DISFRUTAR LA VIDA CON PLENITUD

Siguiendo con la línea de mis últimas publicaciones, hoy quiero haceros un regalo. No es un regalo material ni cuesta dinero, simplemente me apetece compartir con vosotros una de los secretos que me ayudan a vivir mi vida con un poco más de optimismo.
Cada cual lo llama a su manera pero a mí me gusta llamarlo “Experiencias líricas”. No, no me he vuelto loco ni os habéis equivocado al escribir la URL del blog, no tiene nada de esotérico ni de misterioso, me explico.

En mi particular visión de las cosas, una experiencia lírica es un instante de intensa emoción despertada por un hecho aparentemente sencillo pero que logra concentrar toda nuestra atención. Un ejemplo precioso de esto me lo dio mi profesor de Griego en Bachillerato. Media mañana, un día monótono y gris en un aula de Instituto, hormonas en el aire, gritos adolescentes. En la pizarra, claves para entender los usos del acusativo (creo que me perdonaréis no transcribirlos aquí). De pronto, por encima de las explicaciones, las risitas y los comentarios se alza una nota inconfundible, el dulce sonido de un siflón, en claro contraste con la crudeza del invierno. D. Álvaro para la clase, la tiza a medio camino en el encerado. Nos miramos con desconfianza, le miramos, simplemente está callado, quieto y…¿sonriente? El sonido se diluye en el aire con la misma dulzura con la que se inició. Silencio absoluto. “Perdonad, nos dijo, pero me encanta escuchar ese silbido. Una experiencia lírica, que se llama”. Y como un Fray Luis de León cualquiera siguió con su acusativo como si no hubiera pasado nada.

Para ser sincero, casi todo mi griego y mi latín yacen en algún cementerio para pensamientos olvidados. Lo que conservo fresco como el primer día es el instante, sencillo pero trascendente, en que un profesor paró su explicación para atender a un sonido aparentemente banal, dándonos con ello una de las mejores lecciones que he recibido en mi vida. Prometí no olvidar que las sencillas historias de cada día son el mejor bálsamo frente a la rutina y la prisa cotidianas.

En numerosas ocasiones, vivimos inmersos en un mundo de problemas que no tienen más territorio que nuestra mente y sin embargo acogotan por completo la existencia. Es en estos momentos donde las experiencias líricas muestran todo su poder. Un verdadero cortocircuito mental, un oasis de silencio interior en forma de estímulo sencillo y potente. Para mi famoso profesor era el silbido de un afilador, yo he intentado en estos años depurar un poco más la técnica de forma que abarcara cualquier clase de sensación, ¿queréis que comparta con vosotros algunas de estas experiencias?:

-         Experiencias auditivas: La risa de un bebé puede ser un momento inolvidable en el Metro de cada mañana. 12 segundos de eternidad vibran en el tañido de las campanas. Los parques de nuestras ciudades aún guardan los trinos de los  gorriones. 
-         Experiencias táctiles: Siempre recuerdo la película de Amelie, cuya protagonista disfrutaba de introducir la mano en los sacos de legumbres. La ducha de la mañana es una oportunidad única para “sentir”. ¿Qué me decís del suave tacto del melocotón, antes de elegir el que tomaremos de postre?
-         Experiencias visuales: Más allá de una puesta de sol que se nos pierde entre el hormigón de los edificios, a mí me gusta captar los sutiles verdes de un castaño. El otoño nos brinda muchas posibilidades, ocres en las hojas, el fino reflejo de una acera mojada, un escaparate bien diseñado…La ciudad está llena de estímulos visuales que pueden constituir por sí mismos una puerta a nuestro interior.
-         Experiencias olfativas: Supongo que estaréis de acuerdo en el valor terapéutico del aroma del café recién molido o pan recién hecho. A veces, simplemente me quedo parado en la acera, ensimismado en el rastro de un perfume anónimo. El olfato es volátil, pero nos brinda dos o tres segundos de felicidad garantizada. 
-         Experiencias gustativas: Con el olfato, el gusto es el sentido que más cerca está de las emociones, los amantes del chocolate saben bien a lo que me refiero. ¿Habéis probado a degustar con toda vuestra atención, el rápido café del desayuno? Muchas veces nos quejamos de comer solos, debido a los horarios incompatibles de la familia, aprovechemos esa soledad para disfrutar bien de los sabores.
-         Experiencias propioceptivas: El simple gesto de andar, el bipedismo que nos hace humanos, también nos conecta con nosotros mismos. Yo disfruto especialmente del gesto de elevar la rodilla al subir una pendiente. Correr se convierte así en algo nada monótono. Otra sensación maravillosa es poner las palmas hacia arriba, simplemente, pero carga de energía, ¿Te atreves?.


Lo importante, como todo en la vida, no es el qué, sino el cómo. A continuación tenéis una pequeña guía para disfrutar de vuestras propias experiencias líricas:

1.- Ten los sentidos abiertos: Déjate llevar por tus sensaciones, presta atención al mundo que te rodea y no al que llena tu mente. El primer paso para llenarse de algo siempre es dejarle hueco.

2.- Cuando algo capte tu atención, párate: La prisa y el ruido suelen ser un matrimonio bien avenido, para desconectar uno, sólo hay que desactivar al otro. Casi todo en este mundo puede esperar, pero los momentos mágicos pasan y no vuelven.

3.- Concéntrate en el sentido que disfruta, cuando mires, cierra los oídos. Cuando escuches, cierra los ojos. Los psicólogos nos dicen que la atención es un recurso limitado, por eso, si nos concentramos en una sola sensación, todo nuestro cerebro trabajará para ella y no habrá hueco para el incesante ruido de pensamientos que nos atruena cada instante.

4.- Date un par de segundos antes de reiniciar tu actividad: La memoria también sabe de sentimientos, una emoción y un recuerdo se refuerzan entre sí. Esto tiene múltiples aplicaciones pero lo que aquí nos interesa es que cada vez que estemos relajados, recordaremos nuestra experiencia, lo mismo que revivir esa experiencia hará que encontremos ese estado de relajación. ¿No os resulta apasionante?.

Este hábito nos permite disfrutar de un verdadero momento para nosotros mismos, que puede ir desde un simple segundo hasta varios minutos. Lo importante no es la duración ni la intensidad, poco a poco notarás que tu atención es más potente para disfrutar con plenitud de todo lo que te importa. Desde una buena conversación alrededor de una copa de vino hasta la comida recalentada del trabajo. Cualquier instante puede ser “tu momento”. Te animo a intentarlo y a compartirlo con todos nuestros seguidores.

EDU

4 comentarios:

  1. Mmmm... Me atrevo a añadir que es necesaria esa conciencia sensorial en soledad (que deja poso en algún lugar escondido de nosotros mismos )para poder disfrutar de posteriores momentos compartidos (una cena hippie con amigas, risas en la calle, el abrazo de un niño, la sonrisa y mirada de alguien a quien acabas de conocer y sientes que conoces de hace tiempo...)Lo uno sin lo otro creo que no sería posible.

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  2. Completamente de acuerdo...La idea es efectivamente recuperar un poquito la "conciencia sensorial" para poder disfrutar más de la vida en general, ya estemos acompañados o en soledad. Lo importante es tener los "oídos abiertos" para disfrutar de todos los pequeños milagros que la vida nos ofrece y a menudo nos pasan desapercibido. Gracias por tu precioso comentario. EDU

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  3. Gracias a vosotros por hacernos reflexionar de manera tan amena, os habeis convertido en compañeros de viaje (y es que no es facil encontrar a gente "mágica")

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  4. Para Verónica: La magia es encontrar compañeros de camino con los que compartir y disfrutar. La magia es siempre resultado del encuentro, pero nos alegramos enormemente de que este encuentro traiga magia a tu vida. Un saludo muy cariñoso. EDU y CADA

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