COMBATIR EL SÍNDROME POSTVACACIONAL

Ayer me dí cuenta de que el verano ha terminado. ¿Alguien sabe cuando se acaba de verdad? ¿El día exacto en el calendario? ¡Eso da igual! El verano acaba cuando estamos todos de vuelta con un careto hasta el suelo y deseando aniquilar a nuestro despertador.

Así que, hice lo propio. cortarme el pelo!! ¿Qué otra cosa podía hacer? Ya sabéis, yo enfrento mi síndrome postvacacional con algún cambio. Pero para los que prefiráis buenos consejos, os dejo con el experto y espero que estas ideas os ayuden. ¡Suerte con vuestra vuelta al "tajo"!

CADA

Edu nos da algunos consejos para enfrentar el temido “síndrome postvacacional”




Llegadas estas fechas se acabaron las tan ansiadas vacaciones, los lunes al sol en la playa, los paseos por la montaña, los días largos del verano…

En principio el horizonte se muestra desalentador: rutina, estrés, vuelta a las preocupaciones, enfrentamientos laborales, el mundo se reduce en muchos casos a una pantalla de ordenador y una mesa de oficina. ¿Podemos cambiar esta desoladora realidad? Ciertamente no, pero lo que sí podemos hacer es variar nuestra forma de enfrentarnos a ella.

Uno de los secretos de la felicidad consiste en no desgastarnos tratando de modificar aquello que no depende de nuestra voluntad. Como reza el famoso dicho, “Dios, dame paciencia para soportar lo que no puedo cambiar, valor para modificar lo que sí puedo y sabiduría para distinguir entre ambos”.

Aplicando éste punto de vista a nuestra cotidiana realidad, uno de los peligros tras el aterrizaje en el trabajo es el llamado “síndrome postvacacional”. Este síndrome se caracteriza por mayores niveles de estrés, apatía, desgana, pensamientos catastrofistas, pérdida de autoestima y por consiguiente, peor desempeño laboral, lo cual puede desembocar en una peligrosa espiral de confirmación de nuestra pobre competencia, que generará mayor ansiedad y estrés.



Romper esta espiral depende de factores físicos, emocionales y de pensamiento, vamos a ver algunas pequeñas pautas de cada uno de ellos:

Nivel físico: Sin querer pecar de repetitivo, el consumo de sustancias como café, tabaco, excitantes, alcohol o comidas altas en grasas pueden llevarnos a generar mayor estrés, sobre todo cuando hemos podido aprovechar el periodo vacacional para llevar una vida más saludable en este sentido

El segundo componente es fundamental: la práctica de un ejercicio físico moderado. Con la “operación bikini” los gimnasios hacen el agosto, todos buscando ese cuerpo soñado que nos ayude a lucir bien en la playa o la piscina. En muchos casos, los viajes al interior nos dan la oportunidad de “patear” montañas y valles de inusitada belleza o desengrasar esa bicicleta oxidada que guardábamos en la cochera. Esto hace que al llegar Septiembre echemos un poco de menos el saludable hábito del ejercicio, encerrados en la oficina y sentados muchas más horas de las que serían recomendables.

Así que ya sabéis, no hace falta volver al gimnasio, pues el otoño es un momento maravilloso para recorrer parques y jardines, visitar bosques caducifolios, con sus tonadas ocres, recoger setas, hacer esa excursión al campo que siempre dejamos para otro momento…La imaginación corre libre cuando el cuerpo está presto

Nivel emocional: Con el descenso de horas de sol y la llegada de las lluvias, el estado anímico se resiente, nos sentimos más tristes y vulnerables, lo que nos incita a estar más sensibles o reactivos ante las amenazas exteriores. Un buen lugar para comenzar es ejercitarse en algún tipo de técnica de relajación. Aquí como en todo la oferta es amplia y variada, todo depende de nuestra forma de ser y dónde nos sintamos más a gusto. Desde el entrenamiento autógeno a la meditación, pasando por ejercicios como el Yoga o Pilates, estas técnicas nos brindan la oportunidad de conectar con el mundo de una forma menos reactiva y por lo tanto más amable, lo que no sólo redunda en una mayor relajación interior sino que así colaboramos a crear un ambiente más humanizado.

Para aquellos principiantes dos consejos: El primero, paciencia, Roma no se construyó en un día. No debemos obsesionarnos con alcanzar un determinado estado o conseguir resultados concretos, el arte de la relajación consiste precisamente en no agobiarse por objetivos y metas y centrarse en el modo de alcanzarlas.

El segundo consejo: una sencilla práctica de relajación consiste en la siguiente. Siéntate en una silla con la espalda erguida. Intenta buscar un momento en el que consideres que no tendrás interrupciones, si tienes hijos, puedes pedir a tu pareja que los cuide durante este ratito para que no te molesten. Desconecta el móvil, cierra los ojos y respira tranquilamente. No es necesario respirar de una forma concreta, simplemente presta atención a la respiración. Cómo el aire entra y sale de los pulmones, el cosquilleo en la nariz, el frescor que el aire limpio te comporta. Si algún pensamiento perturba esta paz, no te preocupes, simplemente déjalo estar y vuelve a concentrarte en la respiración. También puede ayudarte encender una pequeña vela, cuando te despistes abre los ojos y contémplala. 15 minutos al día de este simple ejercicio pueden causar grandes beneficios.

Nivel de pensamiento: En muchas ocasiones y aunque no seamos totalmente conscientes del proceso, nuestra mente juega con nosotros reforzando automáticamente el ciclo pensamientos negativos-falta de competencia-bajada de autoestima-descenso del desempeño que desemboca en más pensamientos negativos y así continuamente.

Una sencilla técnica consiste en reconocer esos pensamientos negativos, así, cuando nos sintamos alicaídos podemos preguntarnos: ¿Qué estoy pensando?¿Qué pasa ahora mismo por mi cabeza? Podemos registrar esos pensamientos más habituales en una hoja de papel, junto con la situación que desencadenó el pensamiento. En otro momento, quizá después de los quince minutos de relajación, podemos tratar de buscar alternativas más realistas: ¿Mi jefe no me soporta o quizá ha recibido una llamada que le ha dejado ofuscado?, ¿Nadie me habla o es sólo la secretaría?, al fin y al cabo no podemos caerle bien a todo el mundo. ¿Realmente mi marido/mujer/pareja no me escucha o es que le he pillado en un mal momento? Éstos son sólo algunos ejemplos pero puede ser realmente divertido encontrar alternativas más realistas para ésos “siempre”, “nunca”, “todos” o “nadie” que paralizan nuestra acción.

En resumen: Una buena dosis de ejercicio, una pizca de relajación, un generoso chorrito de reestructuración del pensamiento y grandes cantidades de buen humor son la mejor receta no sólo para enfrentarnos al trabajo sino también una magnífica oportunidad para comenzar el curso plenos de energía y buenas vibraciones. Al fin y al cabo, como muy bien sabe la cultura oriental: Todo problema trae consigo su propia oportunidad.

Espero que estos simples consejos revitalicen vuestra “vuelta al cole”.

¡¡¡Me encantaría recibir vuestros comentarios!!!

EDU

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