LOS PASTORCILLOS QUIEREN VER A SU REY

¿Os habéis preguntado alguna vez por qué la mayoría de los disfraces infantiles navideños son de pastorcillo?

Sí, es una realidad. Los niños (y las niñas) van mayoritariamente vestidos de pastores en las fiestas escolares navideñas. Yo no sé si esto se debe a un excedente de fabricación de zurrones o a una tradición española de algún tipo. Pero cuando veo tanto pastor por la calle me pregunto si es que en Belén no había otros personajes o era la profesión de moda…

A ver, vayamos por partes. Analicemos la cantidad de personalidades que estuvieron aquel famoso día en Belén. Estaban La Virgen y San José, El Niño, la mula, el buey, pastores, los Reyes Magos, los pajes de los Reyes, El Ángel, la castañera, las lavanderas… Un momento, un momento, rebobinemos: ¿la castañera? ¿Qué hacía una castañera en Belén? ¿Castañas?!?!

Ese va a ser el primer problema. La cantidad de irregularidades que se han cometido en torno a cómo era el Portal de Belén. La nieve, los abetos, el frío, la lana de oveja, etc. Y ni nieve, ni abetos, ¡ni pastores vestidos como el Yeti! Los abetos eran palmeras, los auténticos pastores vestían con toga y turbante. Y no había nieve pero sí mucha arena.

¿Y alguien sabe qué pasó con el burro sobre el que viajaba María cuando llegaron al Portal? ¿Se fugó? ¿Se lo comieron? ¿Se lo robaron?

¿Por qué ningún niño va vestido de burrito? Además había muchos otros animalitos: ovejas, gallinas, vacas, camellos. Vamos, que no se sabe si era El Portal de Belén o el Zoo de la Casa de Campo de Madrid!!

Me imagino la situación: María y José llegan a Belén subidos en un burro. No encuentran dónde alojarse y se meten en un pajar. Nace Jesús. Una estrella cruza el cielo y todo el que la ve va en esa dirección. De pronto el pajar parece el metro en hora punta: animales de granja, lavanderas, pastores… ¡Hasta un ángel! Y no olvidemos a esos tres extraños magos que se presentan subidos en un camello cada uno y portando unos objetos rarísimos que, todavía hoy, no sabemos para qué los utilizó el pobre Niño.

Pero la cuestión que se planteaba al inicio de este post era averiguar, más que nada, por qué la mayor parte de los disfraces navideños son de pastor. ¡Hay más pastores que ovejas! Con esta perspectiva es normal tanto paro. Si no hay acuerdo con las profesiones…

¿Por qué nunca se disfraza ningún niño de gallina? ¿Y de caganet? Ya que hemos convertido el Portal de Belén en un circo, seguro que alguno iría encantado con el culete al aire, jeje.


En fin. No podemos, al parecer, obviar la influencia de cada cultura en las creencias, incluso religiosas, por muy arraigadas que se encuentren. Al final, lo importante no son las figuras que pueblen nuestro Portal de Belén, ni el disfraz que lleve el niño en la fiesta escolar. Ni si hay nieve o no o si tengo pastores sin ovejas. Lo importante es que la tradición, aunque no sea exactamente fiel a la historia se viva en cada casa con ilusión. Nos preocupamos de transmitir costumbres de padres a hijos a lo largo de generaciones. Por ejemplo, en algunas familias se besa al Niño Jesús al sacarlo de su envoltorio cuando se le coloca por primera vez en su pesebre. En otras se mueven un poquito cada día a los Reyes para acercarlos al Niño hasta que llegue a Él el 6 de enero, etc. Y todas esas tradiciones se siguen año tras año con cariño. Y lo importante no es cuánto creas en la historia que fundamenta tu acción. Lo importante es la cantidad de momentos entrañables que esa tradición te ha legado.

Para los que se han vestido de pastores un año más, les deseo “cada oveja con su pareja”. Para los que se han vestido de Reyes les recuerdo que “no hay dos sin tres”. Y a todos aquellos que aún no han encontrado su sitio, que miren al cielo y busquen la estrella…

CADA

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