¿QUIÉN SOY YO?

Me gustaría invitar a cada lector a hacer una reflexión íntima y personal para tratar de descubrir, exactamente, como es el interior de cada uno mismo. Es decir, la pregunta que me hago, en un primer momento es: ¿cómo soy?



Reflexionando sobre ello, uno cae en la cuenta de que es una persona diferente en cada situación y según con quién esté. No actuamos igual dependiendo dónde estemos y con qué gente nos encontremos. Esto es una obviedad, pero nos lleva a una segunda tanda de reflexiones: ¿Cómo soy con cada una de esas personas? ¿Por qué? ¿Quién soy en realidad?





En este estado de profunda discusión interior y, en aras de comprender que la persona que soy realmente es un problema de existencialismo humano que ahora mismo no me interesa, lo único que podía hacer era analizarme a mí misma en esas situaciones y pensar el por qué de mi comportamiento. Así fue cómo comencé a pensar qué tipo de persona era cuando estaba con una amiga concreta, con ese amigo con el que ceno de vez en cuando, con mi compañero de viaje, con los compis del trabajo, con mi tío, etc.



Analicé detenidamente que, con una de esas personas me mostraba siempre alegre y simpática, dando la impresión de que nunca pasa nada malo. Con otro, era comprensiva, cariñosa y profunda. Con algunos era dinámica y despierta. Con aquellos, arrebatadora.



Así que, en un primer momento, imaginé que las distintas actuaciones humanas se deben a una adaptación. Es decir, nos adaptamos al comportamiento y gusto de la persona con la que estamos. Pero, seguidamente, me di cuenta de que no se trataba de eso. No actuamos de distintas formas por adaptación. Al menos, no totalmente. Lo hacemos, exactamente, por el deseo más o menos consciente de gustarle a la otra persona. Mostramos aquello que queremos que crea.



Con esa amiga que siempre soy simpática y alegre intento, en realidad, que me encuentre como una tía genial con la que compartir experiencias de ocio. Aquel amigo con el que mantengo profundas conversaciones pretendo que me vea como una mujer atractiva e inteligente. Y, de esta forma, podemos ir analizando todos esos comportamientos y descubrir, cada uno de nosotros, lo que nos lleva a ser, por momentos, la persona que somos.



¿Dónde está, entonces, el verdadero yo?



Cuando todo el mundo se va y te quedas a solas, ya no hay reglas. A partir de ese momento estás al desnudo y puedes dejar de actuar. Ya no necesitas ser esto o aquello. ¿O…, puede que sí? ¿Actuamos, también, para uno mismo? Claro que sí. Necesitamos auto-gustarnos. Y, esa necesidad de sentirnos bien con nosotros mismos implica que, también, queramos ser algo en nuestra intimidad. A veces nos contamos lo que queremos permitirnos oír.



Entonces, puede que la propia personalidad sea lo que los demás cuentan de mí.



¿Quién soy yo?



Después de todo, al final del camino, somos la opinión de los demás…



CADA.

2 comentarios:

  1. En toda persona hay tres: la que es, la que ella piensa que es y la que los demás piensa que es.
    Comprar a un humano por lo que es y venderlo por lo que él piensa que es, suele ser buen negocio. Dicen...yo, verdaderamente, no se...

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  2. El problema, supongo, reside en saber quién se es realmente. La línea es tan fina que abruma.

    Gracias por seguir ahí. Un saludo afectuoso,

    CADA.

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