuto en analizarlo porque la vida sigue y tienes demasiadas cosas que hacer.

Días atrás, cuando me detuve para coger aliento, descubrí que el camino no era, en sí mismo, un problema. Aprendí que nada está lo suficientemente lejos en el tiempo como para que resulte tan inalcanzable como parece y, lo más importante, que si no has elegido correctamente, antes de lo que esperas podrás vislumbrar un desvío. Siempre hay una salida y un lugar adecuado para redireccionar. Muchas veces está ahí mismo, pero no lo vemos porque se oculta tras la maleza. Sigues caminando y casi por sorpresa, de golpe, te lo encuentras.

Todos tenemos, alguna vez, la sensación de necesitar que el mundo se pare para bajar del mismo. Quizá, con el suficiente acuerdo de todas las partes podría llegar a hacerse. Imaginemos, por qué no, una fecha señalada en la que toda la humanidad decidiese, simplemente, detenerse en su camino; dejar de andar. El mundo entero interrumpido al unísono. Una propuesta de algo así como 24 horas sin movernos nadie de la cama. Tomarnos una jornada íntegra para dar un respiro generalizado a todo el planeta. ¿Qué podría suceder? Estamos pensando, lógicamente, que sería una locura inviable. La primera idea factible es que la economía mundial se hundiría. ¿Seguro? Los mercados no habrían abierto ni habría tampoco nadie a quien le preocupase. ¡Pero si estaríamos todos durmiendo! ¡Sería domingo universal!

Los aviones estarían en sus aeropuertos, los comercios cerrados, las calles vacías, los soldados en sus cuarteles, etc.

¿Qué pasaría? Pues nada. Simplemente nada. Sin seres humanos no hay movimiento.

Cada uno en su casita, en su camita, descansando del camino.

(Imagen de: emisioncero.blogspot.com)

La realidad es que, no podemos descansar, completamente, del camino si el resto del mundo no se detiene con nosotros.

Pero dado que esta idea loca jamás llegará a producirse, debemos plantearnos que en nuestro camino diario sólo podemos contenernos a reposar de vez en cuando y con cautela.

Ayer, precisamente, hablaba con un amigo de estos temas. Él se sentía preocupado por dedicar demasiado tiempo a su trabajo descompensando por ello a su hijo. Me preguntaba si esto puede estar “pagado” de algún modo, si merece la pena tal sacrificio. Le contesté que si se lo estaba planteando la respuesta era evidente: NO. Le insistí en el hecho de que tenemos la vida “muy mal montada” y le hice un pequeño descubrimiento por si él no había recapacitado nunca sobre ello:

Vamos viviendo y recorriendo el camino y, al llegar al final, sabes lo que pasa? Nos morimos.

No podemos vivir de las compensaciones; ni siquiera de las auto-compensaciones. No podemos entretener nuestro espíritu llenándolo de hobbies para distraer la mente y hacerla creer que es, falsamente, feliz.

Tiempo atrás yo misma creí, erróneamente, que la felicidad iba de conformismo. Hace poco he descubierto que, en realidad, va de amor a uno mismo. En la medida en que nos demostramos ese amor no necesitamos compensar nada, pues todo va encajando poco a poco y encontrando su sitio adecuado.

Así pues, sigue tu camino. Si estás cansado, párate a descansar. Y, sobre todo, si no te gusta la dirección que sigues, corre en busca del desvío más próximo…

CADA.

6 comentarios:

  1. Y al final qué pasa? Morimos...Sin más. Así que para qué preocuparse por el final. Lo importante es ahora, lo que hacemos, lo que vivimos, lo que sentimos...Puede parecer un tanto tétrico, pero lo cierto es que a mí, al menos, me resulta liberador. Disfrutemos hoy que mañana será mañana. Gracias por el post y por el amor a uno mismo, porque al final se refleja en el amor a los demás y eso, afortunadamente, también me incluye a mi.

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  2. Gracias a tí! Brillantes reflexiones!!

    Buen final de semana,

    CADA

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  3. Cada cosa tiene un color. Cada emoción tiene un color. El silencio es blanco. De hecho, el blanco es un color que no soporto: no tiene límites. Pasar una noche en blanco, quedarse en blanco, levantar bandera blanca, dejar el papel en blanco, tener el pelo blanco... Es más, el blanco ni siquiera es un color, como el silencio. No es nada. Una nada sin palabras o sin música. En silencio: en blanco. No sé quedarme en silencio o solo, que viene a ser lo mismo. Me da un dolor un poco por encima de la barriga o dentro de la barriga, nunca lo he sabido, que me obliga a montar en mi vespino, hecho polvo y sin frenos, y a ponerme a dar vueltas sin rumbo mirando a los ojos de las chicas con las que me cruzo para saber que no estoy solo. Alguna me mira, luego existo.
    Pero ¿por qué seré así? Pierdo el control. No sé estar solo. Necesito... ni yo mismo sé qué necesito. ¡Qué rabia! Menos mal que tengo un iPod. Y es que si resulta que sabes que te espera un día con sabor a asfalto polvoriento en el instituto y luego un túnel de aburrimiento entre deberes, padres y perro y vuelta a empezar, hasta que la muerte os separe, lo único que puede salvarte es la oportuna columna sonora. Te encasquetas unos cascos en las orejas y entras en otra dimensión. Entras en la emoción del color oportuno. Si necesito enamorarme: rock melódico. Si necesito cargarme las pilas: metal duro y puro. Si necesito ponerme marchoso: rap y otras crudezas, sobre todo tacos. Así no me quedo solo: blanco. Alguien me hace compañía y le da calor al día.
    No es que esté aburrido. Porque tengo mil proyectos, diez mil deseos, un millón de sueños que cumplir, mil millones de cosas que empezar. Pero luego no puedo empezar ni una sola, porque a nadie le interesa.
    No hay más que una vida y cuando se vuelve blanca lo mejor para darle color es mi ordenador: siempre encuentro a alguien con quien chatear (mi nick es «el Pirata», como Johnny Depp). Porque eso sé hacerlo bien: escuchar a los demás. Me reconforta. O si no cojo el vespino sin frenos y me pongo a dar vueltas sin meta. Si tengo una meta es que voy a ver a Niko y tocamos dos canciones, él con el bajo y yo con la guitarra eléctrica. Algún día seremos famosos, tendremos nuestra banda, la llamaremos La Chusma. Niko dice que yo debería también cantar porque tengo buena voz, pero a mí me da vergüenza. Con la guitarra cantan los dedos y los dedos nunca se ruborizan. Nadie silba a un guitarrista, pero a un cantante...

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  4. Si enfrente del insti está Beatrice, todo cambia. Ojos verdes que cuando los abre abarcan toda su cara. Pelo rojo que cuando se lo suelta el alba te cae encima. Pocas palabras, pero las justas. Si fuese cine: género aún por inventar. Si fuese perfume: la arena a primera hora de la mañana, cuando la playa está sola con el mar. ¿Color? Beatrice es rojo. Como el amor es rojo. Tempestad. Huracán que arrastra. Terremoto que te deja el cuerpo hecho trizas. Así me siento cada vez que la veo. Ella aún no lo sabe, pero un día de estos se lo diré.
    Sí, un día de estos le diré que ella es la persona hecha expresamente para mí y yo para ella. Así son las cosas, no hay escapatoria: cuando lo comprenda todo será perfecto, como en las películas. Lo único que necesito es encontrar el momento oportuno y el peinado adecuado. Porque creo que todo es un problema de pelo. Solo si Beatrice me lo pide me lo cortaré.

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  5. "Todos los hombres somos hijos de lo que hemos pensado; nuestras obras son producto de nuestras ideas, los ecos de nuestros pensamientos. (...) Si alguien inspira su vida en ideas erróneas, la pena le sigue como la rueda sigue los pasos del buey que tira el carro. Si alguien contrariamente inspira su vida en una idea pura, la felicidad le acompaña como sombra adherida a su paso" Siddharta Gautama (la gente se empeña en llamarle Buda).

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  6. Estimados amigos/as,

    Muchísimas gracias por vuestros comentarios. Tras leerlos, me viene una idea a la cabeza: si vivimos sumidos en la pena es por tener ideas erróneas?? Da qué pensar...

    Por otro lado, me gustaría decir al anónimo de los colores que me ha encantado su post. Si querías publicarlo, sólo tenías que mandarlo a través de facebook en mensaje privado y te hubiésemos hecho un hueco en algún momento...

    Matizarte que deberías apreciar más el color blanco. Además de lo que dices, es el color de la espuma del mar, de las nubes, de la luz y, por tanto, de la confluencia de todos los colores...

    Felices vacaciones y seguimos por aquí,
    CADA.

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