EL VERDADERO AMOR COMIENZA POR UNO MISMO

Quizá el título de este post sorprenda a los lectores más asiduos de Gente Educada. Nos habéis leído hablar de amabilidad, confianza, pareja…Pero es difícil el encuentro con los otros cuando no se ha producido un verdadero encuentro con uno mismo. De hecho, este post podría ser continuidad de aquel en el que hablábamos de la autoestima  (entrada del 16/12/2011)

Un análisis más o menos amable de mí mismo me hará ser consciente de mis fortalezas y debilidades, de modo que me ayude a cambiar mis objetivos. Sin embargo, hoy me gustaría hablar de esos aspectos más oscuros que todos llevamos dentro, esos aspectos que en muchos casos forman parte del “inconsciente” y que no hemos sabido integrar apropiadamente. Precisamente, los aspectos más negativos son los que más nos ayudarán a encontrar el verdadero camino, puesto que suelen abordarnos en las circunstancias más comprometedoras.

Uno de los errores más comunes que todos cometemos es que no nos relacionamos con la realidad, sino con la idea que tenemos de esa realidad. Por ello, no podemos quedarnos sólo en esa imagen de nosotros mismos que los psicólogos llamamos “autoconcepto”, porque esa imagen está en mayor o menor medida falseada.

A medida que vamos creciendo nuestra vida se llena de “noes”: NO hagas esto, NO digas aquello, NO seas así…Sin decidirlo, vamos cargando nuestra mochila personal de aspectos indeseados, ingratos o simplemente reprimidos, porque no consideramos que eso sea bueno o agradable.

En el peor de los momentos puede surgir toda esa información que también forma parte de nosotros y así, un evento sin importancia puede convertirse en un estallido emocional ininteligible. Y he aquí donde empieza realmente el trabajo. Todos cargamos problemas y circunstancias que no nos gustan, pero por más que tratemos de engañarnos a nosotros mismos, que por cierto es la peor forma de engañar, la mejor forma de hacer frente a todos esos aspectos negativos no es reprimirlos, sino abrazarlos y tratar de integrarlos en nuestra identidad.

Las novelas, las películas y las historias han convertido el amor en ese sentimiento maravilloso que nos llega de energía y entusiasmo por otra persona. Pero amar significa, fundamentalmente, aceptar realmente, no relacionarnos con algún tipo de creación mental que llevamos en la cabeza. A lo largo de nuestra existencia, configuramos un modelo de lo que queremos ser, pero nuestra verdadera esencia también está configurada por cierta “basura emocional” y claro, ya sabemos que es complicado querer lo que uno odia.



Quizá la razón por la que el odio y el amor están separados por tan sólo una frágil línea es que cargamos con todo aquello que odiamos de nosotros mismos, cuando, a causa de un descuido, cae el velo y nos asomamos al abismo de nuestros defectos, empezamos a comprender la dificultad que conlleva aceptarnos, simplemente, tal y como somos y no como nos gustaría ser.

Somos personas con necesidades, deseos, ilusiones, esperanzas. No siempre es fácil aceptar que esa persona maravillosa que ayuda a cruzar a una anciana por la calle es la misma persona que se crispa de envidia al contemplar a los premiados de la lotería de Navidad o estalla de súbito deseo al contemplar un croissant relleno de chocolate en un escaparate (vistamos ese croissant como queramos, por cierto…). Por eso en muchas ocasiones pasamos por encima de nuestras necesidades a golpe de volcarnos en las necesidades de los demás.

Cuando esto sucede, somos una especie de vertedero emocional, donde los otros, la pareja, la familia, los amigos o los compañeros de trabajo aprovechan que no sabemos defender nuestra cuota de protagonismo para erigirse en protagonistas de nuestras vidas. Y así, como casi sin quererlo, delegamos la responsabilidad de nuestra existencia en manos de ese hijo ingrato, de esa madre entrometida, de ese compañero oportunista que acumula méritos a costa de nuestra abnegada solicitud.

Quizá sea el momento de dar un golpe en la mesa, decir basta y caer verdaderamente en la cuenta de que no siempre podemos ser abnegados y generosos. O por lo menos, no siempre lo somos. También tenemos derecho a protestar, a encontrar nuestro propio espacio de tranquilidad, a hacer simple y llanamente lo que nos de la real gana. Sin explicaciones ni justificaciones, sin culpas ni argumentos intrincados.

Amarse a sí mismo es también aceptar que no somos perfectos, mirar sinceramente hacia dentro, caer en la cuenta de nuestras necesidades personales, decir no de vez en cuando a los espacios que los demás han programado para nosotros. ¿Y por qué? Porque sí, sin más. Como la culpa es un sentimiento abyecto, se introduce como un ladrón por la puerta de atrás de nuestra mente para robarnos la tranquilidad y el derecho a ser, única y verdaderamente, yo mismo.

Hoy puede empezar una nueva vida, una vida sin velos, sin mentiras, sin disfraces. Un puro yo en lo bueno y en lo malo, que poco a poco se va convirtiendo en lo que deseo ser mientras, verdaderamente, vivo con quien soy y con quien me rodea, sin tratar de disfrazar la realidad, en vez de gastar cantidades ingentes de energía en generar una falsa imagen de mí mismo, que por más hermosa que sea, no deja de ser la peor de las mentiras.

Feliz semana a tod@s y gracias por vuestro apoyo incondicional

EDU

4 comentarios:

  1. Arriesgado tema lo de amarse tal como eres... EDU estoy contigo en que debemos aceptarnos y vernos realmente como somos, pero solo el hecho de pensar que como somos así para que cambiar... me da miedo. Ayer viendo las noticias sobre los 8 chavales que propinaron una paliza a otros dos dentro de los túneles de la M30... si estos 8 chavales son así, mejor que cambien porque no quiero una sociedad en la que te pase eso a las 8 de la tarde... y por un lado los energúmenos te propinen una paliza, sino porque el resto de vehículos ni se molestan en ayudar para parar la pelea, ni luego socorren a los implicados tras la huida de los agresores... estoy hasta las narices de esta sociedad que te inculca “sé tu mismo”, que está bien como eres seas como seas... pues me niego a pensar que los que son malos se justifiquen.

    EDU, totalmente de acuerdo en que debes valorarte y no dejarte hundir por lo que los demás digan si realmente no eres malo, pero creo que debemos volver a fijarnos en referentes morales para cada día ser mejores en todo (y no hablo de religiones), pasando por aceptarnos, pero no conformándonos con ser como somos, así nunca podremos crecer como personas en ningún ámbito.

    Un abrazo fuerte y como siempre muchas gracias por vuestros artículos!!!

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  2. Querid@ lector/a:
    En primer lugar muchísimas gracias por tu comentario y tus ánimos...En segundo lugar, has captado totalmente la intención del post...Amar los aspectos negativos de los que hablaba supone integrarlos para ser mejores. No podemos amar a menos que antes no hayamos hecho el esfuerzo de aceptar lo que somos. El problema es que cuando reprimimos esos aspectos luego pueden "explotar", literalmente, como en el desgraciado ejemplo que comentas. No se trata de "todo vale" porque no todo vale, se trata de trascender el mal para llegar a ser personas completas, humanas, reales, sincera y verdaderamente éticas. Darnos cuenta de que en nosotros existe también esa parte de oscuridad, que cuando no aceptamos o no queremos ver, surge de la forma más macabra. Para ser luz hay que escoger la luz, pero para alcanzar la luz hay que enfrentar la oscuridad de nuestros aspectos más vergonzosos o atemorizantes. No puede haber verdadero cambio sin reconocimiento, porque entonces sólo estaremos escondiendo el polvo debajo de la alfombra. No hay justificación para la maldad, por eso no podemos esconderla sino integrarla a través de cauces no malvados...Pero eso es tema de otra entrada...De nuevo, muchas gracias y enhorabuena por indignarte sinceramente con la maldad...Un abrazo muy, muy grande

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  3. Totalmente de acuerdo en que no es fácil aceptarse siempre en lo bueno y en lo malo...es un camino que hay que aprender cada día, pero de acuerdo en que merece la pena esa lucha antes que construirse una identidad falsa. Es la única manera de crecer de verdad.

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  4. Querido/a lector/a anónimo: Gracias por tu comentario. Efectivamente el verdadero crecimiento se sustenta en una aceptación real y no ideal de todas las circunstancias de nuestra vida, incluyéndonos a nosotros mismos. Ahondando un poco más en la idea, crecer significa integrar sin reprimir, porque la represión sólo es un crecimiento aparente. Un abrazo enorme. EDU

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