DILE ADIÓS A TUS CREENCIAS LIMITANTES

¿Cuántas veces os ha ocurrido lo siguiente? Te despiertas de mal humor, el café se derrama y te vas al trabajo sin ni siquiera desayunar. Cuando llegas un montón de papeles esperan respuesta en tu escritorio y parece que los clientes no paran de quejarse, lo único que deseas es llegar a casa y descansar, pero indefectiblemente, el viejo proverbio de Murphy, si algo puede ir mal irá, se apodera de toda tu jornada y discutes con el vecino o la pareja o un amigo o…Parece que el Universo confabula contra ti.

¿Dónde están tus objetivos?¿Dónde la sensación perdida de justicia? Aunque parezca mentira, todas las circunstancias que vivimos y cuando digo todas quiero decir absolutamente todas, sin excepción, son creadas por nuestras creencias. Lo que significa que si algo sale mal es porque previamente he creído que iba a salir mal y si algo va bien exactamente lo mismo.

La consecuencia directa de esta especie de ley universal es que lo único que tengo que hacer para empezar a crecer es pensar que puedo conseguirlo. Hay una frase que me gusta mucho y que resume esto: “Para que algo se convierta en realidad, hubo una persona que tuvo que soñarlo”.  Pero ¿qué sucede cuándo las cosas no son cómo deseo, qué estoy haciendo mal para no obtener de la vida el éxito, la abundancia, el trabajo, el amor…?Probablemente nada, pero es imposible, literalmente, convertir en acción cualquier cosa que previamente no ha pasado por el pensamiento.

Así pues, ante las circunstancias negativas de la vida, probablemente deberíamos repasar nuestro sistema de creencias. Efectivamente, hay creencias que nos limitan y creencias que simplemente, nos ayudan a desarrollarnos como personas, empleados, padres, madres, amantes…Si creo que lo puedo conseguir, será difícil que no descubra los mecanismos que me lleven hacia ese sueño que me tira, me motiva y me hace grande. Si creo que no lo puedo conseguir…exactamente igual, será difícil enfrentarme a esas limitaciones autoimpuestas por mi pensamiento.

Así leído puede parecer un poco esotérico, pero haced un pequeño ejercicio de autorreflexión para tratar de recordar los mejores momentos de vuestra vida. En el instante en que empiezas a creer que algo es posible, sin saber cómo ni cuándo, parece que las circunstancias se van acoplando como en un gran engranaje para empezar a percibir las señales que te ayudan a seguir adelante. Puede ser ese personaje anónimo que de pronto tiene la clave para tu nuevo trabajo, puede ser ese cliente que parecía perdido, puede ser esa relación que parecía una reliquia del pasado.



El problema de las creencias limitantes es que necesitamos creer, el pensamiento es como la energía, que no se crea ni se destruye, simplemente cambia. El mero hecho de que algo haya sido de una determinada manera no significa que tenga que seguir siendo de esa manera en el futuro. Como he indicado algunas veces a lo largo de este año que hemos compartido juntos, cada instante de nuestra existencia es independiente del anterior y por lo tanto tenemos la capacidad de modificar los resultados en cuanto tengamos el valor de cambiar los pensamientos que nos llevaron al mismo. Y precisamente, lo único que tengo que hacer, es eso, cambiar la forma de pensar. En un librito que me estoy leyendo, llamado “El poder de la intención” de Wayne W. Dyer, aparece una cita que es casi como un mantra en mi vida actual: “Cambia tu forma de ver las cosas y cambiarán las cosas que ves”.  Cuando actuamos como si las circunstancias fueran distintas, no nos queda más remedio que observar la quietud, la paz, la prosperidad y el amor en nuestra vida, porque todo eso está ahí, esperando a que lo observemos y antes de que nos demos cuenta, estaremos inmersos en un proceso donde todos esos sentimientos serán cada vez más frecuentes y a la vez serán más frecuentes las circunstancias que nos llevan a esos estados.

Un sencillo ejercicio para detectar y cambiar nuestras ideas limitantes es precisamente este: Cuando las circunstancias de mi vida no son las que imaginé o las que me gustaría, piensa en cómo serían las cosas de ser perfectas. Imagínate que ese problema ha desaparecido, que no existe. Cómo te sentirías, qué pensarías, con quién estarías, que harías…Muchas veces, pensar en el problema nos impide ver la solución, o peor aún, nos impide ver que tenga solución. También puede ser que descubramos que realmente el problema tiene una causa, que está ahí por algo, para algo, cumpliendo una función en nuestra vida.

Una vez detectada la situación ideal pensemos cómo hemos llegado hasta ahí, como si estuviéramos viendo una película de nuestra propia vida. Probablemente descubramos recursos, circunstancias o nuevas formas de ver las cosas que no se nos habían ocurrido antes. Más aún, nos daremos cuenta de todos los pasos que tenemos que dar para llegar a ese estado ideal, teniendo en cuenta que el estado ideal es el camino que atravesamos en cada momento, puesto que cada paso está pensado para llevarnos a donde realmente queremos. De nuevo, un horizonte nuevo se abre entre las nubes tormentosas, aquello que era oscuridad ahora renace con la fuerza de una aurora renovada y el mundo deja de ser un lugar hostil para convertirse en la perfecta realización de todo lo que, en algún momento, he deseado.

Somos nuestro peor enemigo, pero también somos nuestro mejor aliado, lo único que tenemos que hacer es decidir en cada momento quienes queremos ser: Por un lado está la oscuridad, en el mismo lado, la luz. Sólo tú puedes escoger constantemente la luz. Sólo tú puedes decirte a ti mismo o a ti misma: “Quiero ser feliz”. Ahora, sin esperar a nadie, sin esperar nada. En esta circunstancia concreta y actual de mi vida…deseo ser feliz. No es magia, simplemente, la felicidad, que siempre ha estado ahí, consigue ponerse en el primer plano.

Un gran abrazo a tod@s y feliz semana

EDU

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